Emergencia bancaria
La falta de liquidez ha dejado de ser espec¨ªfica de la eurozona hace meses
Los sistemas bancarios de las econom¨ªas de la eurozona han estado en las ¨²ltimas semanas al borde del colapso. Dos episodios han reducido las probabilidades de un desenlace tal: la concreci¨®n de propuestas de integraci¨®n fiscal en la cumbre europea y, desde luego, el anuncio coordinado de los bancos centrales, el pasado 30 de noviembre, de apoyo excepcional a la liquidez. La significaci¨®n de este ¨²ltimo no puede minimizarse. Ilustra suficientemente la entrada en un terreno que no era dif¨ªcil anticipar desde que se inici¨® la crisis: el definido por esa cada d¨ªa m¨¢s expl¨ªcita permeabilidad entre depreciaci¨®n de la deuda soberana en la eurozona y crisis bancaria, de la que nos hemos ocupado en varias ocasiones en estas p¨¢ginas.
Fueron precisamente fallos en los mercados interbancarios los que motivaron en el verano de 2007 las primeras decisiones de inyecci¨®n excepcional de liquidez, adoptadas por el Banco Central Europeo (BCE), con el fin de sortear la primera amenaza de colapso crediticio, de credit crunch en toda regla. Hizo bien entonces el BCE, como ha hecho ahora en sumarse a la concertaci¨®n con otros bancos centrales. La interacci¨®n entre oferentes y demandantes en los mercados interbancarios sigue estando muy lejos de ser eficiente y, desde luego, amenaza con desencadenar una recesi¨®n global. En las modernas econom¨ªas, si falta el lubricante crediticio las empresas se asfixian y la recesi¨®n acaba degenerando en una depresi¨®n en toda regla.
Cinco de los m¨¢s importantes bancos centrales del mundo (Reserva Federal de EE UU, Banco de Canad¨¢, BCE, Banco de Inglaterra y Banco Nacional de Suiza) anunciaron acciones coordinadas de emergencia con el fin de facilitar el acceso a la financiaci¨®n del conjunto del sistema bancario mundial. En concreto, han comprometido la extensi¨®n de los intercambios de liquidez, de las l¨ªneas swaps, de forma que la misma pueda proporcionarse en cada jurisdicci¨®n. Redujeron el tipo al que prestan d¨®lares a los bancos privados en medio punto porcentual.
La v¨ªspera de ese anuncio las primas de conversi¨®n de euros en d¨®lares, uno de los indicadores m¨¢s expresivos de las dificultades bancarias en la eurozona, estaban en m¨¢ximos desde la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008. El euro-d¨®lar basis swap alcanz¨® el 1,6%.
Reserva Federal, Banco de Canad¨¢, BCE, Banco de Inglaterra y Banco Nacional de Suiza anunciaron acciones coordinadas para facilitar el acceso a la financiaci¨®n del sistema bancario mundial
M¨¢s all¨¢ de su impacto, todav¨ªa dif¨ªcil de anticipar, el mero anuncio de la decisi¨®n de los bancos centrales contribuy¨® a fortalecer la muy erosionada confianza en la capacidad de coordinaci¨®n de las autoridades, en gran medida ausente de la gesti¨®n de esta crisis. Los mercados de acciones y de bonos cotizaron muy favorablemente esa disposici¨®n a una gesti¨®n global de problemas de la misma naturaleza.
La desconfianza dominaba en el seno de la comunidad bancaria. Desde hace meses, el cr¨¦dito no fluye a las empresas y familias. No era un problema de ausencia de demanda solvente, como inicialmente trataban de justificar las entidades y algunas autoridades, sino de manifiesto bloqueo de los prestamistas. Esa inhibici¨®n de la actividad de intermediaci¨®n bancaria se ha intensificado a medida que se agravaban los problemas de financiaci¨®n de los Gobiernos de la eurozona. Los t¨ªtulos de deuda p¨²blica, que conforman una parte significativa de los activos totales de los bancos europeos, no dejaban de depreciarse en paralelo a la demostraci¨®n de la incapacidad de las autoridades nacionales y comunitarias para afrontar la crisis de la deuda p¨²blica de la eurozona.
Escenarios radicales, como los asociados a la fragmentaci¨®n o segmentaci¨®n de la uni¨®n monetaria de Europa, o a su definitiva desaparici¨®n, estaban encima de la mesa de inversores y empresas de todo el mundo desde hac¨ªa meses. El ascenso en el riesgo de cr¨¦dito, la desconfianza en los operadores bancarios, era manifiesta en algunos tradicionales financiadores en d¨®lares de Europa, como los fondos del mercado monetario estadounidenses.
Como consecuencia de todo ello, el valor de las empresas bancarias no ha dejado de sufrir en los dos ¨²ltimos a?os. En la continua erosi¨®n en las cotizaciones de las acciones de los bancos europeos influyen, adem¨¢s, los temores a las implicaciones de las mayores exigencias reguladoras, en especial las que exigir¨¢n una mayor base de capital de los mismos. El principal reflejo de esa desconfianza en los bancos se manifestaba en las dificultades para captar liquidez bajo todas sus formas.
En los mercados de bonos hace meses que apenas se colocan emisiones bancarias, particularmente las de entidades originarias de las econom¨ªas perif¨¦ricas de la eurozona
Captar pasivo sigue siendo dif¨ªcil, adem¨¢s de muy caro. La v¨ªa m¨¢s tradicional, la proveniente de los dep¨®sitos de clientes, ha encontrado en los t¨ªtulos de deuda p¨²blica un poderoso competidor. Incluso los ahorradores particulares han empezado a descartar elevadas remuneraciones ofrecidas por los dep¨®sitos bancarios ante la remuneraci¨®n m¨¢s competitiva que ofrecen los t¨ªtulos del tesoro en la mayor¨ªa de los pa¨ªses. El caso de Espa?a, donde tiene lugar una guerra de dep¨®sitos hace tiempo, es suficientemente representativo a este respecto.
En los mercados de bonos hace meses que apenas se colocan emisiones bancarias, particularmente las de entidades originarias de las econom¨ªas perif¨¦ricas de la eurozona. Si, adem¨¢s, falla el mercado interbancario, donde los bancos se prestan a corto plazo, el colapso es inminente. Y seg¨²n los datos del Banco de Pagos Internacionales, las operaciones de dep¨®sitos interbancarios no han dejado de caer en los ¨²ltimos seis meses, al tiempo que ascend¨ªan los costes a los que se intercambiaban: el diferencial Eur¨ªbor-OIS se ha acercado a lo largo de este a?o a los m¨¢ximos de 2008. La sensibilidad al riesgo de contrapartida es m¨¢xima, incluso a trav¨¦s de la financiaci¨®n amparada en colaterales, dada la creciente desconfianza en los t¨ªtulos de deuda p¨²blica. Agotadas esas tres v¨ªas de captaci¨®n de recursos ajenos disponibles para los bancos, y la ausencia de atractivo de t¨ªtulos representativos de capital, los problemas de liquidez han estado a punto de degenerar en situaciones de insolvencia.
La propagaci¨®n de la inestabilidad al resto del mundo es ahora tan expl¨ªcita como cuando quebr¨® Lehman Bothers: en realidad, esta fase de la crisis hace meses que ha dejado de ser espec¨ªfica de la eurozona. Desde los sistemas financieros de Europa del Este hasta el estadounidense est¨¢n sufriendo las consecuencias de esa sequ¨ªa de liquidez, de forma destacada a trav¨¦s de un creciente desapalancamiento, de una reducci¨®n de la exposici¨®n inversora en otras latitudes. Fue esa percepci¨®n la que llev¨® a esos cinco bancos centrales a actuar excepcionalmente bajo el liderazgo de la Reserva Federal estadounidense.
Esa decisi¨®n, junto a la m¨¢s determinante disposici¨®n de las autoridades europeas a definir un horizonte de integraci¨®n fiscal, ha evitado un desenlace grave. Pero las amenazas en modo alguno han desaparecido. Los mercados interbancarios siguen aplicando condiciones muy distantes de la normalizaci¨®n. Los de financiaci¨®n a largo plazo, los de bonos, siguen pr¨¢cticamente cerrados. Los bancos, en definitiva, no encontrar¨¢n nuevos incentivos para reanudar su actividad inversora, aun cuando el BCE ampl¨ªe sus facilidades de financiaci¨®n y flexibilice las exigencias para su concesi¨®n.
Siendo acertada, la decisi¨®n de los bancos centrales, solo ha atacado algunas de las consecuencias de los problemas, de la situaci¨®n de emergencia de algunos sistemas bancarios, pero en modo alguno sus causas. La m¨¢s vinculante sigue localizada en unos mercados de deuda soberana en la eurozona que esperan la definitiva concreci¨®n de un horizonte de perfeccionamiento de la uni¨®n monetaria a trav¨¦s de una convincente mutualizaci¨®n de los riesgos p¨²blicos.
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