Criadores y vigilantes de visones
Granjeros gallegos duermen en sus explotaciones para combatir las sueltas intencionadas de must¨¦lidos que llevan a cabo grupos animalistas
Granjeros de d¨ªa, vigilantes de noche. A muchos criadores de visones americanos que alimentan la industria peletera, un negocio tan pol¨¦mico como fruct¨ªfero en Galicia, donde se concentran 28 explotaciones, el 80% de las existentes en Espa?a, no les queda otro remedio que ingeni¨¢rselas para protegerse de los sabotajes, a base de sueltas masivas, que organizan activistas autodenominados defensores de los animales. Estos propietarios de granjas, ahora, duermen incluso cada noche al pie de las naves que albergan las exiguas jaulas individuales de los mam¨ªferos, que son criados para su sacrificio y para la venta de sus car¨ªsimas pieles a los curtidores y sastres peleteros.
M¨¢s de un a?o se pasaron durmiendo por turnos Mar¨ªa P¨¦rez y Mario Barreiro dentro de su coche, aparcado en su apartada y vallada granja en Chan do Monte, en Negreira (A Coru?a). La pareja treinta?era, que desde el pasado verano se hizo con una caseta prefabricada con cama de verdad y un m¨ªnimo de calefacci¨®n para evitar el duro fr¨ªo invernal, afirma vivir "con el miedo en el cuerpo". Y no ve visos de que mejoren las cosas y de poder organizar un m¨ªnimo de vida familiar o social fuera de la granja pese a la gran operaci¨®n policial, bajo los auspicios de un juez de Santiago, que hace seis meses propici¨® la detenci¨®n e imputaci¨®n de decenas de activistas vinculados a movimientos que se consideran ecologistas por la suelta intencionada de miles de animales de cr¨ªa.
"Tenemos miedo en el cuerpo, estamos vigilados", asegura el propietario
Los due?os de las explotaciones dicen que no hay medios de seguridad eficaces
En las islas del Parque Nacional hay ejemplares que llegaron a nado
Incluso las asociaciones medioambientales repudian esas acciones que las autoridades llegan a tildar de ecoterrorismo. El da?o que sufren tanto los visones americanos al no saber vivir en libertad como el ecosistema con esas indiscriminadas sueltas de depredadores es grande. Muchos de estos must¨¦lidos mueren atropellados antes de alcanzar zona segura para ellos, pero si sobreviven pueden recorrer grandes distancias e incluso, a nado, han alcanzado algunas islas del parque nacional.
"Yo no digo nada, cada uno puede pensar lo que quiera, respeto cualquier idea y que no est¨¦n de acuerdo, pero no nos pueden quitar todo nuestro trabajo as¨ª, por las malas", razona Mar¨ªa. Ajena hasta hace cinco a?os, cuando conoci¨® a Mario, a la cr¨ªa de animales y a la peque?a explotaci¨®n familiar en la que su marido vivi¨® toda su vida, la mujer solo tiene un ruego: que cesen los ataques indiscriminados de pseudoecologistas para poder criar y disfrutar de su ni?a de dos a?os y medio.
Vive con sus abuelos en el centro urbano de la localidad, y Mar¨ªa solo la ve un par de horas cada d¨ªa. "Mucho tengo llorado, eso no hay dinero que lo pague, no puedo contarle un cuento por las noches, ni arroparla". Ayer, la peque?a fue sin sus padres a la cabalgata de los Reyes Magos. Su madre, que lleva casi en solitario la explotaci¨®n de visones mientras que su marido se reparte con otra peque?a granja de vacas, tuvo que pasar estas fiestas de vigilante. El negocio de esos mam¨ªferos destinados a la industria peletera supone "muchos gastos pero es rentable", afirma esta pareja. Pero en granjas de peque?o tama?o como esta, que cr¨ªa unos 1.850 visones, "tampoco da" para pagar el salario de un vigilante nocturno. "Adem¨¢s nadie te quiere venir, solo de vez en cuando y no m¨¢s all¨¢ de las 12 de la noche".
La explotaci¨®n, vallada y custodiada por varios perros adem¨¢s de sus due?os, est¨¢, como la mayor¨ªa de este tipo, en lugares del rural apartados de n¨²cleos de poblaci¨®n. Las ¨²ltimas grandes sueltas de miles de visones, en el interior de A Coru?a, fueron hace m¨¢s de dos a?os. Pero en 2010 hubo varios intentos, abortados por la vigilancia de los granjeros y la intensificaci¨®n de las pesquisas policiales contra estas pr¨¢cticas denominadas de "liberaci¨®n animal".
Hace pocas semanas, un polic¨ªa acudi¨® a ver a Barreiro para mostrarle fotos de granjas que activistas hab¨ªan colgado en Internet. Reconoci¨® la suya, retratada por todos los costados de d¨ªa y de noche. "Y volvimos a tener el miedo en el cuerpo, estamos vigilados", dice. "No van a parar nunca, no te puedes fiar, a la m¨ªnima vuelven a actuar", se lamenta Mar¨ªa. A pocos metros de su granja, otra pareja ya mayor tambi¨¦n decidi¨® pasar las noches en su explotaci¨®n. Para ellos, de momento, tampoco existe "un sistema de vigilancia que no sea posible vulnerar".
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