El desempleo en Espa?a, un empacho de ladrillo y sangr¨ªa
Un modelo productivo anquilosado en el pasado y un mercado laboral con los pies de barro explican la escalada del paro de m¨ªnimos hist¨®ricos a m¨¢ximos en menos de cuatro a?os
El fuerte deterioro que ha sufrido el mercado laboral espa?ol tiene una explicaci¨®n relativamente f¨¢cil, pero una soluci¨®n francamente compleja. En casi cuatro a?os, desde que el mercado inmobiliario empez¨® a hacer sonar las alarmas a mediados de 2007, el paro en Espa?a ha tocado los dos extremos. De marcar un m¨ªnimo en aquella primavera, el n¨²mero de personas sin trabajo se ha disparado a los niveles m¨¢s altos que recogen las estad¨ªsticas. De una tasa del 7,9% o 1,7 millones de parados al 21% de desempleo y a un r¨¦cord de 4,9 millones de trabajadores que quieren un empleo. Demasiado movimiento como para no mostrar cierta curiosidad. Y preocupaci¨®n.
Aunque el proceso ha tenido lugar en un periodo de tiempo relativamente corto, los motivos de este descalabro vienen de lejos. La crisis financiera internacional y el estallido de la burbuja inmobiliaria no hicieron m¨¢s que dejar al descubierto las limitaciones de un sistema productivo oxidado y mucho empleo con los pies de barro. Hab¨ªa trabajo para todo el que quisiera trabajar, cierto, pero excesivamente temporal y de poca calidad.
Para construir unas quince viviendas comunes se necesita medio centenar de personas entre obreros, maquinistas y t¨¦cnicos varios, seg¨²n datos del Colegio de Aparejadores. En los a?os dorados del ladrillo, los que van de 2003 a 2007, en Espa?a se constru¨ªan en torno a 700.000 casas anualmente, lo que supone mucha gente trabajando. En concreto, seg¨²n los datos de la EPA, en el segundo trimestre de 2007 se lleg¨® a un m¨¢ximo de 2,7 millones de empleados en la construcci¨®n. Ahora, con la resaca de una crisis a cuestas, en el sector resisten 1,5 millones de personas.
Seg¨²n afirman los economistas Javier Andr¨¦s y Rafael Dom¨¦nech en el informe Cambio de modelo productivo y creaci¨®n de empleo en Espa?a, publicado por Fedea, el empleo creado en la ¨¦poca de bonanza se concentr¨® de forma m¨¢s intensa que en el resto de la UE en sectores con una intensiva mano de obra, lo que permite la entrada en el mercado laboral de muchos desempleados; pero en puestos con poco valor a?adido, lo que viene a significar que pod¨ªan ser desempe?ados por uno u otro indistintamente ya que no requieren excesiva formaci¨®n. Son buenos ejemplos de ello la construcci¨®n y el turismo. No obstante, que precisamente fueran ellos los pilares del boom econ¨®mico -junto a una generosa entrada de financiaci¨®n exterior que ahora hay que devolver-, no es casualidad. "Tiene mucho que ver con nuestro modelo econ¨®mico y mercado de trabajo. Si hicimos eso fue porque era lo que sab¨ªamos hacer", matiza Javier Andr¨¦s, tambi¨¦n profesor de la Universidad de Valencia.
Ambos sectores necesitan a muchos trabajadores para atender a tanto turista hambriento y sediento y construir los bloques de viviendas que pueblan -unos llenos, otros todav¨ªa vac¨ªos- las afueras de las grandes ciudades. Mientras las temporadas iban bien y se segu¨ªan vendiendo casas, la cosa marchaba porque entraba dinero, cada a?o se pod¨ªa ganar m¨¢s que el anterior y la econom¨ªa segu¨ªa en marcha. Pero a costa de sacrificar el desarrollo. Salvo un grupo -inferior- de empresas con peso a nivel internacional, la otra parte del tejido empresarial no innovaba ni invert¨ªa con la suficiente intensidad para contrarrestar la falta de productividad, se manten¨ªan usos de otras ¨¦pocas a la hora de tomar decisiones y un alto porcentaje de j¨®venes cambiaba los estudios por un sueldo a final de mes antes de tiempo, coinciden los expertos. Por este ¨²ltimo motivo y ante las dificultades para crear nuevas empresas, que son las que tiran de la contrataci¨®n de los universitarios, Espa?a ha acabado con la tasa de paro m¨¢s alta de toda la UE. En total, uno de cada tres j¨®venes menores de 25 a?os no tiene trabajo.
Entonces era f¨¢cil. El camino que emprendi¨® Javier Fern¨¢ndez, boliviano de 31 a?os, fue similar al de otros muchos. Lleg¨® a Espa?a con 24, sin papeles, y tard¨® apenas un mes en encontrar trabajo en la construcci¨®n, de pe¨®n. Se subi¨® a la misma monta?a rusa que numerosos inmigrantes de todos partes, o que tantos j¨®venes espa?oles que abandonaron los estudios para trabajar en un sector que parec¨ªa ir siempre hacia arriba. Javier pas¨® por varias empresas; trabajaba algunos meses en una obra y cuando terminaba le contrataban en otra. Regulariz¨® su situaci¨®n y nunca estuvo m¨¢s de un mes y medio en paro mientras dur¨® el boom inmobiliario. Ahora Javier apura sus ¨²ltimos ingresos y pasa el d¨ªa entregando curr¨ªculos: camarero, reponedor en supermercados, lo que sea. "Mi esperanza es el verano. Si de aqu¨ª a entonces no me sale nada, ya me tengo que volver. Yo no sab¨ªa que iba a pasar esto... nadie sabe. Pero de momento no tiro la toalla. Y si me tengo que marchar, me voy agradecido", asegura.
Entre la construcci¨®n y el turismo ya hay explicaci¨®n para m¨¢s de la mitad del total del empleo destruido en Espa?a a lo largo de la crisis, seg¨²n reconoce el Gobierno. Suponen muchos empleos f¨¢ciles de tumbar a la m¨ªnima que empiezan los problemas -en su mayor¨ªa temporales- y adem¨¢s fueron dos sectores que padecieron en mayor medida que el resto la contracci¨®n de la actividad. Sin embargo, hay que abrir el foco para atender a las causas que provocaron el resto de parados y que justifican que el regreso a tasas m¨¢s benignas de desempleo no llegue, por lo menos, hasta dentro de cuatro a?os. Tal y como afirma el Banco de Espa?a en uno de los numerosos informes que ha publicado sobre el mercado laboral a lo largo de la escalada del paro, el factor esencial que en su opini¨®n explica por qu¨¦ el empleo ha sufrido m¨¢s en este pa¨ªs que en sus socios de la UE es la excesiva temporalidad, que era y sigue siendo de en torno al 30% de la poblaci¨®n en disposici¨®n de trabajar.
Las carencias del modelo productivo espa?ol equival¨ªan a seguir expuestos ante cualquier cambio en el ciclo econ¨®mico internacional. Algo que, por cierto, lleg¨® tal y como siempre acaba por suceder. Primero fue el aviso de las hipotecas t¨®xicas o subprime en la segunda mitad de 2007 y al oto?o siguiente la quiebra de Lehman Brothers, un batacazo que dej¨® al borde del colapso al sistema financiero internacional y sec¨® los canales habituales del cr¨¦dito.
Cuando la actividad se reduce, lo que empez¨® a suceder en 2008 con los primeros descensos en el Producto Interior Bruto, mantener el mismo n¨²mero de empleados con menores ingresos genera p¨¦rdidas, por lo que dado que no hay mecanismos de flexibilidad interna para adaptar el nivel de producci¨®n, la salida m¨¢s cercana e inmediata es reducir plantilla. Entonces, los primeros en ser despedidos son los temporales, ya que prescindir de ellos es m¨¢s barato que pagar indemnizaciones a empleados con varios a?os de contrato. Lo que a su vez fomenta la opci¨®n del despido entre los empresarios.
Pero hab¨ªa m¨¢s crisis de lo que se cre¨ªa. En 2009, la peor fase de la Gran Recesi¨®n, el empleo sufri¨® su peor a?o. El retroceso en la actividad fue tan acusado que se hizo rentable despedir tambi¨¦n a los indefinidos en aquellas empresas que directamente no se vieron avocadas al cierre. En este punto, comentan desde fuentes institucionales en referencia a una teor¨ªa respaldada por el Gobierno, la prevalencia de la negociaci¨®n colectiva sectorial imped¨ªa que los ajustes se realizasen v¨ªa salarios o mediante cambios en otras condiciones de empleo como horarios o movilidad geogr¨¢fica, lo que acentu¨® el deterioro laboral.
Los datos respaldan esta tesis: con la econom¨ªa cayendo un 3,7%, los salarios subieron en 2009 por encima del 4%, aunque esta partida se vio incrementada por el pago de las indemnizaciones por despido. "En grandes empresas se han apretado el cintur¨®n -el caso de Nissan o SEAT son los m¨¢s reconocibles-, pero en otras, sobre todo en aquellas que se rigen por convenios provinciales, no les importa determinar condiciones de trabajo que hace dif¨ªcil la adecuaci¨®n al ciclo econ¨®mico", afirma Javier Andr¨¦s. Con vistas al futuro, la soluci¨®n pasa, en su opini¨®n, por reducir la dualidad de la econom¨ªa, ya que mientras hay un grupo de empresas que lo han hecho bien, persiste un gran n¨²mero de empresas a las que les cuesta adaptarse a los nuevos tiempos. "Para eso son necesarias las reformas, no para volver a la situaci¨®n de antes, que no va a volver", advierte Javier Andr¨¦s.
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