Obama lanza un plan de est¨ªmulo en infraestructuras para crear empleo

Con la vista puesta en las elecciones legislativas de noviembre, Barack Obama solicit¨® ayer al Congreso una fuerte inversi¨®n en la modernizaci¨®n de infraestructuras como primer paso de una nueva inyecci¨®n de dinero p¨²blico que pretende ayudar a la econom¨ªa a acelerar el lent¨ªsimo ritmo de recuperaci¨®n actual y, sobre todo, favorecer la creaci¨®n de puestos de trabajo , de lo que en estos momentos depende todo el proyecto pol¨ªtico del presidente.

El plan de infraestructuras, que exige un gasto inicial de 50.000 millones de d¨®lares (unos 38.800 millones de euros) y que pretende reconstruir centenares de miles de kil¨®metros de autopistas, v¨ªas f¨¦rreas y aeropuertos, forma parte de un nuevo plan de est¨ªmulo econ¨®mico que se completar¨¢ con el anuncio, el mi¨¦rcoles, de una rebaja fiscal de 100.000 millones de d¨®lares a las empresas que creen empleo . El propio Obama expondr¨¢ otros detalles de su plan el pr¨®ximo viernes.

De esa manera se cerrar¨¢ una semana en la que el presidente intenta salir al paso de esta desfalleciente econom¨ªa, que es incapaz de crear empleo al ritmo esperado y mantiene la tasa de paro en un 9,6% pol¨ªticamente inmanejable. La iniciativa presentada ayer, que incluye la creaci¨®n de un banco de infraestructuras para inversiones posteriores, promete crear puestos de trabajo de forma inmediata y pretende que la inversi¨®n inicial sea cubierta con el dinero que se obtendr¨¢ por la eliminaci¨®n de subvenciones a la industria del petr¨®leo. Todo el proyecto queda en manos del Congreso, donde existen serias dudas de que pueda salir adelante.

"Estamos hablando de una inversi¨®n en el futuro que crear¨¢ cientos de miles de puestos de trabajo en el sector privado", declar¨® ayer Obama al defender su plan en un discurso con motivo del D¨ªa del Trabajo ?que en Estados Unidos se celebra el primer lunes de septiembre? en Milwaukee (Wisconsin).

La Casa Blanca no quiere denominar a esta nueva ofensiva un nuevo plan de est¨ªmulo econ¨®mico, aunque lo es, porque el que fue aprobado a los pocos d¨ªas de comenzar la presidencia de Obama, de cerca de 800.000 millones de d¨®lares, no se ha ganado el favor del p¨²blico ni ha conseguido los ambiciosos resultados que se propon¨ªa. En el mejor de los casos, el plan de est¨ªmulo de 2009 evit¨® que la situaci¨®n llegara a ser a¨²n peor, pero al precio de extender entre los norteamericanos la imagen de un presidente derrochador que usa con demasiada ligereza el dinero del contribuyente sin obtener resultados. Este segundo est¨ªmulo que anunci¨® ayer no ayudar¨¢, desde luego, a paliar esa imagen, pero la Casa Blanca espera que a medio plazo sirva para crear empleo y que con eso permita la reconciliaci¨®n entre el presidente y sus votantes.

Est¨¢ por ver. De momento, su paso por el Capitolio va a ser extremadamente complicado. Dando por descontada la oposici¨®n de los republicanos, para los propios dem¨®cratas ser¨¢ muy arriesgado dar su voto a un nuevo plan de gasto p¨²blico con un presidente cuya popularidad sigue cayendo y est¨¢ ya en torno al 45%.

La baza del presidente para conseguir la aprobaci¨®n de su nuevo plan es demostrar a los ciudadanos que el partido de la mayor¨ªa gobernante en Washington no est¨¢ con las manos cruzadas ante la inquietud econ¨®mica reinante, que quiere hacer cosas y tiene iniciativas para mejorar la vida de todos los estadounidenses.

Aun consiguiendo la luz verde del Congreso, las nuevas medidas no llegar¨¢n a tiempo para cambiar dr¨¢sticamente el pron¨®stico de las elecciones de noviembre, en las que se anticipa una fuerte derrota dem¨®crata, con la posibilidad incluso de que el Partido Republicano recupere el control tanto del Senado como de la C¨¢mara de Representantes. Si Obama no consigue la aprobaci¨®n de su plan antes de las elecciones, es pr¨¢cticamente imposible que lo logre despu¨¦s.

Pocas armas m¨¢s le quedan al presidente para darle a la econom¨ªa el br¨ªo que le falta. Su propuesta de ventajas fiscales para las empresas, que presentar¨¢ ma?ana, tendr¨¢ probablemente mejor acogida en el Congreso, pero tampoco est¨¢ exenta de pol¨¦mica.

La Casa Blanca pretende pagar esa reducci¨®n de impuestos con el dinero procedente de la rebaja fiscal impuesta por George Bush y que quedar¨¢ sin efecto a partir del 1 de enero.