Humo, cielo y leche
"Todo me queda muy lejano y ya no lo recuerdo: nada, que se me habr¨¢ enfriado el vaso de leche que tengo en la mesilla de noche, y tendr¨¦ que calentarlo", refunfu?a el poeta Pere Gimferrer mientras se ata el cord¨®n del zapato.
Tiene raz¨®n, hay que calentar la leche y el hipocampo, porque en cada recoveco hay un recuerdo agazapado. ?Para qu¨¦ perder el tiempo adivinando el futuro cuando, a falta de memoria, ser¨ªa m¨¢s prudente adivinar el pasado? El otro d¨ªa, sin ir m¨¢s lejos, muri¨® Miljan Miljanic que, como Kubala, Puskas y Chillida, ten¨ªa Alzheimer. Pero no es imprescindible tener Alzheimer para que olvidemos a cada paso los pasos dados. ?Qui¨¦n se acuerda ahora de las dos Ligas y la Copa que Miljanic gan¨® para el Real Madrid sin andarse con alharacas? Por supuesto, nada de esto escapaba a la erudici¨®n balomp¨¦dica de Procopio, que se present¨® ante m¨ª muy alterado porque, precisamente aquella misma noche, se le hab¨ªa aparecido Puskas.
?Qui¨¦n se acuerda ahora de las dos Ligas y la Copa que Miljanic gan¨® para el Madrid sin andarse con alharacas?
Lo ve¨ªa ante ¨¦l tal y como, un 4 de junio de 1966, lo hab¨ªa visto en los vestuarios del Bernab¨¦u, tras un partido amistoso contra el Celta de Vigo: fumando un cigarrillo y con el torso desnudo plagado de lunares. "Puede que tenga un lunar por cada gol marcado", pens¨®. "681", musit¨® el fantasma ensimismado, sin especificar si se refer¨ªa a los goles o a los lunares. "En cualquier caso, no deja de ser una prueba de p¨®stuma memoria en alguien que ha padecido Alzheimer en vida", eso se dijo Procopio para sus adentros. "?Cu¨¢l es la primera pregunta?", inquiri¨® el difunto, presuponiendo que se trataba de una m¨¢s de las rutinarias entrevistas que le hab¨ªan hecho aquel d¨ªa de anta?o, despu¨¦s de haber marcado tres goles al Celta con su m¨ªtica zurda.
Procopio, por su faz peluda, ten¨ªa el aspecto de un macho cabr¨ªo pero, en aquel instante, su mirada era la de un cordero trasquilado. Buscaba en el aire alguna pregunta inteligente y, como si atrapara una mosca al vuelo, se le ocurri¨® una trascendente idiotez: "?Se sigue siendo h¨²ngaro despu¨¦s de muerto?", pregunt¨®. "No. En el cielo no hay ni h¨²ngaros, ni espa?oles, ni griegos. Te desnacionalizan nada m¨¢s llegar como se le quitan las pulgas al perro. Luego, te frotan con una nube, por si te han quedado restos de patria entre los pelos, y te dan un taz¨®n de lluvia para que te enjuagues, escupas y elimines posibles vestigios de identidad que, como bien saben los forenses, radica en los dientes", explic¨® el interpelado. "Pero, a veces, te dejan chutar a San Pedro y, si le marcas gol, te dan una peseta", a?adi¨® sarc¨¢stico. "?Una peseta!", exclam¨® Procopio sorprendido de que una moneda en desuso sobreviviera en el M¨¢s All¨¢ a las nacionalidades e identidades vigentes en el M¨¢s Ac¨¢, por las que solemos matarnos los unos a los otros con obtusa convicci¨®n y sin ninguna piedad. "Peor hubiera sido un euro", farfull¨® el poeta Pere Gimferrer bebi¨¦ndose el vaso de leche. Pero lo que tambi¨¦n llam¨® la atenci¨®n del perplejo Procopio es que, mientras Puskas hablaba, no cesaba de fumar sin que el cigarrillo se consumiera ni la ceniza se acumulara ni cayera.
Dir¨ªase que la aparici¨®n fuera una foto fija y las palabras, exhaladas con el humo, se materializaran un instante en el espacio antes de desvanecerse, dotando a la imagen de una rara fluctuaci¨®n que le proporcionaba ilusoria sensaci¨®n de movimiento.
"Lo que ning¨²n h¨²ngaro, aunque haya dejado de ser h¨²ngaro, olvidar¨¢ jam¨¢s en el cielo es la emoci¨®n de marcar un gol en la hierba", proclam¨® inopinadamente el jugador. "Los que en vida no fueron h¨²ngaros, tampoco lo han olvidado", se apresur¨® a precisar. "La eternidad perfecta ser¨ªa aquella en la que permitieran la repetici¨®n sin fin del momento en que, tras el remate, el bal¨®n sobrepasa la l¨ªnea de meta. No lo cambio por nada...", se lo pens¨® dos veces, "salvo, si acaso", a?adi¨® dubitativo, "por una cerveza fr¨ªa o un beso de mujer, ?pero esas son cosas que no suben al marcador ni la Historia contabiliza!", concluy¨® nost¨¢lgico.
Procopio le record¨® entonces que algunos besos los inmortaliza el cine y otros suben al marcador: como los de Merkel y Sharkozy que tan libidinosamente contabiliza la Standard&Poor's para, emulando a Zeus, joder a Europa otra vez. Antes de que el fumador se esfumara, y bebida la leche, el poeta Pere Gimferrer formul¨® una pregunta pertinente: "?Le hubiera gustado jugar en el Real Mourinho?". "Prefiero el Real Bernab¨¦u", contest¨® evasivo el fumador y, en una ¨²ltima bocanada, se esfum¨®.
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