Una propuesta simple, cl¨¢sica, actual
?Qu¨¦ podemos hacer ante la brutal y en parte irreversible situaci¨®n del desempleo? ?C¨®mo enfrentarnos a la erosi¨®n de servicios p¨²blicos y su p¨¦rdida de legitimidad? Ayer se celebr¨® en N¨¢poles el Forum dei Comuni per i beni comuni, una iniciativa municipal, con la presencia de alcaldes tan significativos como los de Mil¨¢n (Pisapia), Cagliari (Zedda), Venecia (Orsoni), Bari (Emiliano), Bolonia (Merola) y el propio De Magistris, alcalde N¨¢poles. El asunto no puede ser m¨¢s actual: la defensa de los bienes comunes, de los bienes p¨²blicos, de los bienes de todos. Como dice Robert Reich, lo que define una sociedad como tal es una estructura de beneficios y obligaciones comunes, que reposan en instituciones y valores de car¨¢cter p¨²blico. Y lo que nos ocurre ahora es que estamos metidos en una deriva irracional por la cual todo lo que aparece como p¨²blico, como com¨²n, se encuentra bajo sospecha. En los ¨²ltimos a?os, las historias de ¨¦xito se concentran en quienes acumulan beneficios, evaden impuestos, presionan a los Gobiernos e instalan redes financieras globales. La fuerza cohesionadora de lo com¨²n, el relato de lo p¨²blico, sobre el que se asent¨® la reconstrucci¨®n de Estados Unidos y de Europa tras la Gran Depresi¨®n y la guerra han ido dejando paso a la ret¨®rica y al relato de la ineficiencia y al derroche de lo estatal. Razones no han faltado, y hemos de reconocer que no siempre las cosas se han hecho bien, y muchas veces lo estatal es sin¨®nimo de burocr¨¢tico, r¨ªgido y jer¨¢rquico. Pero la alternativa que se nos ofrece no es ni mucho menos mejor. Lo privado, lo puramente mercantil, no resuelve ni fundamenta necesidades comunes ni amenazas compartidas. Con la racionalidad utilitarista del "cada uno a lo suyo", no iremos muy lejos.
En los ¨²ltimos 30 a?os hemos asistido a una formidable transferencia de soberan¨ªa hacia la esfera mercantil
?Pero hay salida frente al dilema de "m¨¢s mercado o m¨¢s estado"? La l¨®gica de los bienes comunes es otra. Hablamos de bienes que por su propia naturaleza y m¨¢s all¨¢ del tipo de propiedad que les pueda caracterizar, tienen una funci¨®n b¨¢sica, esencial para la colectividad. Una relectura comunal de la Constituci¨®n Espa?ola nos muestra que podemos considerar bienes comunes r¨ªos, fuentes, lagos, el agua en general, el aire, los espacios naturales, los bosques, los montes vecinales "en mano com¨²n", las costas, la fauna y flora, los bienes culturales y arqueol¨®gicos (art¨ªculo 132 y art¨ªculos 44, 45, 46); "bienes soberanos", que fundamentan los servicios p¨²blicos considerados esenciales y de inter¨¦s econ¨®mico general, y que aseguran la vida, la dignidad, la educaci¨®n, la salud... (art¨ªculos 9.2, 10, 15, 20, 27, 39, 41, 43); y "bienes sociales", como la vivienda p¨²blica, el conjunto de edificios p¨²blicos, las redes de servicios p¨²blicos (art¨ªculo 132).
En estos 30 a?os hemos visto todo lo contrario. Privatizaciones y proliferaci¨®n de gesti¨®n mercantil de bienes comunes esenciales para la comunidad, para la dignidad y supervivencia de las personas y de las colectividades en que se integran. Hemos ido asistiendo a una formidable transferencia de soberan¨ªa hacia la esfera mercantil. Los bienes comunes, por su propia naturaleza, han de ser gestionados colectivamente, ya que la l¨®gica de su existencia y de la necesidad de preservarlos es universal, humana. Los poderes p¨²blicos han de reconocer, regular y garantizar su existencia y protecci¨®n, pero no por ello han de estatalizar su gesti¨®n. Los ciudadanos son quienes pueden autogestionarlos desde una l¨®gica democr¨¢tica y comunitaria.
Lo que est¨¢ en juego es la superaci¨®n de la dicotom¨ªa Estado/sociedad, o bienes p¨²blicos/bienes privados, para avanzar en un derecho p¨²blico participado, desde la proximidad y el control colectivo. La r¨¢pida difusi¨®n de la contemporaneidad de los bienes comunes muestra la necesidad que sentimos de dotarnos de una nueva racionalidad que canalice las transformaciones vitales que experimentamos y que combinen los aspectos sociales, econ¨®micos y pol¨ªticos. M¨¢s all¨¢ del dilema p¨²blico/privado, se busca reconstruir v¨ªnculos entre personas, entre necesidades y bienes, enraizando directamente en la ciudadan¨ªa los derechos vitales. No se trata de avanzar "en otra forma de propiedad", sino en "lo opuesto a la propiedad".
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.