Cae la esperanza de vida en Espa?a
El hombre tiene una longevidad prevista de 78,87 a?os y la mujer de 84,82 - El descenso es m¨ªnimo, pero rompe la tendencia al alza de casi medio siglo
Algo menos de existencia por delante, seg¨²n la estad¨ªstica. La esperanza de vida al nacimiento de los residentes en Espa?a ha ca¨ªdo ligeramente entre julio de 2010 y junio de 2011, seg¨²n el INE. Se sit¨²a en 78,87 a?os para los hombres y 84,82 para las mujeres (81,87 de media para ambos sexos, ocho cent¨¦simas menos que en 2010). Aunque se trata de unas cent¨¦simas, los dem¨®grafos consultados lanzan una llamada de atenci¨®n: supone un giro respecto a los ¨²ltimos a?os en la mejor¨ªa de un indicador de bienestar como es la expectativa de longevidad.
En 2010, la esperanza de vida se cerr¨® con su t¨®nica habitual: al alza. Era de 78,94 a?os para los varones y de 84,91 para las mujeres. Pero el avance de datos oficiales del primer semestre de 2011 difundido ayer echa un jarro de agua fr¨ªa a esta tendencia. Entre julio de 2010 y junio de 2011 se redujo en siete cent¨¦simas para los hombres y nueve para las mujeres, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE).
Los nacimientos bajan un 1,1% en el primer semestre de 2011
El 35,5% de las nuevas madres no estaban casadas
"Aunque se trata de un descenso de cent¨¦simas, en principio, posiblemente irrelevante, hay que prestar atenci¨®n a esta ca¨ªda, porque rompe la tendencia de casi 50 a?os de aumento de la esperanza de vida", afirma el dem¨®grafo Albert Esteve, del Centro de Estudios Demogr¨¢ficos de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Recuerda que, como pauta general, los espa?oles han ganado un a?o en su esperanza de vida cada cuatro a?os. Tienen una de las expectativas de longevidad m¨¢s altas del mundo.
Esteve, como otros expertos consultados, se limita a hacer una llamada de alerta, pendientes de lo que pueda ocurrir a partir de ahora. Ninguno entra a analizar las posibles causas de ese descenso, por falta de datos. El INE, por su parte, califica la bajada como una cuesti¨®n meramente "coyuntural". Puede obedecer, por ejemplo, a un aumento de la mortalidad el pasado invierno, apuntan en el organismo dependiente del Ministerio de Econom¨ªa. En el primer semestre de 2011 la cifra de fallecimientos aument¨® un 3,8% (201.522 muertes). Tambi¨¦n recuerdan que en lo que va de siglo se produjo otra bajada similar (de seis cent¨¦simas de media en 2003, frente a las ocho de ahora). Ese a?o se produjo una mortalidad de personas mayores superior a lo habitual, debido, en parte, a la fuerte ola de calor, recuerda la dem¨®grafa experta en mortalidad Rosa G¨®mez Redondo, de la Universidad Nacional a Distancia (UNED). En 2005 y 2007 se registraron tambi¨¦n ca¨ªdas de una cent¨¦sima, que los expertos consideran irrelevantes.
"Lo relevante es la ruptura de tendencia. Hay que estar pendientes para ver si se consolida", abunda Julio P¨¦rez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC). Este dem¨®grafo apunta la posibilidad de que la bajada se deba a un error en el m¨¦todo de c¨¢lculo. La tambi¨¦n investigadora del CSIC Margarita Delgado cree que es preciso "estar atentos, pero sin desatar la voz de alarma". "La variaci¨®n de un a?o no supone un cambio de tendencia", discrepa. "No hay que alarmarse, pero s¨ª hay que ponerse en guardia para ver qu¨¦ pasa a partir de ahora, si cambian o no las causas de mortalidad", plantea G¨®mez Redondo. Aporta un elemento para la duda sobre los nuevos datos: no abarcan un a?o natural, por lo que no se pueden comparar de forma homog¨¦nea.
La esperanza de vida al nacimiento (se establece para los beb¨¦s de cada a?o) se fija teniendo en cuenta las pautas de mortalidad de ese momento (cu¨¢ntas personas mueren en cada tramo de edad) y da por hecho que se mantendr¨¢ esa pauta durante toda la existencia del reci¨¦n nacido. Este indicador est¨¢ considerado como un reflejo de la salud y el bienestar de una poblaci¨®n.
Los datos difundidos ayer por el INE apuntan tambi¨¦n otras ca¨ªdas, como la de los nacimientos. En el primer semestre del a?o pasado nacieron 230.537 beb¨¦s, un 1,1% menos que en el mismo periodo de 2010. Estas cifras abundan en la tendencia a la ca¨ªda que se observa desde 2009. A lo largo de todo el a?o 2010 nacieron en Espa?a 485.252 ni?os, un 1,7% menos que en 2009 (el a?o en el que se inici¨® el descenso de la natalidad tras una subida sostenida desde comienzos del presente siglo). Pese a la ca¨ªda de la natalidad, se mantiene el promedio de hijos por mujer en edad f¨¦rtil: es de 1,38 desde 2010. Esta tasa de fecundidad permanece estable entre las espa?olas (1,33), pero desciende entre las extranjeras hasta 1,61 (en 2009 ten¨ªan 1,67). Estos datos obedecen, en gran medida, a que ha descendido el n¨²mero de mujeres en edad f¨¦rtil y al ralent¨ª migratorio, seg¨²n los expertos. Las extranjeras aportaron 43.942 beb¨¦s, el 19,1% de los nacidos en el primer semestre del a?o pasado, frente al 20,2% del mismo periodo de 2010.
"La crisis econ¨®mica es un factor disuasorio para tener hijos", advierte Delgado. "Los poderes p¨²blicos est¨¢n muy preocupados por dar confianza a los mercados, pero tambi¨¦n hay que infundirla a los ciudadanos. Necesitan tener confianza en el futuro para formar una familia y decidirse a tener hijos", a?ade esta experta.
La nupcialidad tambi¨¦n cay¨® en el primer semestre de 2011: 69.864 bodas, un 5,7% menos que en los seis primeros meses de 2010. Los hijos extramatrimoniales contin¨²an en ascenso: 35,5% en 2010. "La nupcialidad ya solo es una parte de la conyugalidad", apunta Albert Esteve. Es decir, las uniones sin pasar por la iglesia o el juzgado contin¨²an en auge. Y la natalidad fuera del matrimonio, tambi¨¦n
Estevel tambi¨¦n ve el impacto de la crisis en la nupcialidad y la natalidad, "aunque aislar su efecto es dif¨ªcil". "Probablemente los efectos de la crisis los paguen m¨¢s los segundos hijos que los primeros", aventura. Entre otras cosas, porque en un escenario de retraso generalizado de la maternidad, el calendario biol¨®gico puede empujar a tenerlos, pero la coyuntura econ¨®mica y el desempleo pueden empujar a reducir la familia prevista.
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