Basta de demagogia
Que estamos en una situaci¨®n de emergencia es algo de lo que todos somos conscientes. Se puede discutir si esta situaci¨®n de emergencia es imputable en mayor medida a las Administraciones P¨²blicas o a los bancos, empresas y ciudadanos particulares, ya que, mientras la deuda p¨²blica espa?ola es de las m¨¢s bajas de todos los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, la deuda privada es de las m¨¢s altas. Tenemos un problema de deuda p¨²blica como consecuencia de la enormidad de nuestra deuda privada y no a la inversa. El Estado es la s¨ªntesis pol¨ªtica de la sociedad y cuando en una sociedad sus bancos, sus empresas y sus ciudadanos han contra¨ªdo deudas que no pueden pagar o que tienen muchas dificultades para pagar, es el cr¨¦dito del Estado el que se ve afectado. Cada ciudadano responde de sus deudas, y cada empresa y cada banco responden de las suyas. Pero del conjunto de todas ellas acaba respondiendo el Estado ante una situaci¨®n de emergencia. Lo puede hacer con f¨®rmulas diversas, y el abanico como consecuencia de esta crisis es amplio, pero tiene que acabar haci¨¦ndolo.
Esta es la situaci¨®n en que nos encontramos. El Estado, entendiendo por tal el conjunto de las Administraciones P¨²blicas, tiene que enfrentarse con el problema, empezando por la deuda contra¨ªda por dichas Administraciones. Y dada nuestra posici¨®n frente a los mercados, parece obvio que no hay otra alternativa que la austeridad. Vidal-Folch (C¨®mo crecer y crear empleo) escrib¨ªa ayer en EL PA?S pa¨ªs que si la UE puede seguir una pol¨ªtica expansiva, los Estados tienen que seguir la senda de la austeridad. Sin medidas de control del d¨¦ficit, no va a ser posible siquiera emitir deuda p¨²blica. El control del d¨¦ficit no es opcional. Es imperativo.
Y en ese control tienen que participar todas las Administraciones P¨²blicas sin excepci¨®n, correspondiendo al Gobierno de la naci¨®n fijar el objetivo de d¨¦ficit y adoptar todas las medidas que sean necesarias para alcanzarlo. Esto no parece razonable que pueda ser sometido a discusi¨®n.
Ahora bien, una cosa es el control del d¨¦ficit y otra muy distinta incluir el d¨¦ficit en el C¨®digo Penal. Eso es pura demagogia. Transmitir a los ciudadanos el mensaje de que el d¨¦ficit es consecuencia de conductas delictivas de los gobernantes que no han podido ser perseguidas como tales, porque no estaban tipificadas en el C¨®digo Penal, pero que de ahora en adelante ya no va a ser as¨ª, no se corresponde con la realidad. El d¨¦ficit no es producto de conductas delictivas y, en la medida en que hay conductas delictivas que han tenido incidencia en el d¨¦ficit, est¨¢n contempladas en el C¨®digo Penal y, cuando se ha tenido conocimiento de ellas, han sido y est¨¢n siendo perseguidas.
No se debe hacer demagogia nunca y menos desde el Gobierno de la naci¨®n. Porque siempre hay, adem¨¢s, alguien m¨¢s papista que el Papa, como el presidente de la Junta de Extremadura, que exige el disparate de que la reforma del C¨®digo Penal sea retroactiva, porque lo contrario supondr¨ªa una "amnist¨ªa" para quienes han delinquido en el pasado. Llevada esta opini¨®n hasta sus ¨²ltimas consecuencias, conducir¨ªa a que el actual ministro de Justicia, anterior alcalde de Madrid, esto es de la Administraci¨®n m¨¢s endeudada en Espa?a en t¨¦rminos relativos con mucha diferencia, el que tendr¨ªa que hacer el proyecto de ley de reforma del C¨®digo Penal para criminalizar el d¨¦ficit.
Estamos en una situaci¨®n de emergencia y tener ministros que juegan a aprendices de brujo es lo ¨²ltimo que el pa¨ªs necesita. El d¨¦ficit es una herramienta de pol¨ªtica econ¨®mica, de la que ning¨²n Estado ha podido prescindir en el pasado ni va a poder prescindir en el futuro. Y en el terreno de la pol¨ªtica econ¨®mica tiene que mantenerse.
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