Sacarle los colores a Hitler
Un documental sobre el l¨ªder nazi descubre im¨¢genes in¨¦ditas del dictador y colorea otras para aproximarlo de manera escalofriante
"La ¨¦poca m¨¢s bella fue cuando no se conoc¨ªan mis rasgos y pod¨ªa viajar tranquilamente por todo el Reich", dec¨ªa Hitler en 1942 en una de sus animadas conversaciones de sobremesa en su cuartel general, la Wolfschanze, la Guarida del Lobo, un lugar muy ameno si eras nazi. "?Qu¨¦ placer para m¨ª ser confundido con cualquiera!", suspiraba con falsa modestia el F¨¹hrer. Hoy nos parece mentira -como no sea en un sketch de Monty Python- que Hitler pudiera pasar desapercibido. Hasta tal punto sus caracter¨ªsticas facciones y gestos resultan universalmente conocidos. Y fascinantes: escudri?amos en ellos el secreto de su maldad, tratando de discernir la marca de Ca¨ªn en la frente del mayor criminal de la historia. Recuerden el juicio de Hugh Trevor-Roper: "No conoc¨ªa el significado de la humanidad. Despreciaba la debilidad as¨ª como la compasi¨®n (...) El amor no significaba nada. Los valores morales no exist¨ªan para ¨¦l. El m¨¢s burdo, m¨¢s cruel y menos magn¨¢nimo conquistador que el mundo haya conocido".
Entre lo m¨¢s sorprendente, una escena del joven Hitler en una manifestaci¨®n en Munich
En colores, vemos lo cerca que est¨¢ Hitler de nosotros: no pertenece a un pasado remoto, es un contempor¨¢neo
Hitler, sin embargo, el m¨¢s reconocible icono del mal despu¨¦s del diablo (y este le gana solo por el rabo y los cuernos), sigue teniendo algo inexplicable. Para decirlo muy simplemente, nos preguntamos ?c¨®mo pudo ser tan malo? Esa es la principal raz¨®n de que sus im¨¢genes susciten tanta curiosidad. No acabamos de comprenderlo la gente de a pie, pero tampoco los historiadores.
Tras el revuelo provocado este verano por la aparici¨®n de las fotos in¨¦ditas del l¨ªder nazi que tom¨® el reportero austriaco Franz Krieger, llega ahora un extraordinario documental que descubre otras im¨¢genes desconocidas o muy poco conocidas de Adolf Hitler. Incluye tambi¨¦n ins¨®litas fotos y pel¨ªcula en color del F¨¹hrer. Adem¨¢s de esos testimonios crom¨¢ticos originales, la mayor parte del metraje ha sido coloreado mediante un procedimiento meticuloso y exhaustivo. El documental, obra de los mismos autores de la celebrada miniserie sobre la II Guerra Mundial, Apocalipsis, de la que es una extensi¨®n, se divide en dos episodios de una hora cada uno: La amenaza y El F¨¹hrer. Se presenta como un intento de entender c¨®mo y por qu¨¦ fue posible Hitler, siguiendo su trayectoria de manera cronol¨®gica hasta el momento previo a la segunda contienda.
M¨¢s all¨¢ del inter¨¦s de la explicaci¨®n del fen¨®meno Hitler, que abona en lo personal la tesis de una suerte de visi¨®n de corte hist¨¦rico en 1918 en el hospital de Pasewalk donde se recuperaba de las heridas recibidas durante un ataque con gas mostaza en las trincheras (entonces decidi¨® que la destrucci¨®n de los jud¨ªos ser¨ªa su objetivo), lo que resulta asombroso son las im¨¢genes. Hay algunas del todo in¨¦ditas y otras raras que sorprender¨¢n incluso a los que conozcan pormenorizadamente la iconograf¨ªa nazi.
Entre lo m¨¢s ins¨®lito, una escena de un Hitler desmovilizado en 1919 ante unas banderas en M¨²nich durante una manifestaci¨®n de partidos de la derecha, otras de una visita del l¨ªder nazi y Eva Braun en junio de 1939 a la antigua casa familiar de los Hitler y a la tumba del padre; un discurso de 1933 con el sonido original o la filmaci¨®n de una quema de libros por las SA, uno de los grandes autos de fe nazis contra la literatura, escena grabada no por los propios criminales como era habitual, sino por un particular.
Otras escenas singulares en color son las de Hitler -que no se dejaba retratar con la guardia baja- amodorrado en una tumbona junto a su amante sobrina Geli Raubal. O con un gorro de cuero de aviador durante la campa?a electoral de 1932 que le da un aspecto rid¨ªculo, tan risible, a lo John Cleese, que parece mentira que ¨¦l, que cuidaba tanto su imagen, se paseara as¨ª por el mundo. Y mira que hab¨ªa que tener cuidado con las bromas con Hitler, cuyo sentido del humor no pasaba de llamarle a Neville Chamberlain "el umbrella fella". Claro que con sentido del humor de verdad no vas e invades Polonia. Probablemente, le hubiera gustado a Hitler la misma chuscada que al grotesco coronel de las SS de To be or not to be: "?Con que me llaman campo de concentraci¨®n Ehrhardt?, ?ja, ja, ja!".
En un libro muy interesante reci¨¦n traducido del alem¨¢n al ingl¨¦s Dead Funny, humor in Hitler's Germany (2011), Rudolph Herzog (hijo del cineasta) explica a lo que te expon¨ªas en la Alemania nazi por un chascarrillo desafortunado: Marianne K., viuda de guerra, tuvo la desgracia de contar ante los o¨ªdos equivocados una chanza sobre Hitler y Goering (el primero le pregunta al gordo mariscal qu¨¦ puede hacer para devolver la sonrisa a los berlineses y este le sugiere que salte por la ventana), y fue a parar al Tribunal Popular del temible Freisler, que la conden¨®... a muerte. Fue guillotinada, ?por un chiste!
Menos dram¨¢tica es la historia del comediante y domador Fritz Peter, que ense?¨® a sus chimpanc¨¦s a hacer el saludo nazi cada vez que vieran un uniforme, fuera de las SA, de las SS o el del cartero. Las autoridades publicaron inmediatamente una ordenanza prohibiendo de manera taxativa a los monos el uso del gesto hitleriano.
El franc¨¦s Louis Vaudeville, productor de Apocalipsis, lo es tambi¨¦n de esta entrega sobre Hitler en dos documentales de una hora cada uno, con direcci¨®n de Isabelle Clark, obra de la empresa CC&C y que estrena en Espa?a National Geographic Channel hoy a las 21.30. Para Vaudeville, cuyo nombre contrasta con la terror¨ªfica materia que nos ocupa, uno de los momentos m¨¢s impresionantes del documental es el de un discurso de Hitler en 1933. Resulta en verdad fascinante: el l¨ªder nazi dilata hasta lo indecible el arranque creando una tensi¨®n ambiental casi insoportable. Cruza los brazos una y otra vez, se aparta el flequillo rebelde, se lleva las manos a la cintura, introduce los pulgares en el cintur¨®n. Levanta la cabeza y parece husmear el estado an¨ªmico de la audiencia. Entonces arranca. "Es incre¨ªble c¨®mo controla a la masa con la mirada, c¨®mo le toma el pulso", se?ala el productor. "Parece un domador sometiendo a las fieras".
Vaudeville explica que casi todo el documental est¨¢ coloreado por ellos, cerca del 80%. El resto son im¨¢genes originalmente en color y metraje en blanco y negro que se ha respetado (como los fragmentos de las pel¨ªculas de Leni Riefenstahl). Recalca lo complejo del proceso de poner color al blanco y negro. "Usamos informaci¨®n que ofrecen las propias im¨¢genes por la iluminaci¨®n. Despu¨¦s intervienen una legi¨®n de asesores hist¨®ricos y especialistas que determinan el color original de cada uniforme, veh¨ªculo o localizaci¨®n".
?Qu¨¦ aporta sacarle los colores a Hitler? "Nos lo aproxima. Hitler en color, con su color real, documentado con exactitud a trav¨¦s de im¨¢genes originales, es alguien mucho m¨¢s cercano. Vemos qu¨¦ cerca est¨¢ hist¨®ricamente, que no es alguien de un pasado remoto. Eso me parece especialmente importante para los j¨®venes, a los que el blanco y negro los distancia". El color muestra a Hitler como nuestro contempor¨¢neo. "Exactamente. Un hombre de carne y hueso, no un viejo icono". Es un proceso muy revelador. "Y muy caro: el coloreado cuesta mil euros el minuto y se tarda un d¨ªa por cada minuto de metraje".
Del retrato que ofrece el documental,Vaudeville se?ala que lo m¨¢s sorprendente es la perseverancia. "Aunque a veces se le tuerzan las cosas, Hitler act¨²a con un tes¨®n, una direcci¨®n incre¨ªbles. Puede ser pragm¨¢tico, pero nunca pierde de vista sus objetivos finales. Resulta aterrador seguirle en ese inexorable camino hacia el apocalipsis".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.