Mantas y mantas
Nada nuevo bajoel sol: llega el mensajero con una mala noticia y lo que se impone es castigarlo por venir con esos cuentos. Hace unos d¨ªas ha ocurrido en Castell¨®n, concretamente en Almassora. Para ser a¨²n m¨¢s precisos: en el instituto IES Vila-roja. Resulta que es uno de los tantos centros que andan padeciendo los recortes que la Generalitat valenciana se ha visto obligada a hacer tras esos largos a?os en que sus autoridades se dedicaron a cabalgar a lomos del despilfarro y la corrupci¨®n, lanzados, sin freno alguno, a perpetrar sus sue?os megalomaniacos (ejemplo: aeropuerto sin aviones con majestuosa estatua al pr¨®cer).
Vaya, que ahora no hay dinero y, por tanto, no hay calefacci¨®n. Un alumno hizo una foto de sus compa?eros pasando clases cubiertos con mantas y la colg¨® en Facebook. Respuesta inmediata de la direcci¨®n: castigo. Lo mandaron cuatro d¨ªas a casa, aunque volvi¨® al instituto tras una jornada de expulsi¨®n.
Hace unos d¨ªas el Gobierno de la Comunidad Valenciana aprob¨® 1.057 millones de euros de recortes, que afectar¨¢n sobre todo
a los sueldos de los funcionarios de sanidad y educaci¨®n y a los trabajadores interinos. As¨ª que el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, aprovech¨® una entrevista en la radio para invitar a los empleados de la Administraci¨®n a "apretar los dientes, cerrar los pu?os y seguir adelante". Tiempo de hero¨ªsmo: salir del hoyo como sea y, si hace fr¨ªo, cubrirse con una manta. No hay otra.
Quien llevar¨¢ ya un par de d¨ªas apretando los dientes, pero por razones bien distintas, es Carlos Fabra, expresidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n, l¨ªder del Partido Popular en esa regi¨®n e inspirador principal de ese original aeropuerto sin aviones. El juzgado de Nules decret¨® el pasado viernes la apertura de juicio oral contra ¨¦l por los delitos de tr¨¢fico de influencias, cohecho y fraude fiscal, y se le impuso una fianza de 4,2 millones de euros de la deber¨¢ responder este lunes. Gast¨® tanto en sus proyectos que no hay dinero para calefacci¨®n en algunos institutos de su regi¨®n. Y mientras las mantas de sus alumnos se convierten en s¨ªmbolos de protesta, quiz¨¢ Carlos Fabra deba agenciarse alguna. Pero no para protegerse del fr¨ªo, sino de la verg¨¹enza.
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