La Gran Depresi¨®n y la Segunda Rep¨²blica
La inestabilidad se generaliz¨® en Europa y deriv¨® al final de la d¨¦cada en guerras devastadoras En Espa?a, la crisis se debi¨® m¨¢s a factores externos que internos El atraso bancario espa?ol limit¨® los da?os del colapso financiero internacional
La Gran Depresi¨®n se inici¨® en Estados Unidos en 1929. Se difundi¨® al resto del mundo mediante la disminuci¨®n del comercio y los flujos internacionales de capital y la inversi¨®n de las corrientes migratorias. Espa?a no fue una excepci¨®n y fue golpeada, aunque con menor intensidad que otras econom¨ªas europeas m¨¢s desarrolladas. La adversa coyuntura internacional intensific¨® la desaceleraci¨®n de la actividad econ¨®mica espa?ola, ya visible en 1928, y agrav¨® los desequilibrios estructurales.
La crisis econ¨®mica desencaden¨® cambios pol¨ªticos e inestabilidad social. Los problemas econ¨®micos contribuyeron a la ca¨ªda de la dictadura de Primo de Rivera, que arrastr¨® consigo a la monarqu¨ªa. Ello despej¨® el camino al establecimiento pac¨ªfico de la Segunda Rep¨²blica. La inestabilidad pol¨ªtica y social fue general en Europa. Ni siquiera la guerra civil espa?ola fue una excepci¨®n, pues el rearme de los fascismos en Alemania e Italia estaba ya incubando otra guerra europea. La Guerra Civil fue el preludio de la Segunda Guerra Mundial.
Sin negar la importancia de los factores internos, el contagio internacional tuvo m¨¢s relevancia en la gestaci¨®n de la recesi¨®n econ¨®mica en Espa?a, como sucedi¨® en el resto de Europa. La econom¨ªa de la Segunda Rep¨²blica sigui¨® las pautas internacionales, con las particularidades propias de los pa¨ªses atrasados y los problemas peculiares de una democracia reci¨¦n establecida.
Esta interpretaci¨®n actual contrasta con la tradicional, inspirada en los escritos de los economistas contempor¨¢neos. Estos negaron el contagio de la crisis internacional para responsabilizar de la depresi¨®n a factores internos: los errores de los pol¨ªticos republicanos. Para aquellos economistas, Espa?a fue "diferente" en la d¨¦cada de 1930. Los estudios actuales de historia econ¨®mica muestran lo contrario.
La crisis internacional afect¨® al comercio y a la inversi¨®n extranjera
- El atraso, escudo frente al contagio internacional. La crisis coyuntural fue breve y liviana, como se?al¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Zumalac¨¢rregui (1934). Esta moderaci¨®n de la Gran Depresi¨®n en Espa?a tiene su explicaci¨®n en que se trataba de un pa¨ªs atrasado, cuya agricultura ocupaba m¨¢s del 40% de la poblaci¨®n activa. Seg¨²n Antonio Flores de Lemus (1929), la tendencia y los ciclos anuales del PIB ven¨ªan marcados por la producci¨®n agraria. Ambas variables alcanzaron el m¨¢ximo en 1929. La mala cosecha de 1930 arrastr¨® al PIB. La crisis industrial y de la construcci¨®n empez¨® al a?o siguiente. El sector servicios no sufri¨® la recesi¨®n, pero su crecimiento se ralentiz¨®. El PIB solamente disminuy¨® un 6,4% durante 1930 y 1931, seg¨²n las estimaciones de Leandro Prados (2010). Sectorialmente, la agricultura y los servicios atemperaron las crisis sufridas por algunas industrias y la construcci¨®n. La recesi¨®n no afect¨® a las industrias de consumo (textil), cuya producci¨®n aument¨® gracias al crecimiento de los salarios reales.
La salida de la crisis espa?ola fue r¨¢pida porque la excelente cosecha de 1932 elev¨® el PIB. Tras una reca¨ªda en 1933, su recuperaci¨®n se consolid¨® en 1934 por otra gran producci¨®n agraria. Al a?o siguiente volvi¨® a alcanzarse el nivel del PIB previo a la crisis gracias al buen comportamiento de la agricultura y a la mejor¨ªa de la industria y la construcci¨®n. T¨¦cnicamente, la crisis coyuntural hab¨ªa acabado en 1935.
En el sector financiero, las cotizaciones de la Bolsa de Madrid cayeron en 1929 y se desplomaron en 1931 y 1932, por influjo de la crisis industrial y de la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica. No obstante, la Bolsa madrile?a se hab¨ªa recuperado ya en 1935. En Europa y Estados Unidos, los p¨¢nicos bancarios de 1931 convirtieron una simple recesi¨®n en la Gran Depresi¨®n. Pues bien, el atraso bancario evit¨® este desastre en Espa?a, donde solo quebr¨® un banco (el de Barcelona). La escasa internacionalizaci¨®n de sus operaciones y el reducido peso de sus inversiones industriales explican la resistencia de los bancos espa?oles al contagio de la crisis financiera internacional, seg¨²n Pablo Mart¨ªn Ace?a (2004).
- La insuficiente protecci¨®n del comercio exterior. Olegario Fern¨¢ndez Ba?os (1934) se?al¨® que la crisis espa?ola se desarroll¨® al margen e independientemente de la mundial, debido a su aislamiento, creado por los altos aranceles y el aumento del tipo de cambio de la peseta. Las cifras hist¨®ricas muestran lo contrario: la crisis internacional afect¨® seriamente a los sectores exportadores e importadores, redujo la inversi¨®n extranjera y provoc¨® el retorno de los emigrantes. La explicaci¨®n radica en que la protecci¨®n exterior (aranceles y depreciaci¨®n de la divisa) existente en 1929 fue insuficiente para evitar el contagio de la crisis internacional.
La crisis internacional afect¨® al comercio y a la inversi¨®n extranjera
Es m¨¢s, la protecci¨®n relativa empeor¨® en los a?os 1930, pues Espa?a no practic¨® las pol¨ªticas de empobrecer al vecino. Estas funcionaron para Reino Unido porque otros pa¨ªses no las adoptaron. Espa?a se protegi¨® menos y tard¨ªamente, como muestra la evoluci¨®n de la protecci¨®n aparente (recaudaci¨®n en aduanas / importaciones). La Rep¨²blica no aument¨® la protecci¨®n arancelaria hasta 1933. Ni siquiera entonces recurri¨® con convicci¨®n a los contingentes a la importaci¨®n. En 1929, el grado de apertura (porcentaje del comercio exterior en el PIB) era inferior en Espa?a que la media europea, seg¨²n Antonio Tena (2005). Pero la ca¨ªda de la apertura exterior fue menor en Espa?a. A pesar de lo cual, esta disminuy¨® a la mitad entre 1930 y 1935. Esto revela que las repercusiones de la crisis internacional sobre el comercio exterior fueron apreciables.
La crisis internacional tambi¨¦n empeor¨® el saldo de la balanza comercial: tras 1931, el d¨¦ficit creci¨® hasta el 23,8% en 1935. Las importaciones cayeron menos que las exportaciones, porque Espa?a sufri¨® las consecuencias de las pol¨ªticas de empobrecer al vecino practicadas por otros pa¨ªses. Adem¨¢s, aquel d¨¦ficit comercial no pudo compensarse con los ingresos en divisas por fletes, remesas de emigrantes e importaciones de capital, que pr¨¢cticamente desaparecieron debido a la crisis internacional.
Espa?a tampoco se protegi¨® con devaluaciones competitivas. Aunque nunca entr¨® en el patr¨®n oro, lo intent¨® en dos ocasiones y sus Gobiernos actuaron como si pertenecieran al club. Desde 1928, la peseta se depreci¨® por la presi¨®n de los mercados de divisas. Por el contrario, los Gobiernos trataron de mantener la paridad de la peseta a trav¨¦s del control de cambios. Sin esta intervenci¨®n en el mercado de divisas, la peseta se habr¨ªa depreciado m¨¢s, lo que hubiese resultado m¨¢s protector para la econom¨ªa espa?ola.
Hasta 1931, esta pol¨ªtica de mantener la cotizaci¨®n de la divisa fue la ortodoxa internacionalmente y agrav¨® la crisis internacional. Todo cambi¨® aquel a?o, cuando Reino Unido y los pa¨ªses del bloque de la libra abandonaron el patr¨®n oro, lo que facilit¨® su recuperaci¨®n econ¨®mica. Otros pa¨ªses, como Francia, permanecieron en el patr¨®n oro, agravando su depresi¨®n. Pues bien, los Gobiernos espa?oles engancharon la peseta al franco franc¨¦s, actuando como si pertenecieran al patr¨®n oro. La Rep¨²blica descart¨® las devaluaciones competitivas practicadas por los pa¨ªses que abandonaron el patr¨®n oro. En suma, la fortaleza de la peseta entre 1931 y 1935 perjudic¨® a las exportaciones espa?olas y favoreci¨® las importaciones, agravando las repercusiones de la crisis internacional.
Fue la recesi¨®n la que trajo la Segunda Rep¨²blica, no al rev¨¦s
- Los factores pol¨ªticos coadyuvaron a la crisis. Para Luis Olariaga (1933), la recesi¨®n en Espa?a tuvo su origen en el descenso de la inversi¨®n privada, originado por el empeoramiento de las expectativas empresariales, tras el establecimiento de la Rep¨²blica, por los conflictos sociales, las pol¨ªticas socializantes, el acoso a la propiedad por los Gobiernos, la desconfianza en el r¨¦gimen y la paralizaci¨®n de las obras p¨²blicas. El hundimiento de la inversi¨®n privada fue clave en la depresi¨®n coyuntural de la econom¨ªa espa?ola, pero la explicaci¨®n de Olariaga requiere algunas matizaciones.
Primera, el ciclo inversor se hab¨ªa desacelerado ya en 1928. La inestabilidad social, la incertidumbre pol¨ªtica y el empeoramiento de las expectativas empresariales hab¨ªan comenzado con la crisis de la dictadura de Primo de Rivera. Las huelgas generalizadas se iniciaron en 1930, en cuanto desapareci¨® la represi¨®n de la dictadura. Luego, las expectativas empresariales se agravaron por la crisis internacional y la transici¨®n hacia el r¨¦gimen republicano. Adem¨¢s, esta inestabilidad social acompa?¨® a la depresi¨®n econ¨®mica en toda Europa.
Segunda, las cifras macroecon¨®micas muestran que la Segunda Rep¨²blica no caus¨® la crisis econ¨®mica, que ya ven¨ªa de antes. Al contrario, la recesi¨®n econ¨®mica y el colapso de la monarqu¨ªa, que hab¨ªa apoyado la dictadura, trajeron la Rep¨²blica.
Tercera, las pol¨ªticas reformadoras del primer bienio republicano no fueron socializantes, sino socialdem¨®cratas. Aplicaron en Espa?a reformas estructurales y sociales que ya se hab¨ªan implantado en Europa desde 1883 para corregir la desigual distribuci¨®n de la renta. La legislaci¨®n laboral de Largo Caballero contribuy¨® al crecimiento de los salarios reales entre 1931 y 1933, tras haberse estancado durante la dictadura de Primo de Rivera. Pero, como en Europa, el crecimiento de los salarios reales tambi¨¦n se debi¨® a la deflaci¨®n. En el segundo bienio, los salarios reales permanecieron estables. Por otro lado, los costes salariales no aumentaron por la legislaci¨®n sobre seguros sociales, porque los empresarios apenas la aplicaron. En cualquier caso, los Gobiernos republicanos fueron escrupulosos en la aplicaci¨®n de la ley, como sucedi¨® con la reforma agraria, seg¨²n Ricardo Robledo (2008). Eso s¨ª, estas reformas provocaron una reacci¨®n antirrepublicana en los empresarios m¨¢s conservadores (los agrarios), cuyas acciones agudizaron los conflictos sociales y la inestabilidad pol¨ªtica.
Entre 1931 y 1934 se expandi¨® el gasto p¨²blico y se sostuvo el valor de la peseta
Cuarta, la Segunda Rep¨²blica no paraliz¨® las obras p¨²blicas, sino que las reactiv¨® para compensar la ca¨ªda de la inversi¨®n privada. En Espa?a, la inversi¨®n agregada alcanz¨® un m¨¢ximo en 1929. Tras disminuir ligeramente en 1930, se desplom¨® en 1931 y 1932, para recuperarse desde 1933. Por el contrario, la inversi¨®n p¨²blica solo cay¨® en 1930, para aumentar desde 1931. Las obras p¨²blicas, paralizadas en 1930, fueron reemprendidas en 1931 y se intensificaron en 1932. La obra p¨²blica de Indalecio Prieto y los pedidos de material de transporte contribuyeron a paliar los efectos de la crisis.
- Una pol¨ªtica fiscal moderadamente expansiva. La pol¨ªtica fiscal republicana no caus¨® la recesi¨®n, sino que alivi¨® sus secuelas. A pesar de sus declaraciones de ortodoxia presupuestaria, los ministros de Hacienda de la Rep¨²blica realizaron una pol¨ªtica fiscal antic¨ªclica. La pol¨ªtica expansiva de la dictadura fue clausurada por su ministro de Hacienda Jos¨¦ Calvo Sotelo en 1929, cerrando el presupuesto extraordinario de 1926. Esta pol¨ªtica restrictiva fue asumida por el ministro de Hacienda de la dictablanda, Manuel Arg¨¹elles, en 1930. Pero fue revertida por la Segunda Rep¨²blica, cuyos ministros aplicaron una pol¨ªtica presupuestaria expansiva.
Entre 1931 y 1934, los ministros de Hacienda incrementaron el gasto p¨²blico en un 25% para combatir el desempleo e invertir en infraestructuras y educaci¨®n. La presi¨®n fiscal tambi¨¦n aument¨® gracias a la reforma tributaria de Jaume Carner de 1932. Esto revela que aquellos ministros no eran keynesianos, como tampoco lo eran en el resto de Europa. Como los gastos crecieron m¨¢s, del equilibrio en 1930 se lleg¨® a un d¨¦ficit presupuestario del 1,6% del PIB en 1934. Era un porcentaje respetable para los c¨¢nones de la ¨¦poca, lo que permite hablar de un cierto est¨ªmulo fiscal. No obstante, una parte del d¨¦ficit era coyuntural, porque la recesi¨®n lastr¨® el crecimiento de los ingresos. Solo en 1935 hubo una intenci¨®n clara de reducir el d¨¦ficit presupuestario por parte del ministro Joaqu¨ªn Chapaprieta.
En cualquier caso, la pol¨ªtica fiscal apenas tuvo repercusiones sobre la producci¨®n y el empleo, porque el gasto p¨²blico nunca super¨® el 13,5% del PIB. Como en otras democracias europeas, los moderados planes de obras p¨²blicas no pusieron en peligro las finanzas del Estado. Por ello, en Espa?a no hubo una crisis de la deuda p¨²blica, cuyas cargas financieras fueron sostenibles durante la Rep¨²blica.
- La tard¨ªa pol¨ªtica monetaria expansiva. Antes de 1931, la pol¨ªtica monetaria ortodoxa fue restrictiva, para mantener la paridad con el oro. Esto difundi¨® la crisis internacionalmente. Tras las crisis bancarias europeas de 1931, la pol¨ªtica monetaria de los pa¨ªses que abandonaron el patr¨®n oro fue expansiva, con devaluaciones y reducciones del tipo de inter¨¦s, lo que favoreci¨® su recuperaci¨®n. Otros pa¨ªses, como Francia y Espa?a, mantuvieron m¨¢s tiempo las pol¨ªticas monetarias deflacionistas, agravando su depresi¨®n.
En 1931, la oferta monetaria cay¨® en Espa?a porque aument¨® la demanda de efectivo por el p¨²blico, reduciendo sus dep¨®sitos bancarios, ante la incertidumbre generada por la crisis econ¨®mica y la proclamaci¨®n de la Segunda Rep¨²blica, seg¨²n Pablo Mart¨ªn Ace?a. Desde 1932, por el contrario, la oferta monetaria creci¨® porque los bancos recurrieron a la pignoraci¨®n de deuda p¨²blica en el Banco de Espa?a y porque descendi¨® el coeficiente de efectivo mantenido por el p¨²blico. Es decir, porque aument¨® el dinero intensivo en contratos (dep¨®sitos bancarios), que es un indicador de la confianza de la poblaci¨®n en la estabilidad del sistema financiero y del r¨¦gimen pol¨ªtico.
El Banco de Espa?a solo controlaba el tipo de inter¨¦s. La utilizaci¨®n de este instrumento fue tard¨ªa e insuficiente. Los tipos de descuento comercial se redujeron en medio punto porcentual en 1932, 1934 y 1935. Los tipos aplicados a la pignoraci¨®n de la deuda se redujeron en medio punto en 1934 y 1935. Esta pol¨ªtica monetaria expansiva del segundo bienio republicano contribuy¨® a la recuperaci¨®n econ¨®mica.
- En los a?os treinta, Espa?a no fue diferente; en los cuarenta, s¨ª. La recesi¨®n econ¨®mica de la Segunda Rep¨²blica fue menos profunda, pero fue similar a la sufrida por las democracias europeas. Desde el punto de vista coyuntural, no puede hablarse de Gran Depresi¨®n en la Espa?a de la d¨¦cada de 1930. Los problemas m¨¢s graves de la econom¨ªa espa?ola eran estructurales y segu¨ªan vigentes en 1936, de ah¨ª la insistencia en las pol¨ªticas de reformas. Los Gobiernos republicanos recurrieron a los instrumentos de pol¨ªtica econ¨®mica coyuntural convencionales de su tiempo, aunque aplicaron con retraso y escasa convicci¨®n las pol¨ªticas de empobrecer al vecino, lo que agrav¨® las repercusiones de la crisis internacional. En Espa?a, como en el resto de Europa, no se aplicaron pol¨ªticas keynesianas. La pol¨ªtica econ¨®mica republicana no caus¨® la depresi¨®n econ¨®mica ni esta desencaden¨® la Guerra Civil, que es el corolario que sacan algunos historiadores econ¨®micos. El origen de la Guerra Civil no fue econ¨®mico, sino que estuvo, seg¨²n Santos Juli¨¢ (2008), en un doble fracaso militar: el golpe de Estado de los generales rebeldes no triunf¨®, en julio de 1936, y el Gobierno no logr¨® aplastar la insurrecci¨®n. La inclinaci¨®n del ej¨¦rcito espa?ol a los pronunciamientos no era una novedad. Lo que hab¨ªa cambiado era el contexto internacional. En efecto, la ayuda financiera y militar de las potencias fascistas al general Franco y el abandono de las democracias al Gobierno de la Rep¨²blica permitieron el triunfo de los generales sublevados, pero despu¨¦s de una costosa y sangrienta Guerra Civil.La supervivencia de la dictadura de Franco tras 1945 convirti¨® a la Espa?a de la posguerra en un r¨¦gimen, pol¨ªtico y econ¨®mico, diferente del vigente en las democracias europeas. La dictadura franquista sigui¨® aplicando las pol¨ªticas econ¨®micas de guerra que hab¨ªan implementado las potencias fascistas derrotadas. En aquella pol¨ªtica aut¨¢rquica est¨¢ el origen de la profunda crisis econ¨®mica de la posguerra. Esta fue la aut¨¦ntica Gran Depresi¨®n espa?ola del siglo XX.
Francisco Com¨ªn Com¨ªn es catedr¨¢tico de la Universidad de Alcal¨¢ y premio Nacional de Historia en 1990.
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