Se acaba el amor, queda la hipoteca
La letra mensual es lo ¨²nico que une a muchas parejas que han puesto fin a su relaci¨®n Algunas se ven obligadas a seguir viviendo bajo el mismo techo
La vivienda y la hipoteca siguen quitando el sue?o a miles de parejas rotas. Son ex de todo y para todo, menos para pagar la letra de un piso que se ha convertido en un lazo de uni¨®n a la fuerza, impuesto. Cuando se acaba el amor, llegan los problemas. Tras la ruptura, se encuentran con la cruda realidad: la vivienda no se vende, las visitas llegan a cuentagotas y las escasas ofertas que reciben por su piso no cubren la deuda contra¨ªda con la entidad financiera (el descenso en el precio de la vivienda es del 19% desde el inicio de la crisis, seg¨²n el Ministerio de Fomento).
Es una pesadilla para muchas exparejas que, a pesar del panorama negro, esperan que alg¨²n comprador llame a la puerta de su vivienda. Mientras¡ se buscan la vida.
Algunas han optado por aguantar a sus ex, vivir bajo el mismo techo y compartir el piso sin compartir la vida. Raquel lleva un a?o viviendo con su exnovio. La situaci¨®n es inc¨®moda y muchas veces embarazosa. Desde luego, no es el mejor final para una historia que comienza en 2005 cuando en pleno boom inmobiliario compraron una vivienda en la zona sur de Madrid contratando una hipoteca que engordaron para poder hacer frente a una reforma integral y a la compra de los muebles.
Raquel y su ex pareja se hipotecaron por 210.000 euros. Seis a?os despu¨¦s se acaba el amor, pero no la relaci¨®n con el banco. ¡°Ninguno se puede quedar con el piso, porque no salen los n¨²meros, y tampoco podemos alquilarlo porque la renta no cubre la letra que pagamos. Adem¨¢s, cada uno tendr¨ªa que alquilar un piso o irse a casa de los padres, y no siempre es posible¡±, cuenta Raquel.
La disoluci¨®n de condominio es una soluci¨®n a medias?
Esta madrile?a est¨¢ convencida de que el precio de su piso, anunciado en varios portales inmobiliarios y en agencias, es demasiado alto. Pero su expareja se niega a bajarlo.
Lleva m¨¢s de un a?o intentando negociar con su compa?ero la rebaja del precio. Hasta ahora ha sido imposible. Por eso, se est¨¢n planteando que sea un juez el que decida. ¡°Quiz¨¢ lo mejor es que nos obliguen a hacer turnos de seis meses para vivir en el piso, aunque de todas formas hay que seguir pagando hipoteca y alquiler, as¨ª que estamos en el mismo punto¡±.
La crisis econ¨®mica ha obligado a muchas parejas a seguir unidas, de una u otra forma. De hecho, el n¨²mero de las que deciden romper su relaci¨®n cae desde el comienzo de la crisis en 2007.
Rupturas matrimoniales
En los primeros nueve meses de 2011 se han producido 85.346 divorcios, un 2,8% menos que en el mismo periodo del a?o anterior, seg¨²n los ¨²ltimos datos del Consejo General del Poder Judicial. Y hasta el tercer trimestre se separaron 5.394 parejas, 421 menos.
Hay tantas posibles soluciones como parejas se separan. Pero todas tienen algo en com¨²n: la prioridad es deshacerse de la carga de la hipoteca y el piso; ninguna de las partes pide ya compensaci¨®n econ¨®mica, ni devoluci¨®n de lo pagado. Da igual qui¨¦n puso m¨¢s dinero. ¡°La crisis ha dado al traste con las aspiraciones de obtener beneficios con la venta y repartirlos¡±, dice Luis Miguel Fern¨¢ndez, socio-director y abogado del bufete Aestimatio Abogados.
Este letrado trata a diario con parejas que deciden seguir caminos distintos. Si tienen hijos, la soluci¨®n viene dada. ¡°Se quedan la mujer y los hijos en el piso¡±. Otras exparejas deciden adjudicar el uso y disfrute del piso, as¨ª como el pago de la letra, a uno de los c¨®nyuges hasta su venta a un tercero. ¡°Una especie de alquiler de la mitad que no tiene en propiedad¡±, explica Fern¨¢ndez.
Las hay que intentan que una de las partes compre la casa. Y decimos intentan porque es una soluci¨®n a medias. La primera visita es al banco. Y la primera negativa es la del banco.
Las entidades financieras son reacias a liberar de responsabilidad hipotecaria a uno de los miembros. Demasiado riesgo. ¡°Ni presentando como avalista al mism¨ªsimo Emilio Bot¨ªn¡±, dice con sarcasmo un abogado.
No quieren perder potenciales deudores a los que reclamar si dejan de pagar, si el piso sale a subasta y si esta no cubre la totalidad de la deuda. ¡°El problema de verdad se da cuando ambos son propietarios y deudores hipotecarios y uno de ellos quiere quedarse con el 100% de la vivienda y asumir el remanente del cr¨¦dito, es decir, lo que quede por pagar¡±, se?ala el abogado Juan Bay¨®n.
Al notario
Y, por eso, las notar¨ªas se est¨¢n llenando de excompa?eros desesperados que firman, en escritura p¨²blica, un acuerdo de disoluci¨®n de condominio ¡ªcuando se trata de novios, parejas de hecho o matrimonios en separaci¨®n de bienes¡ª, o liquidaci¨®n de gananciales. Otros ex ni siquiera oficializan el acuerdo y se limitan a firmar un contrato privado para ahorrarse los costes de notario, Hacienda y Registro de la Propiedad. Una salida poco recomendable. Con la disoluci¨®n, uno de los dos sale de la escritura de la vivienda, pero no de la hipoteca.
?Qu¨¦ pasa si el que se hac¨ªa cargo de la letra deja de pagarla? El banco pone en marcha el engranaje de reclamaci¨®n de deudas. A los dos.
Ahora bien, queda el cartucho de la reclamaci¨®n. ¡°Si nos vemos obligados a pagar al banco, podemos reclamar judicialmente esas cantidades a la otra parte, en el caso de que se haya firmado un acuerdo de disoluci¨®n de condominio o liquidaci¨®n de gananciales, haciendo constar que si el que no se ha adjudicado el piso resulta afectado en sus bienes, tendr¨¢ derecho a reclam¨¢rselo¡±, explica Fern¨¢ndez. Aunque lo m¨¢s probable es que el ex no tenga bienes y sea casi imposible recuperar el dinero.
Aviso para navegantes. Si alguien tiene intenci¨®n de extinguir el condominio de un inmueble con hipoteca, ¡°debe asegurarse de que el acreedor (el banco) le libere de responsabilidad. De lo contrario, se encontrar¨¢ con este problema¡±, dice Bay¨®n.
En el lado opuesto est¨¢n los ex que, dada la depreciaci¨®n de los pisos, no quieren quedarse con esa vivienda sobrevalorada. La soluci¨®n es el alquiler.
¡°Cuando me separ¨¦ pens¨¦: ¡®?Qu¨¦ hacemos con la casa?¡¯. Ninguno de los dos la quer¨ªa, as¨ª que solo quedaba la opci¨®n de venderla¡±, dice Mar¨ªa, que rompi¨® con su novio hace tres a?os. A¨²n tienen una hipoteca en com¨²n.
La primera visita fue a Bankia. Mar¨ªa valor¨® la opci¨®n de quedarse con el piso. Dur¨® poco. En la sucursal le negaron la ampliaci¨®n de hipoteca y le apuntaron que su pretensi¨®n era ¡°un suicidio¡±, al querer quedarse con una vivienda que val¨ªa mucho menos.
Mar¨ªa y su ex cargan con una hipoteca de 199.000 euros, de la que resta por pagar 169.054. La letra es de 839 euros y el piso se vende por 180.000 euros.
En este tiempo han visitado el piso dos personas. ¡°Tenemos pocas esperanzas de venderla, y tampoco podemos bajarla mucho m¨¢s. La situaci¨®n no puede ser peor y, ante el panorama desolador, decidimos alquilarla¡±. Conseguir un inquilino fue f¨¢cil. El alquiler es de 800 euros, as¨ª que tienen que asumir los 39,53 restantes, sumados a 50 euros de comunidad, el IBI, el seguro de la casa, etc¨¦tera. Ahora, Mar¨ªa vive en el piso de su nueva pareja en Alcorc¨®n, y su ex, en casa de sus padres.
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