Com¨¢monos el futuro
El viernes pasado, los republicanos de la C¨¢mara de Representantes estadounidense dieron a conocer sus propuestas de recortes inmediatos en el gasto federal. Al contrario de lo que suele ser habitual, no acompa?aron las propuestas con ning¨²n eslogan pegadizo. Asi que me gustar¨ªa proponer uno aqu¨ª: Com¨¢monos el futuro.
Enseguida lo explico. Antes, vamos a hablar del dilema que afronta el partido Republicano.
A los l¨ªderes republicanos les gusta decir que las elecciones legislativas de mitad les autorizaron a hacer dr¨¢sticos recortes en el gasto oficial. Algunos creemos que los electores no estaban tan preocupados por el gasto y s¨ª por el alto y persistente nivel de desempleo, pero bueno. Lo importante es que, aunque muchos votantes digan que quieren reducir el gasto, en cuanto se les pregunta un poco, resulta que s¨®lo quieren reducir el gasto destinado a los dem¨¢s.
A los republicanos no se les ha encargado que recorten el gasto; se les ha encargado que revoquen las leyes de la aritm¨¦tica
?so es lo que se desprende de un nuevo sondeo del Pew Research Center en el que se ha preguntado a los estadounidenses si quieren que se gaste m¨¢s o menos en una serie de materias. Resulta que quieren que se gaste m¨¢s en casi todo, incluidas la educaci¨®n y Medicare. Y las opiniones est¨¢n divididas de forma m¨¢s o menos equivalente en cuanto al gasto destinado a ayudar a los parados y -sorpresa- el gasto de defensa.
El ¨²nico recorte que desean con claridad es el del gasto en ayuda exterior, que la mayor¨ªa de los estadounidenses piensa -equivocadamente- que representa una gran proporci¨®n del presupuesto federal.
Pero tambi¨¦n pregunta a los entrevistados c¨®mo les gustar¨ªa que los estados cerrasen sus d¨¦ficits presupuestarios. ?Son partidarios de los recortes en educaci¨®n o en sanidad, los dos principales cap¨ªtulos? No. ?Est¨¢n a favor de las subidas de impuestos? No. La ¨²nica medida de reducci¨®n del d¨¦ficit que obtiene un apoyo significativo es la de los recortes en las pensiones de los funcionarios p¨²blicos, e incluso tambi¨¦n ah¨ª hay dos posturas bastante igualadas.
La moraleja es evidente. A los republicanos no se les ha encargado que recorten el gasto; se les ha encargado que revoquen las leyes de la aritm¨¦tica.
?C¨®mo es posible que los votantes est¨¦n tan mal informados? En su defensa, recordemos que tienen un trabajo, unos hijos a los que criar, unos padres a los que cuidar. No tienen tiempo ni incentivos para estudiar el presupuesto federal, ni mucho menos los de los estados (que, en general, son bastante incomprensibles). De modo que se f¨ªan de lo que les dicen unas figuras que parecen saber de lo que hablan.
Y lo que est¨¢n oyendo desde los tiempos de Ronald Reagan es que sus d¨®lares, ganados con tanto esfuerzo, se desperdician, porque sirven para pagar a inmensos ej¨¦rcitos de bur¨®cratas in¨²tiles (en realidad, la n¨®mina no representa m¨¢s que el 5% del gasto nacional) y se?oras que viven de la beneficencia y conducen Cadillacs. ?C¨®mo vamos a pretender que los electores valoren la realidad fiscal si los pol¨ªticos se la falsean constantemente?
Y esto me lleva de vuelta al dilema de los republicanos. La nueva mayor¨ªa de la C¨¢mara prometi¨® obtener 100.000 millones de d¨®lares de recortes en el gasto, y sus miembros van a encontrarse con rivales del Tea Party en las primarias de su partido si no consiguen hacer realidad esa promesa. Sin embargo, los ciudadanos se oponen a que se reduzcan los programas que les gustan, y les gustan pr¨¢cticamente todos. ?Qu¨¦ puede hacer un pol¨ªtico ante esta situaci¨®n?
La respuesta, si se piensa, est¨¢ clara: sacrificar el futuro. Centrar los recortes en programas cuyos beneficios no sean inmediatos; en definitiva, comer ma¨ªz de semillas aut¨®ctonas. Al final habr¨¢ que pagar un precio elevado, pero, por ahora, as¨ª se mantiene contentas a las bases.
Si no entienden esta l¨®gica, quiz¨¢ les extra?en muchos apartados de la propuesta republicana en la C¨¢mara. ?Por qu¨¦ quitar 1.000 millones de d¨®lares de un programa de gran ¨¦xito que ofrece nutrici¨®n a?adida a embarazadas, reci¨¦n nacidos y ni?os peque?os? ?Por qu¨¦ quitar 648 millones de d¨®lares de las actividades de no proliferaci¨®n nuclear? (Una bomba nuclear fabricada a partir de restos fisiles exsovi¨¦ticos y en manos de un terrorista puede amargarnos el d¨ªa.) ?Por qu¨¦ quitar 578 millones de d¨®lares del presupuesto del I.R.S. (Hacienda) para garantizar el cumplimiento de las obligaciones fiscales? (Dejar que los que cometen fraude fiscal sigan en libertad no contribuye precisamente a la causa de la reducci¨®n del d¨¦ficit.)
Ahora bien, cuando uno comprende los imperativos a los que tienen que atenerse los republicanos, todo tiene sentido. Si recortan los programas orientados hacia el futuro, pueden obtener los recortes instant¨¢neos que exigen los partidarios del Tea Party sin hacer sufrir demasiado a los votantes. Y en cuanto a los costes futuros -los perjuicios de la malnutrici¨®n infantil, mayores posibilidades de que haya atentados terroristas, un sistema fiscal debilitado popr la evasi¨®n fiscal generalizada-, ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa.
En un mundo mejor, los pol¨ªticos se dirigir¨ªan a los votantes como si ¨¦stos fueran adultos. Explicar¨ªan que el gasto discrecional tiene poca relaci¨®n que el desequilibrio a argo plazo entre el gasto y los ingresos. Explicar¨ªan que para resolver ese problema a largo plazo son necesarias sobre todo dos cosas: contener los costes sanitarios y, con una dosis de realismo, aumentar los impuestos para pagar los programas que los estadounidenses desean de verdad.
Sin embargo, los dirigentes republicanos no son capaces de eso: se niegan a reconocer que hay que aumentar los impuestos, y se han pasado demasiado tiempo, los dos ¨²ltimos a?os, gritando "?Tribunales de muerte!" cada vez que alguien propon¨ªa el menor esfuerzo para garantizar un uso racional del dinero de Medicare.
Por eso, ahora, no les quedaba m¨¢s remedio que proponer algo como lo que presentaron el viernes, un plan que ahorrar¨ªa una cantidad m¨ªnima de dinero pero causar¨ªa un perjuicio extraordinario.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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