Amistades peligrosas
Durante la burbuja de cr¨¦dito se configuraron relaciones de connivencia entre banqueros y pol¨ªticos
Con el paso del tiempo, los historiadores podr¨¢n documentar mejor lo que hoy, no obstante, es ya una evidencia muy clara: la causa principal de lo que nos est¨¢ pasando son las relaciones incestuosas que se fueron creando a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas entre banqueros y pol¨ªticos. Esas relaciones se han convertido en amistades peligrosas cuyas consecuencias estamos pagando, de formas diversas, todos los ciudadanos.
El factor que explica mejor la mayor intensidad en Espa?a de la recesi¨®n, del desempleo y de la pobreza en comparaci¨®n con otros pa¨ªses no es nuestro mercado de trabajo, sino la mayor sequ¨ªa de cr¨¦dito. Por lo tanto, esos mayores costes econ¨®micos y sociales de la crisis hay que contabilizarlos en el pasivo de esas relaciones entre banqueros y pol¨ªticos.
El no querer exigir responsabilidades est¨¢ llevando al Gobierno a buscar soluciones que no son tales, sino ama?os para ocultar y no exigir responsabilidades. El caso de Bankia es paradigm¨¢tico. Solo encuentro una explicaci¨®n inteligible a la forma t¨¦cnicamente tan torpe como se est¨¢ gestionando pol¨ªticamente su grave situaci¨®n financiera: que a pesar de todo lo que llevamos vivido a¨²n no se han roto esas amistades peligrosas entre banqueros y pol¨ªticos. No se ha querido responsabilizar a los antiguos directivos y consejeros de los fracasos de gesti¨®n y los desmanes, porque eso fueron, entre otras, las operaciones de venta fraudulenta de las preferentes a ahorradores y pensionistas incautos abusando de su confianza, o la precipitada salida a Bolsa, que ha dejado a miles de peque?os inversores en la ruina.
?C¨®mo explicar que hasta ahora, al contrario de lo que en EE UU o Reino Unido, ning¨²n Parlamento, ya sea el de Madrid o de las autonom¨ªas, haya abierto una investigaci¨®n sobre esas responsabilidades? Solo tomando en consideraci¨®n esas amistades es posible entender esta inacci¨®n pol¨ªtica.
El factor que explica mejor la mayor intensidad en Espa?a de la recesi¨®n es la sequ¨ªa de cr¨¦dito
Pero dado que las consecuencias no se han acabado, como dir¨¦ m¨¢s adelante, vale la pena ver c¨®mo se fueron articulando esas amistades peligrosas.
En primer lugar, durante la etapa de burbuja de cr¨¦dito y del boom inmobiliario se fueron configurando unas relaciones de connivencia e inter¨¦s mutuo entre banqueros y pol¨ªticos. Los primeros financiaron proyectos p¨²blicos o privados de discutible rentabilidad a largo plazo y, a cambio, los segundos, que ten¨ªan responsabilidades de supervisi¨®n, a nivel auton¨®mico y central, cerraron los ojos al elevado riesgo crediticio y su concentraci¨®n, una actividad tan vol¨¢til como la promoci¨®n inmobiliaria y la compra de suelo. Esos riesgos fueron mucho m¨¢s elevados all¨ª donde la amistad fue m¨¢s pr¨®xima e incestuosa, como en el caso de Castilla-La Mancha, Valencia y Madrid, entre otros. La consecuencia fue que el balance de muchas cajas y bancos se llen¨® de activos de riesgo valorados en balance a precios muy inflados.
Cuando el flujo de cr¨¦dito internacional se acab¨® y cajas y bancos no pudieron seguir endeud¨¢ndose, la burbuja inmobiliaria pinch¨® y la econom¨ªa entr¨® en recesi¨®n. Los precios de esos activos se desplomaron, quedando en los balances como elementos t¨®xicos que amenazaban la solvencia e imped¨ªan a la banca ejercer la funci¨®n social que la justifica: suministrar cr¨¦dito a empresas y familias.
En ese momento, como ocurre cuando los ri?ones de una persona dejan de funcionar como consecuencia de a?os de ingerir sustancias t¨®xicas, la terapia adecuada era practicar una di¨¢lisis bancaria; es decir, conectar los bancos intoxicados al sector p¨²blico (nacionalizaci¨®n) para extraer los elementos t¨®xicos y sanear los bancos para que pudiesen seguir haciendo su funci¨®n de suministro de cr¨¦dito al cuerpo econ¨®mico.
La terapia adecuada era conectar los bancos intoxicados al sector p¨²blico para extraer los elementos t¨®xicos y sanear los bancos
Pero esa di¨¢lisis es cara y hay que hacerla con recursos p¨²blicos, como hicieron EE UU o Reino Unido. Para ello hab¨ªa que explicar a los contribuyentes que conven¨ªa rescatar a los bancos, pero no a los banqueros, y que se iban a exigir responsabilidades de todo tipo a directivos, accionistas y acreedores, impidiendo sobresueldos, indemnizaciones, pensiones de esc¨¢ndalo y dividendos ficticios. Es decir, como hizo Suecia en 1992 en circunstancias similares, cuando practic¨® esa di¨¢lisis creando los llamados bancos malos, pero buscando legitimidad pol¨ªtica para hacerlo.
Pero en Espa?a, al no querer exigir esas responsabilidades, primero el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero y ahora el de Mariano Rajoy, buscaron las soluciones en ama?os que acaban complicando las cosas. Eso es lo que ha ocurrido con las fracasadas fusiones de conveniencia, como si la biolog¨ªa y el sentido com¨²n no nos ense?ase que la uni¨®n entre un infectado y uno sano no acaba con los dos infectados. O con la torpe gesti¨®n del caso de Bankia, una muestra clara de que esas amistades peligrosas contin¨²an condicionando la soluci¨®n a la crisis bancaria. Y con ella, la salida a la crisis y la vida de muchos ciudadanos.
Por desgracia, los efectos da?inos de esas amistades son a¨²n m¨¢s amplios. La dimisi¨®n forzada del gobernador del Banco de Espa?a es un ejemplo, con lo que significa de p¨¦rdida de reputaci¨®n de una instituci¨®n b¨¢sica. Como lo fue antes la perdida de reputaci¨®n de la Intervenci¨®n General del Estado. O la p¨¦rdida de virtudes c¨ªvicas que provocar¨¢ la amnist¨ªa fiscal a los ricos. O la amnist¨ªa penal concedida hace unas semanas a algunos banqueros. Estamos ante un quebranto de virtudes c¨ªvicas e instituciones que son esenciales para buen funcionamiento de la econom¨ªa, la sociedad y la democracia. Virtudes e instituciones que una vez deterioradas ser¨¢ muy dif¨ªcil reconstruir.
No s¨¦ de donde puede venir, pero necesitamos con urgencia una regeneraci¨®n de la pol¨ªtica que acabe con la cultura de irresponsabilidad de las ¨¦lites financieras.
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