La violencia convierte a Atenas en un campo de batalla
M¨¢s de 500 heridos tras varias horas de enfrentamientos en la plaza Sintagma.- Los disturbios se extienden a otros barrios del centro de la capital griega
Uno de los escenarios de futuro inmediato que presumiblemente deber¨¢ afrontar el Gobierno del socialista Yorgos Papandreu -o cualquiera que le suceda en los pr¨®ximos cuatro a?os- es una insurrecci¨®n popular permanente, con peri¨®dicos picos de violencia, como el que esta tarde estall¨® en el centro de Atenas. Desde el epicentro de la plaza Sintagma -centro neur¨¢lgico del pa¨ªs, la sede del Parlamento, pero tambi¨¦n del campamento de los indignados-, las revueltas se extendieron a varios barrios del centro de la capital, algunos tur¨ªsticos como Monastiraki; otros, acomodados, como Kolonaki. Desde las cuatro de la tarde, hora local (una menos en la Pen¨ªnsula), grupos de encapuchados y antidisturbios han escenificado la caza del rat¨®n y el gato en episodios de una violencia creciente; el resultado es un ambiente irrespirable, inundado de gases lacrim¨®genos.
El grado de devastaci¨®n en que se halla la capital griega incluye la aniquilaci¨®n de todo el mobiliario urbano: adoquines, mamparas, jardineras, fuentes, marquesinas y sem¨¢foros arrancados de cuajo; quioscos de prensa carbonizados; lunas rotas y cierres met¨¢licos arrugados como una bola de papel.
Los hoteles de la plaza Sintagma no han escapado a los destrozos: el martes, primer d¨ªa de una huelga general que hoy ha pasado desapercibida, los radicales rompieron los escalones de m¨¢rmol del Plaza Athens con enormes mazos, para utilizar los cascotes como munici¨®n de su intifada contra la polic¨ªa; esta tarde, el King George, contiguo al anterior, ha debido ser desalojado al no poder garantizar la direcci¨®n la seguridad de sus clientes.
En el Plaza Athens ha quedado prohibido el uso de flases en la entrada o en los balcones. En el Grande Bretagne, en fin, los encapuchados han arrancado de cuajo puertas y ventanas. Aqu¨ª y all¨¢ arden hogueras amenazantes.
Pero lo m¨¢s dram¨¢tico ha sucedido en el subsuelo. M¨¢s de 500 personas han debido ser atendidas de crisis respiratorias, contusiones o heridas en un puesto de socorro improvisado en el vest¨ªbulo de la estaci¨®n de metro de Sintagma, a escasos 50 metros del Parlamento. Una treintena de ellas fue trasladada a hospitales, mientras las cadenas de televisi¨®n reiteraban el llamamiento a los m¨¦dicos disponibles en la ciudad para que se trasladasen al lugar.
A primera hora de la noche, una furgoneta de la ONG M¨¦dicos del Mundo se abr¨ªa paso con dificultad entre las columnas de antidisturbios desplegadas en torno a la plaza. No hab¨ªa tampoco suficientes botellas de ox¨ªgeno dentro; la calidad del aire empeoraba a medida que aflu¨ªa m¨¢s gente a refugiarse de los disturbios.
Fuentes del servicio de bomberos declaraban no haber visto jam¨¢s un escenario semejante. Aparte de los cubos de basura incendiados -no hay servicio de recogida desde el lunes, y los desperdicios se amontonan por doquier-, los bomberos debieron desalojar un c¨¦ntrico edificio de viviendas por las llamas de uno de los locales, que alberga una sucursal bancaria. En el Ministerio de Finanzas, la garita de seguridad de la entrada estuvo a punto de convertirse en una tea con los guardas dentro. La contigua sucursal de Eurobank, la segunda entidad crediticia del pa¨ªs, fue consumida por las llamas. Y las instalaciones de una oficina de correos, en la misma manzana, quedaron pulverizadas.
Dos pol¨ªticos fueron blanco de las iras de un grupo de exaltados, y m¨¢s de uno debe de estar plante¨¢ndose cambiar de oficio: en Grecia, la pol¨ªtica es una profesi¨®n, no un desempe?o. El diputado socialista Alekos Azanasiadis, uno de los m¨¢s cr¨ªticos con el plan de ajuste, recibi¨® el impacto de una silla voladora cuando sal¨ªa del Parlamento; la comunista Lianna Kaneli acab¨® ba?ada en yogur.
La Embajada de Estados Unidos en Atenas emiti¨® a ¨²ltima hora de la tarde un aviso recomendando a trabajadores y familiares no trasladarse al centro de la ciudad en los pr¨®ximos d¨ªas, por temor a que contin¨²en los disturbios.
Tardar¨¢ d¨ªas en limpiarse el aire, hoy manifiestamente irrespirable en la capital de Grecia. Pero no solo es el efecto de los gases lacrim¨®genos, tambi¨¦n una met¨¢fora de la asfixia que atenaza a los griegos.
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