Con deuda y sin casa
Al menos 60 propietarios denuncian una supuesta estafa por la que han vendido sus viviendas, pero el banco les sigue reclamando cada mes la cuota hipotecaria
Si hay algo peor que pagar una hipoteca, es hacerlo por una vivienda que no es nuestra. Alejandra Celis y Estuardo Torres, ecuatorianos de nacimiento, quer¨ªan acabar como fuera con el sue?o espa?ol de ser propietarios de una vivienda. Estuardo pas¨® de pagar 1.000 a 1.965 euros mensuales. La letra de Alejandra subi¨® a 1.390 euros. Hace unos meses se les present¨® una oportunidad ¨²nica: vender sus viviendas por el importe pendiente de la hipoteca y poder seguir viviendo en ella de alquiler. As¨ª lo hicieron.
Ahora, el banco les reclama mes a mes la hipoteca de un piso del que ya no son propietarios. No son los ¨²nicos que han perdido sus casas. Alguno debe, adem¨¢s, hasta 7.000 euros de letras impagadas y est¨¢ inmerso en un proceso de embargo.
"Me ha pagado s¨®lo una letra desde junio y yo he pagado casi 6.000 euros de alquiler", dice Estuarto Torres
Hay al menos 60 propietarios, y cada d¨ªa son m¨¢s, que dicen ser v¨ªctimas de una estafa a manos de la mercantil Servicios Financieros Saffi, SL, que hasta hace poco ten¨ªa su domicilio en la calle de la Gran V¨ªa 57, despacho 5, constituida en el a?o 2007 con un capital total de 3.000,06 euros y al frente de la cual est¨¢ Fernando Navas Moreno, seg¨²n se recoge en las denuncias presentadas. La primera, en una comisar¨ªa de polic¨ªa por presunta estafa, tiene fecha de 28 de septiembre. La mayor¨ªa de los afectados, unas 45 personas, son ecuatorianos y forman parte de la asociaci¨®n Los Arrayanes.
El negocio, que continuaba hasta hace escasas semanas, consiste en que Fernando Navas compraba las viviendas ante notario y como precio ofrec¨ªa la cantidad pendiente de amortizar de la hipoteca. En la escritura se especifica que se subrogaba en la hipoteca y que reten¨ªa el precio para cancelar el pr¨¦stamo hipotecario existente. Todos los gastos, incluida la plusval¨ªa municipal, deb¨ªan ser abonados por ¨¦l, por lo que la operaci¨®n no ten¨ªa coste alguno para los supuestos estafados.
Seg¨²n el abogado Andr¨¦s Vilacoba, que defiende a 50 personas propietarias de 29 pisos y que hasta la fecha ha presentado tres querellas, "parte de la trama se basaba en hacer creer que no todas las viviendas eran susceptibles de ser adquiridas por el se?or Navas, por lo que aquellos que ten¨ªan una vivienda que le interesaba se sent¨ªan afortunados. Como luego se comprob¨®, compraba cualquier inmueble, daba igual que midiese 30 metros cuadrados que 77 metros".
Navas les alquilaba las viviendas vendidas, por lo que ni tan siquiera se ve¨ªan obligados a abandonarla. El precio del alquiler variaba en funci¨®n de la hipoteca: se mov¨ªa entre los 700 y los 1.000 euros.
La compraventa de la vivienda con subrogaci¨®n se hac¨ªa ante el notario Eusebio Gonz¨¢lez Lasso y en el mismo momento se firmaba el contrato de alquiler. Supuestamente, Navas cancelaba las hipotecas. El problema es que nunca se lleg¨® a subrogar de ninguna.
Las primeras denuncias
"Queda palpable la existencia de un enga?o inicial y causante en el querellado, que carece de medios econ¨®micos para asumir el pago de las hipotecas y que en total asciende a 3.469.581 euros", recoge en una de las querellas Andr¨¦s Vilacoba, del bufete Vilacoba, Ruiz, Parra & Asociados Abogados. Tampoco tiene "infraestructura m¨¢s all¨¢ de un local alquilado, ni cuenta con posibilidades econ¨®micas de hacer frente a los m¨¢s de dos millones de euros para cancelar las hipotecas".
Alejandra Celis firm¨® la venta del piso en el mes de julio y en agosto pag¨® el primer mes de alquiler, 850 euros. "Pero Navas no pag¨® la letra de ese mes y le pusimos una denuncia", explica Alejandra, a quien la Kutxa, aconsej¨® no firmar porque "podr¨ªa ser un fraude y porque en esa operaci¨®n ten¨ªa que estar presente un gestor del banco". Tambi¨¦n acudi¨® a la oficina del consumidor y le dijeron que era una operaci¨®n legal. "Cuando le vendimos el piso est¨¢bamos al corriente de los pagos y ahora debemos tres letras". En la familia de Alejandra hay tres v¨ªctimas de este supuesto fraude.
Estuardo Torres, que cobra 600 euros mensuales de paro, est¨¢ pendiente de una notificaci¨®n de embargo. En el mes de septiembre deb¨ªa al banco 7.500 euros. "Fernando Navas ha pagado ¨²nicamente una letra desde el mes de junio y yo he pagado casi 6.000 euros de alquiler", afirma Estuardo. "Mentira tras mentira" es lo que dice haber escuchado de Navas, que tambi¨¦n se comprometi¨® a costear cuatro recibos pendientes de la comunidad de vecinos. Alejandra y Estuardo siguen viviendo en la que hasta hace poco era su casa.
Seg¨²n el abogado Vilacoba, los perjuicios que est¨¢n sufriendo estas personas son evidentes: han perdido la propiedad de sus viviendas, han impagado las cuotas del pr¨¦stamo hipotecario, se ven obligadas a pagar intereses moratorios y las entidades han hecho uso de la cl¨¢usula de vencimiento anticipado por lo que ser¨¢n ejecutados; y, adem¨¢s, deben abonar la plusval¨ªa municipal al ser los sujetos pasivos del impuesto, ya que el querellado no ha liquidado cantidad alguna por este concepto.
Por si fuera poco, han perdido el dinero entregado en concepto de fianza, as¨ª como los pagos mensuales del alquiler. La captaci¨®n de las supuestas v¨ªctimas se realizaba bajo dos f¨®rmulas. Una de ellas era a trav¨¦s de captadores que percib¨ªan a cambio una cantidad de dinero. "Uno de los intermediarios era un ecuatoriano llamado Osvaldo Paz Castillo, que ganaba unos 5.000 euros por cada cliente que llevaba a Fernando Navas; en total consigui¨® 85.000 euros", indica Edgar Pe?aloza, presidente de la asociaci¨®n Los Arrayanes. La otra f¨®rmula era el boca a boca entre parientes y amigos que se encontraban en las mismas circunstancias.
La versi¨®n de Navas
Sin embargo, la realidad de Fernando Navas Moreno, con el que Propiedades ha podido hablar, es bien distinta. Navas, de 63 a?os, dice no ser un estafador. Cuenta c¨®mo hace un a?o a su empresa, hasta el momento especializada en opciones de compra sobre casas, empiezan a llegar propietarios que le piden desesperadamente que se quede con sus casas y les dejen vivir de alquiler en ellas. Al principio se firmaron 10 contratos, el 80% propietarios espa?oles con los que no hubo ning¨²n problema. "Son personas desesperadas que te dicen 'me da igual, sea como sea, pero no puedo pagar la hipoteca", dice Navas.
"El problema ha surgido con todas estas personas que a los cinco d¨ªas de haber firmado quer¨ªan revocar el contrato porque el banco les hab¨ªa dicho que la hipoteca era suya, que el piso m¨ªo y que esto era una estafa". Su conclusi¨®n: "Esta gente quiere marcharse del pa¨ªs y pasar el piso a otro".
El notario explic¨® a los vendedores los tr¨¢mites y les advirti¨® de que ¨¦stos duraban varios meses hasta que se consegu¨ªa la subrogaci¨®n. Estos tr¨¢mites consist¨ªan en que primero Navas deb¨ªa haber inscrito esos pisos a su nombre en el Registro de la Propiedad y despu¨¦s solicitar la subrogaci¨®n a la hipoteca. Pero nunca lleg¨® a inscribir ninguno, salvo uno. "No tengo ninguna vivienda a mi nombre y ahora no me voy a gastar 15.000 euros que cuesta cada inscripci¨®n".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.