Reina de diamantes
En este mundo l¨ªquido seg¨²n el soci¨®logo Zygmunt Baugman, en el que todo fluye y flota en un cambio constante, en el que las cosas, las personas, los acontecimientos, se disuelven enseguida confundi¨¦ndose con lo virtual, sin dejar apenas huella, es sorprendente la perdurabilidad de una anciana inglesa de 85 a?os que el lunes cumplir¨¢ su 60? aniversario como Reina del Reino Unido de la Gran Breta?a e Irlanda del Norte, Cabeza de la Commonwealth y Defensora de la Fe. Esta historia comenz¨® hace m¨¢s de medio siglo, el 6 de febrero de 1952. La princesa Isabel disfrutaba de unas vacaciones en Kenia cuando recibi¨® una noticia urgente. Su padre, el rey Jorge VI, el de la pel¨ªcula El discurso del rey, monarca a su pesar tras la abdicaci¨®n de su hermano mayor Eduardo VIII, acababa de fallecer v¨ªctima de un c¨¢ncer de pulm¨®n. La joven Isabel era la nueva reina con solo 25 a?os. En Londres fue recibida, al pie del avi¨®n, por el primer ministro Winston Churchill, que con 77 a?os regresaba por tercera vez al 10 de Downing Street. La Inglaterra de los a?os cincuenta era todav¨ªa una naci¨®n homog¨¦nea, el imperio daba sus ¨²ltimas boqueadas, sustituido por el Estado de bienestar. Isabel II ha acompa?ado la dif¨ªcil adaptaci¨®n de un imperio, que se extend¨ªa a una cuarta parte de la superficie terrestre, a un pa¨ªs importante de tipo medio, que no se siente plenamente europeo y sue?a a¨²n con mantener una relaci¨®n especial, ya muy difuminada, con Estados Unidos.
?Qu¨¦ ha hecho una mujer tan normal para ser tan popular, pese a mantener la distancia con el pueblo?
Reino Unido se prepara para darse un fest¨ªn de pompa y patriotismo, primero con el Jubileo de diamantes de la soberana, que culminar¨¢ el primer fin de semana de junio con un festival naval en el T¨¢mesis en el que la galera real ser¨¢ acompa?ada por 1.000 barcos, previsiblemente con la m¨²sica acu¨¢tica de Haendel. Y a continuaci¨®n, los Juegos Ol¨ªmpicos. Gran Breta?a, asomada a la recesi¨®n, se pregunta ad¨®nde va y qu¨¦ es ser brit¨¢nico hoy, mientras Escocia plantea un refer¨¦ndum de independencia. ?Qu¨¦ ha hecho una mujer tan normal, con una imagen tan de clase media agarrada a sus bolsitos, bajo sus sombreros de ala corta, como miles de clientas de supermercado de barrio de cualquier ciudad del reino, para ser tan popular manteniendo a la vez la distancia con su pueblo y el misterio de una instituci¨®n irracional y anacr¨®nica como la monarqu¨ªa? Se ha mimetizado con sus ciudadanos, es ya parte del paisaje. Los brit¨¢nicos, en su inmensa mayor¨ªa, no han conocido otro rey. La opini¨®n p¨²blica republicana se mantiene en un fijo 30% y las cr¨ªticas a la instituci¨®n se producen con toda normalidad. Pero su titular es admirada. Super¨® el pinchazo sufrido tras la muerte de la princesa Diana, cuando en su frialdad no se dej¨® arrastrar por la histeria popular atizada por los tabloides con la canonizaci¨®n de la princesa de los corazones. Y tambi¨¦n el comportamiento no ejemplar de su heredero, el pr¨ªncipe Carlos.
Expurgando en la catarata de libros sobre la reina aparecidos con motivo de este aniversario, destaca una idea que es casi un principio republicano. La reina es lo que hace y se legitima a diario, seg¨²n el periodista Andrew Marr, quiz¨¢ el mejor bi¨®grafo de la soberana, en The Real Elizabeth: an intimate portrait of Queen Elizabeth II (Henry Holt). Es una mujer t¨ªmida, discreta y concienzuda. Ha acumulado una cantidad de informaci¨®n confidencial como ninguna otra personalidad mundial. No es emocional, es justa, amable pero exigente. En privado tiene sentido del humor. Procura viajar por el pa¨ªs y el extranjero. Suele decir: "Tengo que ser vista para ser cre¨ªda", pero esa credibilidad tiene que ser matizada por la distancia, ni una lupa exagerada ni excesivamente lejana, capaz de mantener el extra?o misterio y la dignidad del s¨ªmbolo que representa. Isabel II nunca ha dado una entrevista, se desconoce su pensamiento pol¨ªtico, pero ejerce con neutralidad su oficio. Ha sido h¨¢bil evitando los problemas. No se ha dejado arrastrar nunca por las modas y ha visto pasar muchas. Es una persona muy privada que cree totalmente en ser lo opuesto a la celebridad. Por responsabilidad, porque sabe que su misi¨®n es durar, la fama sube y cae y la reina y la instituci¨®n permanecen. Ha cohesionado una sociedad brit¨¢nica ya mestiza.
En cualquier caso, la pregunta del mill¨®n es ?c¨®mo cambiar¨¢ la opini¨®n sobre la monarqu¨ªa en Reino Unido cuando se produzca la sucesi¨®n? El prudente ejercicio de su funci¨®n ejercido por Isabel II, su equilibrio, no est¨¢ autom¨¢ticamente garantizado por su heredero. Es posible, sin embargo, que el destronado rey de Egipto, el corrupto Faruk, tuviera raz¨®n en su pron¨®stico: "En el siglo XXI solo quedar¨¢n cinco reyes, los cuatro de la baraja y el de Inglaterra". Mientras tanto, God save the Queen.
fgbasterra@gmail.com
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