Los cubanos y la libertad de movimiento
Los ¨²ltimos d¨ªas de 2011 produjeron algunas noticias cubanas que nos ayudan a comprender las ambivalencias del capitalismo autoritario que se implementa en la isla. Junto a una reforma crediticia, que facilitar¨ªa la consolidaci¨®n del emergente sector no estatal de la econom¨ªa cubana, el Gobierno de Ra¨²l Castro decret¨® duelo oficial por la muerte del m¨¢s retr¨®grado de los ¨²ltimos dictadores comunistas del planeta, el norcoreano Kim Jong-il, y diluy¨® una reforma migratoria elaborada y defendida por el ala aperturista del poder.
Es importante retener las palabras de Ra¨²l Castro en la ¨²ltima sesi¨®n de la Asamblea Nacional del Poder Popular. No dijo entonces que la reforma migratoria se "pospon¨ªa" o se "aplazaba", sino que ser¨ªa "introducida paulatinamente". Si esto ¨²ltimo quiere decir que las transformaciones de la obsoleta e injusta legislaci¨®n migratoria cubana no conformar¨¢n una reforma integral, sino un conjunto de disposiciones "paulatinas", la ciudadan¨ªa de la isla y los m¨¢s de dos millones de emigrantes cubanos ya pueden hacerse una idea de lo limitadas y demoradas que ser¨¢n las mismas.
Los indultos siempre ser¨¢n bienvenidos, pero deber¨ªan ir acompa?ados de una reforma migratoria
El Gobierno ve como una amenaza la normalizaci¨®n de los v¨ªnculos con los exiliados
Dijo tambi¨¦n Castro, que La Habana hab¨ªa recibido, en los ¨²ltimos a?os, "exhortaciones bien o mal intencionadas" de una reforma migratoria. "Buena" o "mala", la m¨¢s completa de esas exhortaciones fue el informe La di¨¢spora cubana en el siglo XXI, elaborado por el Cuban Research Institute de la Florida International University, en el que intervinieron algunos de los m¨¢s reconocidos acad¨¦micos cubanos en Estados Unidos, como los profesores de Harvard, Jorge I. Dom¨ªnguez, y de Pittsburgh, Carmelo Mesa Lago; el experto en temas migratorios, Jorge Duany, de la Universidad de R¨ªo Piedras, en Puerto Rico, y el exdiplom¨¢tico e historiador Juan Antonio Blanco.
Dicha propuesta tiene la ventaja de que no solo contempla las medidas que deber¨ªa adoptar La Habana -fin de permisos de entrada y salida, m¨²ltiple ciudadan¨ªa, despenalizaci¨®n de la "salida definitiva", rebaja de precios consulares, homologaci¨®n de t¨ªtulos, programas de repatriaci¨®n, reconocimiento de derechos econ¨®micos, civiles y pol¨ªticos de los emigrantes...-, sino que hace recomendaciones, tambi¨¦n, a Washington, para que flexibilice las trabas migratorias que impone a los cubanoamericanos el embargo comercial. Se trata, por tanto, de una reforma migratoria que expresa el deseo mayoritario de los cubanos, dentro y fuera de la isla, y que propone la transici¨®n de un Estado nacionalista a otro transnacional, como el que se abre paso en muchos pa¨ªses caribe?os y latinoamericanos.
Cualquier medida que adopte en los pr¨®ximos meses o a?os el Gobierno de Ra¨²l Castro en materia migratoria ser¨¢ tan solo una aproximaci¨®n a esa necesaria e inevitable reforma. Si ese Gobierno no se atreve, siquiera, a eliminar los permisos de entrada y salida, c¨®mo imaginar que en el corto plazo pueda conceder a los exiliados una garant¨ªa constitucional tan b¨¢sica en las democracias contempor¨¢neas como el derecho a voto. Las razones que aducen los gobernantes cubanos para justificar tal moratoria vuelven al rancio subterfugio de la amenaza a la seguridadnacional. Cuando si algo podr¨ªa acelerar el fin del embargo comercial y de la pol¨ªtica de Estados Unidos ser¨ªa, precisamente, una reforma migratoria que impulse la reunificaci¨®n familiar y el contacto entre los cubanos de la isla y el exilio.
Una vez m¨¢s, el Gobierno de Ra¨²l Castro pone en evidencia que los tiempos de su "cambio" no son los de la ciudadan¨ªa cubana. La liberaci¨®n de 2.900 presos -muchos de ellos condenados por delitos contra la "seguridad del Estado", aunque considerados "comunes" y no pol¨ªticos- se ofrece, casi, como regalo navide?o al papa Benedicto XVI en la coyuntura previa de su viaje a La Habana.
Sin embargo, una reforma migratoria, que tambi¨¦n podr¨ªa encontrar justificaciones coyunturales o de corto plazo, se pospone indefinidamente. Los indultos siempre ser¨¢n bienvenidos en la comunidad internacional, pero m¨¢s lo ser¨ªan si vinieran acompa?ados, al menos, de una comprensi¨®n de que la existencia de presos pol¨ªticos en las c¨¢rceles cubanas es consecuencia de las instituciones y leyes antidemocr¨¢ticas que imperan en la isla.
Por mucha suspicacia que se empe?e, no hay forma de imaginar c¨®mo la eliminaci¨®n de los permisos gubernamentales de salida y entrada puede amenazar la soberan¨ªa cubana. En todos los pa¨ªses del mundo existen m¨¦todos de control migratorio que impiden la internaci¨®n de terroristas, y a un Estado policiaco, como el cubano, le sobran recursos en esa materia.
Es evidente, por tanto, que el concepto de seguridad nacional con que opera el Gobierno insular no es el que se basa en verdaderas perturbaciones de la paz social o de la soberan¨ªa del pa¨ªs sino el que entiende como amenaza la movilidad y la comunicaci¨®n de la ciudadan¨ªa con el mundo y de la di¨¢spora cubana con su sociedad de origen.
Dicho de otra manera, para el Gobierno de Ra¨²l Castro las mayores amenazas son la libertad de movimiento y la reconciliaci¨®n nacional. Un proceso de normalizaci¨®n de los v¨ªnculos entre cubanos de la isla y el exilio, que deshaga, en pocos a?os, la estigmatizaci¨®n de los exiliados como enemigos de la naci¨®n, es visto con miedo o recelo por una clase pol¨ªtica que depende de la fabricaci¨®n de "mercenarios" para su subsistencia.
Si ma?ana los opositores pac¨ªficos cubanos, vivan dentro o fuera de la isla, pudieran circular libremente y hacer contacto con la poblaci¨®n, asociarse y expresarse como en cualquier democracia del planeta, el totalitarismo no tendr¨ªa raz¨®n de ser.
Los defensores acr¨ªticos de las reformas raulistas quieren convencernos de que la capitalizaci¨®n emprendida en La Habana modernizar¨¢ la sociedad cubana. Tal vez tengan raz¨®n. Solo que ninguna modernizaci¨®n sin democracia ha producido una verdadera modernidad. La tecnocracia excomunista cubana del siglo XXI est¨¢ demostrando la misma ortodoxia autoritaria que la tecnocracia neoliberal latinoamericana de fines del siglo XX. Esa tecnocracia est¨¢ dispuesta a tolerar enclaves de mercado, mutaci¨®n de bur¨®cratas en empresarios, empobrecimiento de amplios sectores de la poblaci¨®n, pero nunca tolerar¨¢ que desaparezca, en la esfera ideol¨®gica y policiaca del r¨¦gimen, la figura del enemigo.
Rafael Rojas es escritor cubano.
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