Por una mayor integraci¨®n transatl¨¢ntica
Estados Unidos y la Uni¨®n Europea necesitan cerrar una agenda urgente para la generaci¨®n de empleo. El crecimiento necesario de ambas econom¨ªas para la creaci¨®n de puestos de trabajo es un imperativo fundamentalmente econ¨®mico, pero tambi¨¦n es un imperativo social y pol¨ªtico. Mucha gente de buena voluntad va a seguir ocupando nuestras calles, y su indignaci¨®n y desilusi¨®n respecto a nuestro modelo econ¨®mico e, incluso, a nuestros sistemas pol¨ªticos ha comenzado a emerger.
Ese crecimiento econ¨®mico debe venir, en primer lugar, desde dentro. Ambos lados del Atl¨¢ntico tienen mucho que hacer a¨²n para restaurar la productividad y la competitividad perdidas, comenzando por invertir en su recurso m¨¢s importante, su gente, mediante un proceso de educaci¨®n y formaci¨®n, unido a reformas estructurales que sean una ventana abierta de oportunidades para los m¨¢s j¨®venes, en lugar de solo proteger a los que ya tienen un trabajo. Y tambi¨¦n debemos desmantelar una buena parte del entramado normativo y burocr¨¢tico del que nos hemos dotado, que impide el desarrollo de nuevas ideas y la creaci¨®n de empresas.
No habr¨¢ empleo sin una uni¨®n m¨¢s estrecha entre los dos principales bloques comerciales
Una eliminaci¨®n de todos los aranceles todav¨ªa existentes aumentar¨ªa el comercio bilateral un 17%
Pero el crecimiento, una vez agotada la pol¨ªtica fiscal y monetaria, debe tambi¨¦n venir del exterior. Las econom¨ªas de EE UU y la UE representan conjuntamente casi el 50% del poder adquisitivo del mundo, pese a que sus 810 millones de habitantes son solo el 11% de la poblaci¨®n mundial. Nuestros empresarios deber¨ªan fijar sus estrategias en las necesidades que estos mercados representan.
La construcci¨®n de la UE personifica en s¨ª misma el potencial de crecimiento que se ha realizado hasta la fecha a trav¨¦s de la liberalizaci¨®n del comercio y los flujos de inversi¨®n entre los Estados miembros. La UE es el mayor exportador, importador e inversor del mundo, pero estos flujos externos tan importantes son poco si se comparan con el comercio y la inversi¨®n entre Estados miembros y que han permitido el crecimiento econ¨®mico de Europa durante los ¨²ltimos 15 a?os. Las inversiones directas intra-UE crecieron de 500.000 millones de euros en 1994 a 4,5 billones en 2007, y las exportaciones intra-UE aumentaron de 1,8 billones de euros a 2,65 billones entre 2000 y 2007, una interacci¨®n que trajo innovaci¨®n, competitividad, productividad y crecimiento econ¨®mico a los Estados miembros, derrotando la euroesclerosis de los a?os ochenta. La respuesta de Europa a la crisis debe ser un empuje agresivo hacia un mercado ¨²nico m¨¢s s¨®lido, con m¨¢s flujos de comercio, de inversi¨®n y una mayor movilidad laboral dentro de la propia UE.
Pero m¨¢s puede hacerse. EE UU y la UE comparten una relaci¨®n ¨²nica proveniente de siglos de inmigraci¨®n, inversi¨®n directa cruzada y una firme creencia en la dignidad del individuo, as¨ª como el respeto por la propiedad privada, el imperativo de la ley y los equilibrios democr¨¢ticos en el Gobierno. Los dos bloques transatl¨¢nticos cuentan con un comercio de bienes y servicios de m¨¢s de un bill¨®n de d¨®lares al a?o, una relaci¨®n comercial muy equilibrada. En cuanto a la inversi¨®n directa, al final de 2010, las compa?¨ªas norteamericanas hab¨ªan invertido 1,9 billones de d¨®lares en la UE, mientras que las compa?¨ªas de la UE hab¨ªan destinado casi 1,5 billones a EE UU. Esas inversiones generan casi 5 billones de d¨®lares en ventas cada a?o y dan empleo a 15 millones de personas en trabajos bien remunerados. Las compa?¨ªas norteamericanas son generadoras de una cantidad significativa de comercio y de inversi¨®n dentro del mercado intra-UE y dan trabajo a infinidad de empresas locales, mientras que las compa?¨ªas europeas han llevado mucha de la competitividad y la productividad necesarias a EE UU.
Todo este ¨¦xito se ha producido en gran parte a pesar de nuestros Gobiernos, que han hecho poco por construir las relaciones econ¨®micas bilaterales. Los Gobiernos de EE UU y de la UE pueden y deben hacer las cosas mejor, si ambos bloques quieren hacer frente al imperativo de crecimiento y creaci¨®n de puestos de trabajo. Ahora es el momento de inyectar una nueva ambici¨®n en la relaci¨®n econ¨®mica transatl¨¢ntica. La competencia proveniente de otras partes del mundo determina que esta agenda sea un imperativo para nuestra competitividad en el mundo. Sin una uni¨®n m¨¢s estrecha entre los dos principales bloques comerciales no habr¨¢ empleo.
EE UU y la Uni¨®n Europea deber¨ªan alcanzar una serie de compromisos conjuntamente que concluyan en un n¨²mero de iniciativas individuales, cada una de las cuales tenga la capacidad de generar crecimiento y puestos de trabajo. Tal y como se?ala la C¨¢mara de Comercio de EE UU, las medidas espec¨ªficas incluir¨ªan la eliminaci¨®n de aranceles, la convergencia regulatoria, acuerdos bilaterales de inversi¨®n, un mercado ¨²nico de servicios y un acuerdo para eliminar trabas a la contrataci¨®n p¨²blica transatl¨¢ntica.
Los aranceles aplicables al comercio de bienes entre los dos bloques son relativamente bajos. Sin embargo, muchos expertos coinciden al se?alar que una eliminaci¨®n de todas las tarifas todav¨ªa existentes aumentar¨ªa el comercio entre EE UU y la UE en un 17%. La UE exportar¨ªa a EE UU 69.000 millones de d¨®lares m¨¢s al a?o, y EE UU, 53.000 millones m¨¢s a la UE. Esta eliminaci¨®n arancelaria ser¨ªa relativamente f¨¢cil de negociar e incidir¨ªa directamente en la competitividad global de las compa?¨ªas estadounidenses y europeas.
Por otra parte, EE UU y la UE se han dotado de sistemas regulatorios muy sofisticados para proteger a sus ciudadanos y el medio ambiente. En ambos bloques se busca el mismo fin, pero las soluciones difieren hasta el punto de que suponen una restricci¨®n al comercio y enormes costes para los empresarios que hacen negocios en ambos bloques. Tiene que firmarse un acuerdo para compatibilizar los reg¨ªmenes regulatorios. La C¨¢mara de EE UU sugiere que esta convergencia se centre en un primer momento en la seguridad de los productos farmac¨¦uticos, en los qu¨ªmicos y en la industria automovil¨ªstica (por poner un ejemplo, hoy en d¨ªa se est¨¢n creando est¨¢ndares diferentes para el autom¨®vil el¨¦ctrico).
Es tambi¨¦n muy relevante llegar a un acuerdo que proteja las inversiones transatl¨¢nticas, que en vez de negociarse entre EE UU y cada pa¨ªs (24 de los 27 Estados miembros de la UE tienen acuerdo de inversi¨®n con EE UU) se acuerde en el ¨¢mbito de la UE. Este acuerdo deber¨ªa ser ambicioso y permitir que las inversiones transatl¨¢nticas tengan un nivel similar de protecci¨®n al de las inversiones intra-UE o dentro de los Estados de EE UU. Aparte de liberalizar y aumentar la inversi¨®n transatl¨¢ntica, ello permitir¨ªa tener una posici¨®n muy fuerte en las negociaciones de inversi¨®n con terceros pa¨ªses, especialmente con China.
Por otro lado, deber¨ªa liberalizarse la prestaci¨®n de servicios transatl¨¢nticos de forma parecida a lo que se ha llevado a cabo en la UE. Se tratar¨ªa de crear un sistema regulatorio compatible para que puedan prestarse servicios en ambos bloques, incluidos los financieros, con sistemas legales que permitan a los reguladores reconocer decisiones equivalentes realizadas por sus contrapartes en la otra orilla del Atl¨¢ntico. Tambi¨¦n deber¨ªa de incluir un mercado transatl¨¢ntico digital que permitiese la prestaci¨®n de servicios transatl¨¢nticos validados en uno u otro bloque electr¨®nicamente.
Por ¨²ltimo, deber¨ªa de incrementarse el nivel de acceso a la contrataci¨®n p¨²blica de forma que las compa?¨ªas europeas y estadounidenses tuvieran un trato similar a la hora de vender bienes y servicios a las Administraciones de ambos bloques.
Las declaraciones recientes por parte de Obama, Van Rompuy y Barroso en el marco de la cumbre UE-EE UU de Washington van en esta direcci¨®n. La creaci¨®n de un Alto Grupo de Trabajo para el Empleo y el Crecimiento UE-EE UU con la obligaci¨®n de presentar a finales de 2012 conclusiones y recomendaciones para una mayor integraci¨®n transatl¨¢ntica es un buen paso, aunque hubiese sido conveniente acortar los plazos. Una mayor integraci¨®n transatl¨¢ntica es, sin ninguna duda, una de las principales herramientas en manos de nuestros gobernantes para salir antes de la crisis econ¨®mica que nos asola. Y aunque parezca una contradicci¨®n, tambi¨¦n para dar un nuevo ¨ªmpetu al proyecto de construcci¨®n europea, hoy gravemente da?ado.
Jaime Malet es presidente de la C¨¢mara de Comercio de EE UU en Espa?a.
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