La sustancia de lo trivial
Esta novela de Lobo Antunes viene editorialmente publicitada por esta declaraci¨®n del autor: "Un libro ideal para dar trabajo a los cr¨ªticos. Yo quer¨ªa escribir una novela a la manera cl¨¢sica, que destruyese todas las novelas hechas de esta manera". Tambi¨¦n Joyce, con Finnegans Wake, se propuso mantener ocupados a los cr¨ªticos trescientos a?os. Estas desmesuras delatan una patolog¨ªa de la ambici¨®n literaria. Faulkner, otro gigante, dec¨ªa que hab¨ªa que juzgar a un novelista por el esplendor de su fracaso. Para los tres la literatura es un arte de exploraci¨®n que incluye recelar de los descubrimientos, no dar nada por acabado. Esta cualidad predomina en la escritura de Lobo Antunes. Al lector que se haya asomado a su extensa obra no le ser¨¢n extra?os esos mon¨®logos obsesivos, voces que se cruzan urdiendo un entramado cuyo dibujo se resiste a aparecer con claridad. Nada es del todo preciso, y no obstante se dir¨ªa que contemplamos el magma de una memoria que bulle revel¨¢ndose con la m¨¢xima transparencia que permiten las palabras, que en la obra de Lobo Antunes tratan de decir lo que ellas no pueden decir. En alg¨²n lugar de estas p¨¢ginas una voz reconoce: "Cu¨¢les son los recuerdos de un cerebro que se descompone".
?Qu¨¦ caballos son aquellos que hacen sombra en el mar?
Ant¨®nio Lobo Antunes
Traducci¨®n de Antonio S¨¢ez Delgado
Mondadori. Barcelona, 2012
352 p¨¢ginas. 22,90 euros
A diferencia de otros libros, impregnados de un sustrato dram¨¢tico que pone la obra en movimiento, no hay en ?Qu¨¦ caballos son aquellos que hacen sombra en el mar? ning¨²n motivo medular que ti?a la urdimbre que tejen las distintas voces. Y si hubiera que buscarlo tal vez se trate de la familia misma, en tanto que instituci¨®n cuarteada, compuesta de numerosas tensiones, incomprensiones, humillaciones y dolencias. Y como la familia, la prosa adquiere un desmembramiento semejante. No hay aqu¨ª, en efecto, nada a lo que pueda aferrarse el lector. Cada voz, cuando es reconocida (aunque ella nunca se reconoce a s¨ª misma), tiende a solaparse por la irrupci¨®n de otra voz que se mezcla con ella cambiando la perspectiva, de modo que los personajes se evaporan en su pretensi¨®n de construirse al contrastarse con los dem¨¢s, y los m¨²ltiples saltos que desmenuzan la sintaxis obligan al estilo a recurrir a estribillos y ritornelos que apenas significan otra cosa que una alusi¨®n que los identifica. Hay que abandonar, por tanto, ese empe?o -leg¨ªtimo, por otro lado- de comprender lo que se lee, al menos a la manera que impone la lectura tradicional. Lobo Antunes propone una lectura despojada de lo interesante; disipa ese espejismo para que no veamos, complaci¨¦ndonos en la distancia, al personaje en una vitrina, sino la efervescencia que lo concreta, donde lo no dicho y desconocido ("siempre somos otra cosa y bajo la otra cosa otras cosas ocultas") emerge con la misma pertinencia que lo sustancialmente narrativo: la discordia entre los hermanos, el envilecimiento del padre, la criada como portadora de secretos (que todos conocen) de los miembros de la familia, los desastres amorosos que fecundan la leyenda familiar, la madre resignada al olvido.
No es posible extraer un aspecto de esta novela sin violentar su dinamismo. Alguna vez Lobo Antunes ha declarado: "El libro es un organismo vivo, que nada tiene que ver conmigo, con su propio temperamento, su propia fisonom¨ªa". M¨¢s que de una novela, parece la descripci¨®n de un personaje. Tambi¨¦n ha repetido que sus novelas no son polif¨®nicas, sino una voz con diferentes tonos. La combinaci¨®n de ambas declaraciones suscita la figuraci¨®n de que la novela, antes que una estructura, se constituye finalmente en personaje. Acaso, si no estamos demasiado errados, esto pueda servir para transitar por estas intrincadas p¨¢ginas cuyos cap¨ªtulos siguen el orden de una corrida de toros, con sus precedentes, los diferentes tercios, la faena, la suerte suprema y el regusto amargo que deja la conclusi¨®n de la ceremonia.
La novela reclama al lector que mantenga un desasosiego a la altura exigida por Lobo Antunes, un autor que, por decirlo de alguna manera, hace tiempo que ha roto los v¨ªnculos entre la enunciaci¨®n y el significado. Ha creado un estilo mitad de ¨ªndole psicol¨®gico, autorreferencial, y la otra mitad imprevisible. Aqu¨ª lo imprevisible domina todas las incidencias de esas voces que se desvanecen para no destruirse. Esta voz, aquella voz, esas voces quebr¨¢ndose, nunca antes, hasta la escritura de Lobo Antunes, hab¨ªan sido registradas en la literatura. Para acceder a esa sonoridad hay que leer de otro modo. Tal vez escuchar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.