Diez mujeres
Narrativa. Parafraseando el inicio de Ana Karenina, la novelista chilena Marcela Serrano le hace decir a Natasha, la d¨¦cima mujer, la psic¨®loga que re¨²ne en una suerte de rara terapia colectiva a sus pacientes, a nueve mujeres, que si todas las mujeres felices se parecen, las desgraciadas lo son cada una a su manera. Y las nueve mujeres, las diez, en realidad, lo son ciertamente, cada una a su manera; lo son, desgraciadas. Serrano, con estas voces de mujeres de muy distinta condici¨®n, extracci¨®n y situaci¨®n, todas ellas (mal)heridas por los inconvenientes de la vida, por los infortunios de los (des)amores, por las soledades que arrastran y cicatrizan con dificultad, ha tejido una inmensa colcha de colores, tantos como teselas de ese rico mosaico que nos presenta, teselas que tienen, cada una, nombre, edad, condici¨®n y, a su vez, pueden acoger en su interior otros colores que se mezclan con el principal. Todas son pacientes, a su manera, unas pagan y otras no, de una psic¨®loga que las re¨²ne para que, por turnos -este planteamiento quiz¨¢ sea por facil¨®n la parte m¨¢s endeble de una novela coral; no hay interacci¨®n entre cada una de esas voces, de esos nombres de mujer-, vayan monologando sus miserias y sus frustraciones, y tambi¨¦n sus alegr¨ªas y sus momentos de rara euforia. Resulta as¨ª una inmensa colcha llena de color que lleva un forro que la completa y ¨¦ste no es otro que el paisaje de su pa¨ªs, ese Chile alargado, antes, durante y despu¨¦s de Allende-Pinochet, como dos polos contrapuestos de una historia reciente. Todas ellas, pacientes, tienen determinada enfermedad adjetivada, pero ni a la escritora ni a los lectores nos importa tanto el diagn¨®stico como la voz -plural y muy rica en matices: es un chileno hablado muy vivaz y colorista, como la colcha- de esas mujeres que relatan sus vidas, unas como es l¨®gico m¨¢s interesantes que otras, y que el lector elija la voz, la historia, el pedazo de colcha que m¨¢s le importe. A su manera.
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