El desastre de la austeridad
Muchos economistas han olvidado deliberadamente las lecciones del pasado
La semana pasada, el Instituto Nacional de Investigaci¨®n Econ¨®mica y Social, una fundaci¨®n brit¨¢nica, public¨® un gr¨¢fico alarmante que comparaba la depresi¨®n actual con recesiones y recuperaciones anteriores. Resulta que seg¨²n un indicador importante -los cambios en el Producto Interior Bruto (PIB) desde que empez¨® la recesi¨®n- a Reino Unido le est¨¢ yendo peor esta vez de lo que le fue durante la Gran Depresi¨®n. Tras cuatro a?os de depresi¨®n, el PIB brit¨¢nico hab¨ªa vuelto a alcanzar su m¨¢ximo anterior; cuatro a?os despu¨¦s de que empezara la Gran Recesi¨®n, Reino Unido no est¨¢ ni mucho menos cerca de recuperar el terreno perdido.
Reino Unido tampoco es la ¨²nica. A Italia tambi¨¦n le est¨¢ yendo peor que durante la d¨¦cada de 1930, y con Espa?a dirigi¨¦ndose claramente hacia una doble recesi¨®n, tenemos a tres de las cinco grandes econom¨ªas europeas como miembros del club de los "peores que". S¨ª, existen algunas salvedades y complicaciones, pero esto constituye, no obstante, un asombroso fracaso de la pol¨ªtica.
Y es un fracaso, concretamente, de la doctrina de austeridad que ha predominado en el debate pol¨ªtico de las ¨¦lites tanto en Europa como, en gran medida, en Estados Unidos durante los dos ¨²ltimos a?os.
Y bien, en cuanto a esas salvedades: por una parte, el paro en Reino Unido era mucho m¨¢s elevado en la d¨¦cada de 1930 de lo que lo es ahora, porque la econom¨ªa brit¨¢nica estaba deprimida -principalmente por culpa de un regreso desacertado al patr¨®n oro- incluso antes de que estallara la depresi¨®n. Y por otra parte, Reino Unido sufri¨® una depresi¨®n muy llevadera en comparaci¨®n con la de Estados Unidos.
Se cre¨ªa que Reino Unido era un modelo de "austeridad expansionista"
Incluso as¨ª, superar el historial de la d¨¦cada de 1930 no deber¨ªa ser un reto dif¨ªcil. ?Acaso no hemos aprendido muchas cosas sobra la gesti¨®n econ¨®mica a lo largo de los 80 ¨²ltimos a?os? S¨ª, as¨ª ha sido, pero en Reino Unido y en otros lugares, la ¨¦lite pol¨ªtica decidi¨® tirar por la ventana los conocimientos obtenidos a duras penas y confiar en cambio en ilusiones que le convinieran desde un punto de vista ideol¨®gico.
Se cre¨ªa que Reino Unido, en concreto, era un modelo de "austeridad expansionista", la idea de que, en vez de aumentar el gasto del Gobierno para luchar contra las recesiones, hay que recortarlo, y que esto inducir¨ªa un crecimiento econ¨®mico m¨¢s r¨¢pido. "Los que sostienen que ocuparse de nuestro d¨¦ficit y fomentar el crecimiento son de alguna manera alternativas se equivocan", declaraba David Cameron, el primer ministro brit¨¢nico. "No puedes aplazar lo primero para impulsar lo segundo".
?C¨®mo pod¨ªa prosperar la econom¨ªa cuando el desempleo ya era elevado y las pol¨ªticas del Gobierno estaban reduciendo directamente el empleo m¨¢s todav¨ªa? ?La confianza! "Creo firmemente", manifestaba Jean-Claude Trichet -que por aquel entonces era el presidente del Banco Central Europeo y un firme partidario de la doctrina de la austeridad expansionista- "que, en la coyuntura actual, las pol¨ªticas que impulsen la confianza acelerar¨¢n la recuperaci¨®n econ¨®mica en vez de obstaculizarla, porque la confianza es el factor clave hoy en d¨ªa".
Lo m¨¢s exasperante de esta tragedia es que era totalmente innecesaria
Semejantes invocaciones al hada de la confianza nunca fueron plausibles; los investigadores del Fondo Monetario Internacional y de otras instituciones desacreditaron r¨¢pidamente la supuesta prueba de que los recortes en el gasto crean empleo. Sin embargo, la gente influyente a ambos lados del Atl¨¢ntico colm¨® de elogios a los profetas de la austeridad, y a Cameron en especial, porque la doctrina de la austeridad expansionista encajaba con sus programas ideol¨®gicos.
Por tanto, en octubre de 2010, David Broder, quien pr¨¢cticamente encarnaba la opini¨®n com¨²n, alab¨® a Cameron por su audacia, y en concreto por "no hacer caso de las advertencias de los economistas de que una medicina repentina y fuerte podr¨ªa frenar en seco la recuperaci¨®n econ¨®mica y volver a sumir al pa¨ªs en la recesi¨®n". M¨¢s tarde, inst¨® al presidente Barack Obama a "hacer una cameronada" y llevar a cabo "una reducci¨®n dr¨¢stica del Estado de bienestar ya mismo".
Sin embargo, por extra?o que parezca, esas advertencias de los economistas resultaron ser totalmente acertadas. Y tenemos bastante suerte de que Obama no hiciera, de hecho, una cameronada.
Lo que no quiere decir que todo vaya bien en la pol¨ªtica estadounidense. Es cierto que el Gobierno ha evitado una austeridad total, pero los gobiernos estatales y locales, que deben tener unos presupuestos m¨¢s o menos equilibrados, han recortado el gasto y el empleo a medida que se acababa la ayuda federal, y eso ha sido un lastre importante para el conjunto de la econom¨ªa. Sin esos recortes del gasto, ya podr¨ªamos haber estado en la senda del crecimiento autosostenible; tal y como est¨¢n las cosas, la recuperaci¨®n pende de un hilo.
Y puede que el continente europeo, donde las pol¨ªticas de austeridad est¨¢n teniendo el mismo efecto que en Reino Unido y donde muchos indicios apuntan a una recesi¨®n este a?o, nos lleve por mal camino.
Lo m¨¢s exasperante de esta tragedia es que era totalmente innecesaria. Hace un siglo, cualquier economista -o, de hecho, cualquier estudiante universitario que hubiese le¨ªdo el libro de texto Econom¨ªa, de Paul Samuelson- les podr¨ªa haber dicho que la austeridad frente a una depresi¨®n era una idea muy mala. Pero los que elaboran las pol¨ªticas, los expertos y, siento decirlo, muchos economistas decidieron, en gran parte por razones pol¨ªticas, olvidar lo que sol¨ªan saber. Y millones de trabajadores est¨¢n pagando el precio de su amnesia deliberada.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de 2008. ? 2012 New York Times News Service. Traducci¨®n de News Clips.
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