"Si pensara en las personas a las que llamo, nadie me pagar¨ªa"
Los gestores trabajan a menudo bajo presi¨®n y por sueldos que muchas veces no llegan al mileurismo. "Cuando trabajo, interpreto un papel", dice un cobrador con tres a?os de experiencia. Muchos lo acaban dejando.
"Cuando trabajo interpreto un papel. No pienso en las personas a las que llamo. Si lo hiciera, acabar¨ªa llorando y nadie me pagar¨ªa. Realmente la gente lo est¨¢ pasando fatal".
Alfredo, 40 a?os, se dedica a cobrar deudas desde hace tres. Este licenciado en Derecho no encontr¨® otro empleo mejor. Tampoco tuvo m¨¢s suerte su compa?era Nuria, de 39, que tiene una diplomatura en nutrici¨®n. Ambos trabajan para una importante empresa del sector. A ninguno de los dos les gusta su trabajo y si pudieran, lo cambiar¨ªan por otro. "Desde luego ahora en nuestra ciudad no sale nada", dicen ambos encogi¨¦ndose de hombros, la sonrisa torcida.
Ante un caf¨¦, Nuria y Alfredo cuentan en qu¨¦ consiste su d¨ªa a d¨ªa. "A nosotros nos llegan las locuras del sistema financiero, gente que ganando 900 euros paga 500 de cuota por el coche. Trabajamos bajo mucha presi¨®n y nos reprenden de forma continua, tanto que deja de ser eficaz", explica Nuria. "P¨¢game. No te pago. ?Por qu¨¦ no?... Cada llamada es una batalla en la que uno de los dos tiene que ganar", sigue Alfredo. "Pero la conversaci¨®n no puede durar m¨¢s de cinco minutos, porque cuantas m¨¢s llamadas haces m¨¢s posibilidades hay de que te paguen, y recibimos apercibimientos si no cumplimos los objetivos. Todo esto te genera mucha presi¨®n y te acabas excediendo", sigue. La presi¨®n por cumplir unos objetivos de recobro, lleva a muchos cobradores a subir el tono de sus conversaciones: "Decimos de todo. Lo de que les vamos a embargar el sueldo lo soltamos por definici¨®n y muchas veces nos identificamos como letrados. Y a veces decimos cosas peores, como 'Pues tengo al juez aqu¨ª al lado'...".
"Trabajamos bajo mucha presi¨®n y nos reprenden de forma continua. Tanto, que deja de ser eficaz", explica una cobradora
El cobrador muchas veces no sabe a qu¨¦ responde exactamente la deuda que reclama, ni dispone de las facturas
"Ten¨ªamos que ser s¨²per agresivos. Todo val¨ªa, el caso era cobrar. Yo no tuve est¨®mago", explica una joven
Expedientes incompletos y sin facturas
Uno de los temas que m¨¢s complica el trabajo de los cobradores es la poca informaci¨®n de que disponen de cada expediente, que suelen llegar a las empresas de recobro incompletos. El cobrador muchas veces no sabe a qu¨¦ responde exactamente la deuda que reclama, ni dispone de las facturas que a menudo le piden los titulares. Adem¨¢s, y debido a la velocidad con que las centralitas informatizadas les lanzan llamadas, a penas disponen de tiempo para leer los comentarios que los anteriores cobradores escribieron sobre el caso. Desarrollan su tarea en condiciones muy pobres.
No todo el mundo aguanta esta forma de trabajar ni la presi¨®n. Irene, de 41 a?os, cuenta su calvario: "Yo llevaba un tiempo en el paro cuando me contrataron y la verdad es que no ten¨ªa ni idea de d¨®nde me estaba metiendo. Al principio no estaba mal, hab¨ªa encontrado trabajo, una estabilidad, pero pronto fui viendo que aquello era un desmadre. La supervisora nos met¨ªa mucha ca?a. Hab¨ªa que levantar la voz y no nos dec¨ªa que hubiera que ser maleducados, pero si lo eras no pasaba nada. A los deudores los presion¨¢bamos diciendo que los ¨ªbamos a llevar a juicio aunque la realidad es que ten¨ªan que pasar muchos meses para eso. Si no segu¨ªas el esquema de amenazas, te penalizaban, y si te penalizaban cobrabas menos y pod¨ªan echarte", contin¨²a. "Recuerdo claramente a un anciano pregunt¨¢ndome que por qu¨¦ era tan mala. Buf, se me pone la piel de gallina". Irene ya no trabajaba de cobradora. Ha pasado m¨¢s de medio a?o y sigue en el paro.
Rut, que tambi¨¦n aporta su testimonio, dur¨® menos todav¨ªa: cuatro d¨ªas. "Suficiente para ver que aquello era un espanto", cuenta. "El trato es igual de duro ya est¨¦s hablando con una se?ora que debe 30 euros como con otra que se ha hecho varias operaciones de cirug¨ªa est¨¦tica y no las ha pagado. Ten¨ªamos que ser s¨²per agresivos, todo val¨ªa, el caso era cobrarlo. Yo no tuve est¨®mago".
Un sueldo de 860 euros
Sergio, de 31 a?os, licenciado y cobrador desde hace tres, lo vive con iron¨ªa y cierto desapego. Lo considera un trabajo "alimenticio" mientras sale otra cosa: "Cada ma?ana, al sentarme al ordenador, me siento como James T. Joker Davis en La chaqueta met¨¢lica, de Kubrick: Con un s¨ªmbolo de la paz pintado a un lado del casco y al otro el lema 'Born to kill'. Cuando salgo del trabajo, me olvido de todo", dice. "Y a pesar de todo es el ¨²nico empleo en trece a?os de vida laboral en el que tengo contrato indefinido, vacaciones pagadas, horas m¨¦dicas, jornada completa, definida y declarada a la seguridad social en su totalidad, horario de ma?ana, condiciones salubres, representaci¨®n sindical, inspecciones de trabajo y un sueldo de 860 euros al mes. Lo que m¨¢s rabia me da es saber que si trabajara en las entidades financieras para las que recobro tendr¨ªan que pagarme el triple".
La externalizaci¨®n de la gesti¨®n del recobro es tambi¨¦n una forma de abaratar costes laborales. Sof¨ªa Castillo, secretaria de la agrupaci¨®n de telemarketing de Comisiones Obreras calcula que de los 45.000 empleados del sector, unos 15.000 se dedica al cobro de deudas para otras empresas. Sus sueldos, explica, son menores que los de los empleados de las empresas para las que recobran. En concreto, el sueldo de un gestor telef¨®nico es de 14.759 euros brutos al a?o y el de un teleoperador 13.344 euros. Sin embargo, otros muchos empleados del sector son contratados bajo el convenio de Oficinas y despachos (con 10.250 euros brutos al a?o por una jornada de 35 horas semanales). "Las empresas externalizan este trabajo para ahorrar en personal y abaratar costes", dice Castillo. "Y nos parece terrible que externalicen el trabajo sucio para evitarse problemas".
Cobradores asfixiados por las deudas
La situaci¨®n econ¨®mica media de los cobradores de deudas est¨¢ lejos de ser boyante. Y aunque resulte ir¨®nico muchos cobradores est¨¢n, a su vez, asfixiados por las deudas. La crisis tambi¨¦n ha mermado sus sueldos. Lo cuenta Ver¨®nica, con siete a?os de experiencia en el sector y la voz machacada por las horas al tel¨¦fono: "El trabajo ahora es mucho m¨¢s duro y adem¨¢s ganamos menos. Antes trataba m¨¢s con el p¨ªcaro, el que no paga porque no quiere, pero ahora hablo todos los d¨ªas con gente que no puede pagar su casa y les echan. Antes de la crisis era m¨¢s f¨¢cil recobrar, y con incentivos yo he llegado a los 3.000 euros. Ahora cobro 850".
Alfredo y Nuria, los dos cobradores con cuyo testimonio arranca este reportaje, ganan 950 euros. La mujer de Alfredo trabaja en una empresa de telemarketing y tiene un sueldo similar. El marido de Nuria se ha quedado en el paro. A pesar de su edad, 40 y 39 a?os, ninguno de los dos tiene hijos, ni se plantea ser padres. "?Qu¨¦ futuro iba a ofrecerle?.", se pregunta Alfredo encogi¨¦ndose una vez m¨¢s de hombros: "Estamos llamando a gente que a lo mejor ma?ana soy yo... Es una mierda, pero por lo menos no estamos en la calle cobrando el paro".
Los nombres de los protagonistas de este reportaje han sido cambiados para preservar su identidad. Puedes contactar a trav¨¦s de Eskup y Twitter con la autora de esta noticia.
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