No queremos educaci¨®n
La esperanza es lo ¨²ltimo que se pierde. Durante unas horas estuve dispuesto a aplaudir a Mitt Romney por hablar sinceramente de lo que significan realmente sus exigencias de tener un Estado m¨¢s peque?o.
Pero olv¨ªdenlo. A rengl¨®n seguido, el candidato volvi¨® a su yo normal, y neg¨® que hubiese dicho lo que dijo, y ofreci¨® muchas excusas que se contradec¨ªan entre ellas. Pero vamos a hablar de las verdades que dijo accidentalmente, y de lo que revelan.
En los comentarios que Romney trat¨® de desmentir m¨¢s tarde ridiculizaba al presidente Obama: ¡°Dice que necesitamos m¨¢s bomberos, m¨¢s polic¨ªas y m¨¢s profesores¡±. Y acto seguido afirmaba: ¡°Es hora de que recortemos el Estado y ayudemos a los estadounidenses¡±.
Pueden ver por qu¨¦ estaba dispuesto a darle puntos por su sinceridad. Por una vez admiti¨® de hecho lo que sus aliados y ¨¦l quieren decir cuando hablan de reducir el Estado. A los conservadores les encanta hacer creer que existen enormes legiones de bur¨®cratas p¨²blicos que nadie sabe qu¨¦ est¨¢n haciendo; en realidad, la mayor parte de los trabajadores p¨²blicos son empleados que trabajan en la ense?anza (maestros) o en la protecci¨®n p¨²blica (agentes de polic¨ªa y bomberos).
Entonces, ?deshacerse de los maestros, de los agentes de polic¨ªa y de los bomberos ayudar¨ªa a los estadounidenses? Bien, algunos republicanos preferir¨ªan que los estadounidenses recibiesen menos formaci¨®n. ?Recuerdan que Rick Santorum describ¨ªa a las universidades como ¡°f¨¢bricas de adoctrinamiento¡±? De todas formas, ni el deterioro de la ense?anza ni el empeoramiento de la protecci¨®n son temas de los que quiera hablar el Partido Republicano.
Ni que decir tiene que esto pintar¨¢ mal si Mitt Romney gana en las elecciones de noviembre
Pero la cuesti¨®n m¨¢s relevante por el momento es saber si los recortes de empleos p¨²blicos que aplaude Romney son buenos o malos para la econom¨ªa. Y ahora disponemos de muchas pruebas relacionadas con esa cuesti¨®n.
En primer lugar, est¨¢ nuestra propia experiencia. Los conservadores les har¨¢n creer que nuestros decepcionantes resultados econ¨®micos han sido causados en cierta manera por el excesivo gasto del Gobierno, y eso impide al sector privado crear empleo. Pero la realidad es que el crecimiento del empleo del sector privado ha sido m¨¢s o menos igual que el de las recuperaciones de las dos ¨²ltimas recesiones; la gran diferencia esta vez es la ca¨ªda sin precedentes del empleo p¨²blico, que cuenta ahora con 1,4 millones de puestos de trabajo menos que si hubiese aumentado tan r¨¢pido como lo hizo con el presidente George W. Bush.
Y si tuvi¨¦semos esos puestos de trabajo adicionales, la tasa de desempleo ser¨ªa mucho m¨¢s baja de lo que es: algo as¨ª como del 7,3% en vez del 8,2%. Sin duda alguna, parece que recortar el Estado cuando la econom¨ªa se encuentra en una profunda depresi¨®n resulta m¨¢s perjudicial que beneficioso para los estadounidenses.
Sin embargo, la prueba realmente decisiva sobre los recortes del Estado proviene de Europa. Piensen en el caso de Irlanda, que ha recortado 28.000 puestos de trabajo p¨²blicos desde 2008, lo que equivale, en proporci¨®n a la poblaci¨®n, a despedir a 1,9 millones de trabajadores estadounidenses. Estos recortes fueron aplaudidos por los conservadores, que vaticinaron grandes resultados. ¡°La econom¨ªa irlandesa est¨¢ dando muestras alentadoras de recuperaci¨®n¡±, declar¨® Alan Reynolds, del Instituto Cato, en junio de 2010.
Pero la recuperaci¨®n nunca lleg¨®; el desempleo irland¨¦s supera actualmente el 14%. La experiencia irlandesa demuestra que la austeridad ante una econom¨ªa deprimida es un terrible error que se debe evitar si es posible.
Y el hecho es que en Estados Unidos es posible. Pueden alegar que los pa¨ªses como Irlanda tuvieron, y tienen, unas opciones pol¨ªticas muy limitadas. Pero Estados Unidos ¡ªque, a diferencia de Europa, tiene un Gobierno federal¡ª tiene una forma f¨¢cil de dar marcha atr¨¢s en los recortes de empleo que est¨¢n matando la recuperaci¨®n: puede hacer que las reservas federales, que pueden pedir prestado dinero a unos tipos hist¨®ricamente bajos, proporcionen una ayuda que permita a los Estados y a los Ayuntamientos capear las ¨¦pocas malas. Eso, b¨¢sicamente, es lo que el presidente estaba proponiendo y de lo que Romney se estaba burlando.
Por eso, el exgobernador de Massachusetts estaba diciendo la verdad la primera vez: al oponerse a ayudar a los Estados y a los Ayuntamientos acosados por los problemas, est¨¢ en realidad pidiendo m¨¢s despidos de maestros, de polic¨ªas y de bomberos.
En realidad, es un poco ir¨®nico. Mientras que a los republicanos les encanta arremeter contra Europa, son en realidad los que quieren emular la austeridad al estilo europeo y sufrir una depresi¨®n al estilo europeo.
Y no es solo una deducci¨®n. La semana pasada, R. Glenn Hubbard, de la Universidad de Columbia, uno de los principales asesores de Romney, public¨® un art¨ªculo en un peri¨®dico alem¨¢n en el que instaba a los alemanes a ignorar el consejo de Obama y a que siguieran llevando a cabo sus pol¨ªticas de l¨ªnea dura. Al hacerlo, Hubbard estaba desautorizando la pol¨ªtica exterior de un presidente en ejercicio. Y lo que es m¨¢s importante, sin embargo, estaba prestando su apoyo a una pol¨ªtica que se est¨¢ hundiendo mientras leen esto.
De hecho, casi todo aquel que sigue la situaci¨®n actual se da cuenta de que la obsesi¨®n alemana por la austeridad ha llevado a Europa al borde de la cat¨¢strofe, es decir, a casi todos, menos a los propios alemanes, y miren por d¨®nde, al equipo econ¨®mico de Romney.
Ni que decir tiene que esto pinta mal si Romney gana en noviembre. Todos los indicios apuntan a que su idea de pol¨ªtica inteligente consiste en redoblar los mism¨ªsimos recortes de gasto que han impedido la recuperaci¨®n en Estados Unidos y que han hecho que Europa entre en una barrena econ¨®mica y pol¨ªtica.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel 2008
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.