Ex vasco
La expresi¨®n tiene ardua fon¨¦tica, tan ardua que parece indicar que, siendo uno vasco, resulta imposible desistir. M¨¢s a¨²n, los que ingresan en esta congregaci¨®n (la conversi¨®n a vasco es un fen¨®meno frecuente a lo largo de la historia) no podr¨¢n darse de baja. Un editor de tierras de Argantonio mantuvo durante cierto tiempo intensa relaci¨®n con una vasca. Desde entonces se llama "ex vasco consort", pero ex vasco no es un estado del alma realmente viable. Como le dijo una escritora amiga m¨ªa: "cuando uno se hace vasco, eso deja marca indeleble". Ser exvasco, en fin, es imposible.
Algo tienen los vascos cuya prosapia, fijada en leyes sangu¨ªneas, conductas at¨¢vicas y en la extraordinaria herencia de una lengua l¨ªtica y rupestre, despierta general admiraci¨®n. De ella escapan muy pocos, a los que esas curiosidades de la historia (habr¨ªa que decir de la prehistoria) no les impresionan. Ser vasco tiene m¨¦rito mitocondrial, es una cosa gen¨¦tica, los vascos no hemos destacado en eso en que suelen destacar los hombres: escribir novelas, erigir catedrales, componer sinfon¨ªas, formular leyes cient¨ªficas. Lo m¨¢s parecido a algo memorable que han hecho los vascos es patear un bal¨®n, orillando la evidencia de que, en efecto, lo patean, cuando los que son buenos en eso m¨¢s bien lo acarician. La visi¨®n de los vascos como seres incapaces de obras memorables es responsabilidad de Borges. Borges escribi¨® que los vascos, al margen de la historia, no hemos hecho otra cosa que orde?ar vacas. Porque ser¨¢n pocos los que critican a los vascos, pero cuando lo hacen no se andan con medias tintas. Menos a¨²n los vascos que despedazan a su pueblo sin piedad. Se me ocurre Juaristi.
En la biblioteca de Julio Cort¨¢zar, donada a la Fundaci¨®n del millonario Juan March (rarezas de la izquierda), se conserva el ejemplar de Paradiso que Lezama Lima envi¨® al genial argentino. En la dedicatoria, Lezama confiesa el cari?o que profesa a Cort¨¢zar: "a veces se lo atribuyo al com¨²n ancestro vasco, pero otras me parece como si ambos hubi¨¦ramos estudiado en el mismo colegio o vivido en el mismo barrio". El cubano echa mano del "com¨²n ancestro vasco" para emparentar con un argentino nacido a miles de kil¨®metros. Y el comentario confirma que los m¨¦ritos del vasco son biol¨®gicos, gen¨¦ticos (digamos, del National Geographic), y nunca culturales (digamos, de la Enciclopedia Brit¨¢nica). Pero cuando Lezama baraja otras razones para acercarse a Cort¨¢zar en realidad dice lo mismo, porque la mayor¨ªa de los vascos ha estudiado en el mismo colegio o vivido en el mismo barrio. Se atornillan a su origen, se amachimbran a la tierra. Si parec¨ªa que Lezama y Cort¨¢zar hab¨ªan estudiado en el mismo colegio o vivido en el mismo barrio, es que, en realidad, son de la misma cuadrilla. As¨ª no hay duda: ser vasco es un destino, en La Habana o en La Argentina. Resulta imposible convertirse en exvasco.
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