La reforma laboral de nunca acabar
Las normas del mercado de trabajo han cambiado con cada crisis, pero eso no evita que las recesiones se ceben con el empleo
En Espa?a se cree en el poder taumat¨²rgico de las leyes. A cada problema hay que oponerle una ley o una reforma de la ley que lo resuelva. Y el paro, qu¨¦ duda cabe, es el gran problema que aqueja a Espa?a. El mercado laboral est¨¢ enfermo, una tasa del 21,5% de desempleo certifica el diagn¨®stico. La medicina est¨¢ clara: una reforma del Estatuto de los Trabajadores. El nuevo Gobierno ya la ha anunciado. Ser¨¢ la en¨¦sima de la democracia y tendr¨¢ un reto tan grande como las anteriores, poner los cimientos para que en la pr¨®xima crisis, Espa?a no vuelva superar el 20% de paro.
Para tener ¨¦xito y poner punto final a este cuento de nunca acabar en que se ha convertido la reforma laboral durante la crisis -se han abordado dos significativas y no han satisfecho a nadie-, el cat¨¢logo de modificaciones tendr¨¢ que ser amplio. "Casi todas las reformas laborales que se han aprobado hasta ahora han sido muy parciales", analiza el economista laboral Jos¨¦ Ignacio P¨¦rez Infante, director general de Empleo en los a?os ochenta, cuando se le pregunta por qu¨¦ no se ha tocado la tecla adecuada todav¨ªa. Aunque en su opini¨®n cabe la duda de que ahora, en medio de una recesi¨®n, sea el momento adecuado porque pueden agravar el problema: "No es el momento, porque las medidas para la contrataci¨®n no funcionan, mientras que las del despido, s¨ª".
Los cambios laborales tendr¨¢n que ser amplios y pactados para ser eficaces
La temporalidad es el problema m¨¢s grave que hay que atajar
Las modificaciones hechas hasta ahora han sido parciales y limitadas
Hay que tener cuidado para evitar efectos segundarios no desados y da?inos
Fedea, una fundaci¨®n de estudios econ¨®micos patrocinada por las grandes empresas, coincide en el diagn¨®stico: "Nuestra larga historia de acuerdos y reformas parciales nos ha conducido a un caso extremo de mercado laboral segmentado". Discrepa en la urgencia, cree que tendr¨ªa que haberse hecho antes, y que hasta el momento se ha perdido el tiempo.
El excesivo peso de los contratos temporales, el 26% del total, es la diana a la que dirigen el objetivo todos los expertos. Fedea habla de segmentaci¨®n. "Dualidad" le llaman P¨¦rez Infante o Jes¨²s Lahera, profesor de Derecho Laboral. El Gobierno tambi¨¦n mira en esa direcci¨®n. El ministro de Econom¨ªa, Luis de Guindos, se declar¨® partidario de un contrato ¨²nico indefinido como soluci¨®n. Y la vicepresidenta Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa no ha querido aclarar en qu¨¦ est¨¢ pensando exactamente el Gobierno. Solo anticip¨® una simplificaci¨®n del n¨²mero de contratos. Pero para otros, como Luis Toharia, profesor de Econom¨ªa Laboral, el contrato ¨²nico no es m¨¢s que una "soluci¨®n sem¨¢ntica", seg¨²n explica en su ¨²ltimo art¨ªculo, publicado en la Gaceta Sindical de CC OO.
Para el catedr¨¢tico de Derecho Laboral, Jes¨²s Cruz Villal¨®n, resolver este problema, y el resto del mercado laboral, requiere una reforma amplia. "La temporalidad no funciona aisladamente. Esto no es una pieza independiente del convenio o del despido". En otras palabras, la reforma laboral tiene que ser amplia.
Pero esa gran reforma laboral, que necesitar¨¢ la ayuda y el empuje de la vuelta del cr¨¦dito y la recuperaci¨®n econ¨®mica para funcionar, precisa del pacto de los agentes sociales para ser garant¨ªa de ¨¦xito. Los cambios en el Estatuto de los Trabajadores efectuados hasta ahora que no han contado con el apoyo de UGT, CC OO, CEOE y Cepyme se han bloqueado cuando llegaban a las empresas. Fue el caso de 1994. La que ha sido la reforma laboral m¨¢s ambiciosa hasta el momento, que provoc¨® una huelga general, se paraliz¨® hasta que se recompusieron las relaciones entre sindicatos y empresarios en 1997.
Sin embargo, ese precisamente, el pacto social, es el principal obst¨¢culo para una reforma laboral amplia. Los sindicatos y los empresarios no se han puesto de acuerdo durante toda la crisis cuando se ha tratado de llevar a cabo cambios de calado en la norma. Pas¨® en 2010. Volvi¨® a pasar en la reforma de convenios del a?o pasado. Y han tropezado otra vez ahora.
El acuerdo que han puesto sobre la mesa, por el momento, no toca los temas sustantivos: contrataci¨®n, formaci¨®n, negociaci¨®n colectiva o despido. Y abona afirmaciones como la de P¨¦rez Infante: "Siempre que ha habido una reforma pactada, los acuerdos han sido de m¨ªnimos". Es lo que sucedi¨® en 2006, cuando Gobierno y agentes sociales se unieron para atajar la temporalidad solo a base de l¨ªmites en el encadenamiento de contratos y con bonificaciones a la contrataci¨®n
Conscientes de que la legitimidad de los agentes sociales, tambi¨¦n llega por su capacidad de encontrar puntos en com¨²n, ambas partes tratan estos d¨ªas de alcanzar un acuerdo de moderaci¨®n salarial para capear la recesi¨®n en la que se adentra Espa?a. Esta es la v¨ªa, en realidad una subida de sueldos por debajo de la inflaci¨®n (traducci¨®n: una rebaja real de las remuneraciones de los asalariados), m¨¢s r¨¢pida y sencilla que encuentran agentes sociales, Gobierno y organismos internacionales (Banco Central Europeo, FMI, OCDE...) para que las empresas espa?olas ganen mercado exterior y no tengan que destruir empleo.
El acuerdo est¨¢ cerca, seg¨²n apuntan varias fuentes de la negociaci¨®n. Incluso en donde parece m¨¢s dif¨ªcil, en la estructura de la negociaci¨®n colectiva, esto es, en qu¨¦ tipo de convenio (sectorial o empresarial debe prevalecer o qu¨¦ materias debe abordar cada uno). De hecho, hay un sector que ya ha marcado el camino: la construcci¨®n.
El pasado viernes el ladrillo firm¨® un pacto hasta 2016. En ¨¦l se contempla una subida a partir de este a?o de las tablas salariales de 2011 del 1%, casi un punto por debajo de lo previsto por la mayor¨ªa de analistas para el IPC. Y adem¨¢s, pese a que el acuerdo es plurianual, la revisi¨®n de cada a?o se tendr¨¢ que acordar para cada ejercicio. De esta forma, se trata de corregir uno de los principales defectos de los que adolece la negociaci¨®n colectiva: la lentitud de los sueldos para adaptarse a los cambios de la coyuntura econ¨®mica, como sucedi¨® en 2009, cuando la econom¨ªa ca¨ªa y se bordeaba la deflaci¨®n, mientras los salarios crecieron un 2,2%.
Adem¨¢s, la patronal y los sindicatos de la construcci¨®n han establecido criterios objetivos para que las empresas en dificultades -una ca¨ªda del 12% del resultado de explotaci¨®n o de la facturaci¨®n por empleado- puedan dejar de cumplir con las exigencias del convenio en asuntos como el r¨¦gimen salarial, los horarios o la jornada. Con una condici¨®n: que se hayan cumplido los acuerdos de a?os anteriores, lo que deja fuera a las provincias andaluzas.
A este tipo de cl¨¢usulas los expertos le llaman flexibilidad interna, una de las grandes ausentes del mercado laboral espa?ol, que en otros pa¨ªses europeos, como Alemania, han salvado miles de puestos de trabajo en la Gran Recesi¨®n. "Se puede hacer mucho en este tema, tanto en la ley como en los convenios", explica Cruz Villal¨®n, "pero los cambios tienen que estar equilibrados entre sindicatos y empresarios".
La flexibilidad interna o el impulso de la contrataci¨®n parcial son dos de las demandas que recoge el bufete laboralista Sagardoy para impulsar la creaci¨®n de empleo. No obstante, hay que tener presente que no siempre es posible recurrir a medidas alternativas al despido. Y m¨¢s en una econom¨ªa con una estructura productiva como la espa?ola.
La flexibilidad interna es el instrumento al que recurren los empresarios cuando pierden facturaci¨®n para no perder a los trabajadores que aprecian, normalmente por su formaci¨®n y su productividad, algo que suele estar asociado al sector industrial y a los servicios de alto valor a?adido. Pero en la econom¨ªa espa?ola, estas ramas tienen poco peso espec¨ªfico y todav¨ªa menos si se trata de empleo. La industria supone el 17% del producto interior bruto y emplea a un 14% del conjunto de la mano de obra.
El listado de temas que tiene que abarcar la reforma laboral es amplio. A los enunciados hasta la saciedad (contrataci¨®n, despido, negociaci¨®n colectiva o flexibilidad interna), hay que sumar otros: absentismo, formaci¨®n, pol¨ªticas activas de empleo o desempleo juvenil. El Miniserio de Empleo ya se ha puesto manos a la obra, seg¨²n ha anunciado esta semana la ministra F¨¢tima B¨¢?ez. En el alambique normativo tendr¨¢ que conjugar el equilibrio con la necesidad. Y, sobre todo, tomar ejemplo de otras reformas con peligrosos efectos secundarios. Como la de 1984, cuando se descausaliz¨® la contrataci¨®n temporal para combatir el alto paro de entonces, o la de 2002, cuando se eliminaron los farragosos tr¨¢mites del despido injustificado y casi se generaliz¨® su uso. Porque, como dice el profesor Luis Toharia, a la luz de reformas anteriores, se deber¨ªa tener en cuenta que: "Los ¨²nicos efectos grandes que suelen tener los cambios normativos del mercado de trabajo son precisamente aquellos que nadie previ¨®".
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