Espa?a en el pa¨ªs de las maravillas
Espa?a no se encuentra ante una simple recesi¨®n, ni ante una crisis m¨¢s o menos grave El mal llamado ciclo alcista de 1996 a 2008 no fue m¨¢s que un espejismo y desemboc¨® en un desastre del que costar¨¢ mucho tiempo recuperarse
La historia demuestra que el crecimiento econ¨®mico moderno ha sufrido frecuentes interrupciones, crisis que se expresan en una fuerte ca¨ªda del ritmo de aumento del PIB. En dos etapas hist¨®ricas, en 1881-1896 y 1929-1939, la prolongada postraci¨®n de la actividad productiva dio forma a sendas Grandes Depresiones. A estas alturas, comenzado el a?o 2012, resulta obvio que no nos encontramos ante una simple recesi¨®n ¡ªca¨ªda del PIB en dos trimestres consecutivos¡ª ni ante una crisis de mayor o menor gravedad, sino ante una aut¨¦ntica tercera Gran Depresi¨®n.
El estallido de la actual Gran Depresi¨®n se produjo en agosto de 2007 con la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos. Pese a que nos hallamos muy lejos de ponerle fin, la crisis se ha revelado ya mucho m¨¢s r¨¢pida, diversa, compleja y cambiante que ninguna de sus antecesoras; algo as¨ª como la madre de todas las crisis. Las crisis econ¨®micas nunca han afectado al mundo entero por igual. Se han cebado en aquellos pa¨ªses que padec¨ªan de mayor fragilidad y que estaban menos preparados para afrontarlas. Tampoco ahora se trata, como se dice machaconamente, de ¡°una crisis econ¨®mica mundial¡±. Lo es por la gravedad de las consecuencias de lo que sucede en Europa sobre el resto del mundo. Pero el PIB de Asia crecer¨¢ en 2012 un 7,2%. Brasil y otros pa¨ªses latinoamericanos tambi¨¦n obtendr¨¢n buenos resultados. Es fundamentalmente la crisis de Latinoeuropa y, sobre todo, de Italia y Espa?a. Berlusconi y Zapatero. De Islandia, Grecia, Portugal e Irlanda tambi¨¦n, pero son econom¨ªas peque?as cuya ca¨ªda no pondr¨¢ al mundo patas arriba.
EEspa?a no iba nada bien. Nunca se hab¨ªan cantado las maravillas del crecimiento econ¨®mico espa?ol como se ha hecho en los ¨²ltimos 15 a?os. Con referencia a 1996-2007, se ha escrito que la crisis cierra un ¡°ciclo de doce a?os de vacas gordas¡± o una etapa de ¡°13 a?os de crecimiento ininterrumpido y robusto (3,5% de media en este periodo)¡±. Se ha calificado de ¡°portentoso ciclo alcista¡±, ¡°d¨¦cada prodigiosa¡± o de ¡°largu¨ªsima d¨¦cada prodigiosa que va de 1996 a 2008¡±. Se apunta que ¡°la econom¨ªa pudo crecer desaforadamente¡± y que ¡°Espa?a protagoniz¨® una impresionante historia de ¨¦xito¡±. Y unas cuantas lindezas m¨¢s. Todo falso. Ha sido un crecimiento econ¨®mico ficticio. ?En qu¨¦ estar¨ªan pensando los analistas que contaban aquellas inveros¨ªmiles maravillas? ?Perd¨®nales, Se?or, no sab¨ªan lo que escrib¨ªan! ?O s¨ª lo sab¨ªan?
Zapatero se luci¨® con una p¨¦sima gesti¨®n de la crisis desde el principio
Como conocen todos los estudiantes de primer a?o de Econom¨ªa, el crecimiento no se mide por el aumento del PIB, sino del PIB por habitante. En estos a?os, Espa?a ha aumentado su poblaci¨®n gracias a una inmigraci¨®n de dimensiones desconocidas en la historia, muy por encima de los dem¨¢s pa¨ªses del mundo occidental. As¨ª que, ponderado por el aumento de sus habitantes, el crecimiento del PIB supera por muy poco al crecimiento de la UE de 15 miembros en la primera parte del periodo, para quedar por debajo ya en 2004 y de forma permanente a partir de 2006, seg¨²n datos de Eurostat.
En comparaci¨®n con el conjunto del mundo, el resultado es mucho peor: la econom¨ªa espa?ola ha crecido por debajo de la tasa de crecimiento del PIB mundial. El ¨²nico periodo en que Espa?a lider¨® el crecimiento, solo por detr¨¢s de Jap¨®n, fue en 1961-1973: nada menos que el 8% de aumento anual del PIB. El tama?o de la econom¨ªa se multiplic¨® por un factor 2,7 en solo 13 a?os. Algo que hoy no podemos siquiera so?ar.
Hay que a?adir, todav¨ªa, que el exceso de crecimiento relativo del PIB espa?ol sobre el de la UE, con referencia al tama?o demogr¨¢fico, es muy inferior a la gigantesca ayuda econ¨®mica recibida. Se ha crecido algo m¨¢s que la media gracias a los donativos gentilmente concedidos por alemanes y otros europeos del Norte, cerca de un 1% anual del PIB entre 1996 y 2006. M¨¢s, mucho m¨¢s, que el Plan Marshall que permiti¨® reconstruir Europa despu¨¦s de la II Guerra Mundial. Dos grandes conocedores del tema, Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez Vallv¨¦ y Miguel ?ngel Benedicto Solsona, han calificado estos hechos como ¡°la mayor operaci¨®n de solidaridad de la historia¡±. Pero el man¨¢ no pod¨ªa durar eternamente. ?Qui¨¦n crey¨® que nos iban a mantener de por vida? ?No est¨¢n ahora ellos, los europeos del Norte, en su derecho de pasar cuentas?
No es muy probable que los espa?oles vuelvan a dejarse embaucar
EEl capitalismo del despilfarro. La pregunta m¨¢s grave es otra: ?qu¨¦ se hizo de aquella inmensa ayuda recibida, producida por el trabajo de nuestros socios de los pa¨ªses donantes? ?Ha servido para elevar la productividad relativa y hacer m¨¢s competitiva la econom¨ªa? La respuesta es clara: se han construido numerosas l¨ªneas del TGV ¡ªnuestro entra?able AVE¡ª ruinosas, autopistas y autov¨ªas que no llevan a ninguna parte, aeropuertos, universidades, centros tecnol¨®gicos, auditorios, polideportivos, sedes de partidos y sindicatos, ciudades de la ciencia y todo lo que usted quiera. Particularmente inquietante aparece el diagn¨®stico de Germ¨¤ Bel, cuando anuncia que el lastre para el crecimiento de una infraestructura in¨²til seguir¨¢ en el futuro porque es, en s¨ª mismo, ¡°el problema de Espa?a¡±, su raz¨®n de ser.
El pa¨ªs entero se sinti¨® invitado a la fiesta. Pisos en propiedad como derecho constitucional para todos, segundas y terceras residencias, embarcaciones deportivas, vacaciones en las ant¨ªpodas, bodas y festejos varios por todo lo alto. En fin, ?a vivir que son cuatro d¨ªas! Antiguamente, la prosperidad del personal proced¨ªa de tener ¡°un t¨ªo en Am¨¦rica¡±. De golpe, la cosa era m¨¢s cercana: ¡°?Ya somos europeos!¡±. Como alguien acabar¨ªa pagando la factura, ?tonto el ¨²ltimo! El fin de la presunta d¨¦cada dorada es ¡°el estallido de una burbuja inmobiliaria de proporciones monstruosas¡±, como se?al¨® The Economist, que estamos muy lejos de digerir.
Uno de los grandes problemas ha sido el sometimiento de las voces disidentes
El crecimiento econ¨®mico depende del aumento de la productividad. La productividad espa?ola ha ido de capa ca¨ªda. El gr¨¢fico 2 muestra su evoluci¨®n en 1996-2010, expresada en porcentaje de la que ha tenido la UE de 27 miembros. El balance es desolador. Pese a los ingentes fondos europeos, la productividad relativa se deterior¨® hasta 2005. Solo el comienzo de la crisis y la pavorosa destrucci¨®n de empleo han permitido recuperar el nivel relativo de 1996, aunque sin consolidar esa recuperaci¨®n. ?Gracias a que no trabaja casi nadie! Al paso que vamos, llegaremos a tener el r¨¦cord mundial de productividad¡ No se haga el lector muchas ilusiones, la productividad por persona ocupada, en t¨¦rminos reales, no ha mejorado apenas desde 2006. Solo que se ha empezado a deteriorar tambi¨¦n en los restantes pa¨ªses de la UE.
La org¨ªa del gasto no ha servido de mucho. Seguimos sin ancho de v¨ªa europeo, con el consiguiente diferencial de costes para la exportaci¨®n a Europa. La ¨²ltima ocurrencia, con la que se despidi¨® el ministro de Fomento saliente, consisti¨® en anunciar la construcci¨®n de cinco corredores ferroviarios de ancho europeo. Observe el lector la aguda reflexi¨®n de nuestro amable rector y gu¨ªa: ?quieren ustedes caldo? Pues, cinco tazas. Si se tarda en hacerlo 50 a?os, mejor. As¨ª habr¨¢ promesas electorales disponibles para lo que nos pueda quedar de vida, si conseguimos sobrevivir. Porque, entre tanto, habr¨¢ que recortar otra vez salarios, subir impuestos, congelar pensiones y retrasar de nuevo la edad de jubilaci¨®n, y solicitar de la bondad humana ¡ªse?ora Merkel o sucesores¡ª que nos sigan subsidiando.
ETarde y mal. El Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero se luci¨® con una p¨¦sima gesti¨®n de la crisis desde el principio. Ni su pa¨ªs, ni su partido, se merec¨ªan este lamentable galimat¨ªas. Alfredo Pastor resume: ¡°Diagn¨®sticos enga?osos, planes improvisados, ¨®rdenes seguidas de contra¨®rdenes, compromisos rotos son los hitos que jalonan una trayectoria lamentable¡±. La imagen ante el mundo, pat¨¦tica: ¡°Tanta incompetencia agrava nuestra situaci¨®n ya delicada¡±, concluye. Quim Monz¨® escribi¨®, unas semanas atr¨¢s, ¡°ni el historiador m¨¢s ben¨¦volo sabr¨¢ encontrar nada para poder colocarle en un discreto altar¡±. As¨ª es. A ¨¦l, a ellos, desde luego, la historia no les absolver¨¢.
Uno de los problemas m¨¢s graves de este periodo ha sido el sometimiento de las voces disidentes al silencio. J. Bradford DeLong, ex secretario adjunto del Tesoro de EE UU y profesor de Berkeley, escribe (La ciencia econ¨®mica en crisis, EL PA?S, 22 de mayo de 2011): ¡°Cuando los rectores y estudiantes de las universidades exijan pertinencia y utilidad, tal vez esos colegas se pongan a ense?ar c¨®mo funciona la econom¨ªa y dejen a los economistas acad¨¦micos inmersos en una disciplina reducida a su m¨ªnima expresi¨®n y que se limite a ense?ar la teor¨ªa de las opciones l¨®gicas. Necesitamos m¨¢s historiadores monetarios e historiadores del pensamiento econ¨®mico y menos constructores de modelos¡±.
En una econom¨ªa abierta las recetas keynesianas son inaplicables
Por cierto, las autoridades universitarias tendr¨ªan que reflexionar: ?por qu¨¦ se ha eliminado la Historia Econ¨®mica de Espa?a de los planes de estudio de Administraci¨®n de Empresas? ?Cabe mayor desprop¨®sito? El nuevo Ministro de Educaci¨®n, Cultura y Deporte deber¨ªa exigir una urgente rectificaci¨®n de las universidades p¨²blicas. Las privadas, y las escuelas de negocios de la Iglesia (IESE, ESADE, etc¨¦tera), que hagan lo que quieran. Algo se ha ganado con la crisis, tristemente. Los ciudadanos, de golpe y sin ponerse a estudiar, han aprendido Econom¨ªa. No es muy probable que vuelvan a dejarse embaucar por encantadores de serpientes. La democracia espa?ola ha perdido su ingenuidad.
Entre tanto, acabamos de batir el r¨¦cord hist¨®rico de d¨¦ficit p¨²blico en porcentaje del PIB, el r¨¦cord hist¨®rico del desempleo, el r¨¦cord hist¨®rico del d¨¦ficit exterior. La Seguridad Social ya est¨¢ en d¨¦ficit. ?Ah! Y no se olviden ustedes de que ¡°la culpa la tenemos todos¡±. Como si el pobre ciudadano de a pie pudiera cambiar las leyes o decidir las inversiones (?!) p¨²blicas. Un dato para los aficionados a las comparaciones: la tasa de paro de Alemania en diciembre de 2011 se situ¨® en el 6,6%. Es la m¨¢s baja desde la reunificaci¨®n en 1990. ?Alguien se cree lo de que es ¡°una crisis mundial¡±?
El plan E, o plan Zapatero, fue un programa de inversiones del Gobierno central que comport¨® una inyecci¨®n de m¨¢s de 5.000 millones de euros, fundamentalmente en peque?as obras p¨²blicas. Un empresario, con buen criterio, asegur¨® que fue ¡°tirar el dinero a la basura¡±, porque no sirvi¨® para nada. Cabe matizarle: cuando se tira el dinero a la basura siempre hay por all¨ª alg¨²n avisado para recogerlo. Como reza el segundo principio de la termodin¨¢mica, el dinero no se destruye, solo cambia de manos.
E Cui prodest? El enorme esfuerzo inversor realizado ten¨ªa que haber acrecentado nuestra posici¨®n competitiva en el mercado mundial. Nada de eso: nuestra exportaci¨®n es muy baja y depende casi ¨²nicamente de un par de comunidades aut¨®nomas. Adquirimos toda la tecnolog¨ªa en el extranjero, pero no tenemos nada que vender. Se ha invertido mucho en el exterior, pero se debe casi todo. ?Suerte que nos quedan el Bar?a y el Madrid!
La soluci¨®n: mejorar la productividad con reformas estructurales
Francisco Com¨ªn, el mejor especialista en el tema, ha escrito: ¡°Desde que se invent¨® la deuda (p¨²blica y privada), los acreedores mandan. El Estado espa?ol (desde los Austrias, el mayor serial defaulter del mundo; este es un r¨¦cord mundial que todav¨ªa ostentamos) es la mejor prueba hist¨®rica de que los inversores mandan. Y ahora, por el efecto contagio, por las crisis del euro y por ese historial brillante de mal pagador, los inversores exigen la reducci¨®n del d¨¦ficit. No hay otra salida, si de verdad el Estado espa?ol se quiere graduar de una vez en la gesti¨®n de la deuda¡±.
Para entender el desaguisado, h¨¢gase el lector la misma pregunta que todos hacemos al leer una novela polic¨ªaca: Cui prodest? ?A qui¨¦n beneficia? No es verdad que se haya tirado el dinero. Algunos sab¨ªan muy bien para d¨®nde iba. Con todo, la principal ganadora del boom de la construcci¨®n, estimulado sin escr¨²pulo alguno por los que mandan, ha sido la recaudaci¨®n de impuestos. Ya saben, ¡°Hacienda somos todos¡±. Aunque algunos m¨¢s que otros.
Luego vienen los particulares. Con tanta nueva infraestructura, muchos se han llenado los bolsillos y otros muchos han encontrado puestos de trabajo, de por vida que no sirven para nada. Construyendo, financiando, administrando y, sobre todo, gobernando. Algunos deben responder ante la Justicia. Otros han gozado, legalmente, de cargos, dietas, viajes, coches oficiales, fondos de pensiones astron¨®micos y todo tipo de prebendas. A veces, por duplicado, por triplicado, etc¨¦tera. Los m¨¢s listos tienen ya sus ahorrillos en ¡°paradero desconocido¡±. Los otros, pues ya se sabe, como reza el refr¨¢n, ¡°un tonto y su dinero se separan pronto¡±.
Si el nuevo Gobierno no nos saca de apuros, pues se elige otro
?La cosa tiene remedio? S¨ª. Los reaccionarios ¡ªsiempre los hay, aunque, a veces, muy bien disfrazados¡ª dicen, como san Ignacio de Loyola, ¡°en tiempos de aflicci¨®n no hacer mudanza¡±. Pues resulta que debe ser exactamente al rev¨¦s. Hay que hacer toda clase de mudanzas. Habr¨¢ que apretarse mucho el cintur¨®n. Y pagar las deudas. Y gastar solo en lo que tenga retornos seguros. Y acabar con las subastas a por el voto del personal. Y crear un verdadero mercado de trabajo. Y reformar a fondo el sistema financiero. Y cumplir con la palabra dada. Los gobernantes deben estar sujetos al C¨®digo Penal. Las instituciones deben ser transparentes y absolutamente fiables.
Keynes se muri¨® hace tiempo, en 1946. En una econom¨ªa absolutamente abierta, como la Espa?a de hoy, las recetas keynesianas son inaplicables. Aumentar la demanda interna, como recomiendan algunos sabios (?de izquierdas!), solo traer¨ªa un aumento extraordinario de las importaciones ¡ªsobre todo de China y de Alemania, o de...¡ª, m¨¢s d¨¦ficit exterior, m¨¢s d¨¦ficit p¨²blico y, como escrib¨ªa el poeta Fernando Pessoa, una ruina peor.
La ¨²nica soluci¨®n es la mejora de la productividad con reformas estructurales. Hay que acabar con los abusos y las disfunciones. Poner fin al despilfarro de recursos en la Sanidad, exigir alg¨²n copago para que la gente no se piense que ir al m¨¦dico es como ir al caf¨¦ a jugar al domin¨®, introducir precios reales ¡ªo, por lo menos, un poco realistas¡ª en la ense?anza superior y becas para quienes se las ganen, penalizar el absentismo de quienes todav¨ªa tienen trabajo, poner peajes a diestro y siniestro, dar fin al gasto suntuario y electoralista en materia de inversiones. No se puede construir un puerto de mar en todas las capitales de provincia por la monserga de la equidad territorial.
Hay que arrimar el hombro y asumir las medidas de quienes tienen ahora la responsabilidad de sacarnos del pozo, aun si no nos gustan. No hay otro remedio. De no hacerlo as¨ª, al presidente Rajoy, los mercados, el Fondo Monetario Internacional y la se?ora Merkel, en tres o cuatro meses, le pondr¨¢n en la calle. Si este nuevo Gobierno no logra sacarnos de apuros, pues se elige otro. Felizmente, para eso sirve la democracia. La receta no es muy dif¨ªcil, aunque la medicina ser¨¢ muy amarga. Pero lo sucedido no debe repetirse jam¨¢s.
Jordi Maluquer de Motes es catedr¨¢tico de Historia Econ¨®mica en la Universitat Aut¨°noma de Barcelona.
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