El juego de los conductores suicidas
El pulso entre Rajoy y las autoridades pol¨ªticas y monetarias europeas se recrudece
El Gobierno espa?ol de Mariano Rajoy y las autoridades pol¨ªticas y monetarias europeas, con el Gobierno alem¨¢n al frente, est¨¢n librando un fuerte pulso sobre las responsabilidades que corresponden a cada uno en la puesta en marcha de una eficaz estrategia de consolidaci¨®n fiscal y de reformas que permita una salida a la crisis espa?ola y a la crisis del euro.
Ese pulso se inici¨® desde el mismo momento de la toma de posesi¨®n del nuevo Gobierno, con el intento de negociar una flexibilizaci¨®n del objetivo de reducci¨®n del d¨¦ficit para 2012. A tal fin, el Gobierno jug¨® la carta del retraso en la presentaci¨®n de los Presupuestos de 2012, a pesar de que Bruselas la urg¨ªa, y apel¨® a la ¡°soberan¨ªa¡± de Espa?a para fijar ese objetivo. Como recuerdan, en ese primer pulso, Bruselas acab¨® retorciendo el brazo a Rajoy.
Este pulso se ha recrudecido en las ¨²ltimas semanas. Ahora la cuesti¨®n en juego es si Espa?a debe pedir o no un rescate y, en su caso, de qu¨¦ tipo y con qu¨¦ condiciones. La tensi¨®n ha subido varios grados. Ahora incorpora recriminaciones y amenazas rec¨ªprocas.
Las autoridades europeas presionan al Gobierno exigi¨¦ndole rapidez en la petici¨®n del rescate y nuevas medidas como condici¨®n para prestarle ayuda. Como argumento persuasivo utilizan la carta de la no intervenci¨®n del BCE, dejando a Espa?a a los pies de los caballos de los mercados, que est¨¢n llevando la deuda espa?ola a precios insoportables.
El Gobierno sigue siendo remiso a apurarse mientras no consiga su objetivo de separar el riesgo bancario del riesgo soberano
Por su parte, el ministro Luis de Guindos ha reiterado en las ¨²ltimas semanas que ¡°el euro se juega su futuro en Espa?a¡±. Utiliza el argumento too big to fail, recordando a Bruselas, Fr¨¢ncfort y Berl¨ªn que Espa?a es demasiado grande para dejarla caer o para forzarla a aceptar un rescate a la griega. Juega esa carta como una amenaza del tipo ¡°a ver si te atreves¡± porque te llevar¨ªas por delante al euro.
A su vez, el presidente Mariano Rajoy, especialmente desde la llegada de Fran?ois Hollande, se ha vuelto menos servicial con la canciller Angela Merkel y m¨¢s incisivo en sus exigencias. En particular al Banco Central Europeo para que compre deuda soberana, como lo hacen los bancos centrales de Inglaterra o de EE UU. O a Bruselas para que inyecte directamente liquidez y capital a los bancos intoxicados a trav¨¦s de los mecanismos europeos creados a tal fin, imponi¨¦ndoles la condicionalidad que sea necesaria sobre los propios bancos, pero neg¨¢ndose a que esa condicionalidad recaiga sobre los presupuestos y la econom¨ªa espa?ola en su conjunto. Como el buen m¨¦dico, quiere que la medicina europea se aplique directamente sobre los ¨®rganos enfermos del paciente espa?ol, pero sin debilitar al conjunto del organismo. Con aparente frialdad suicida, juega la carta de aguantar la presi¨®n de los mercados y no apresurarse a pedir el rescate mientras no tenga claro que Alemania y Bruselas ceder¨¢n a sus pretensiones.
Este pulso se parece cada vez m¨¢s al juego de los conductores suicidas, en el que dos conductores ponen sus veh¨ªculos a toda velocidad en direcci¨®n el uno contra el otro hasta ver a qui¨¦n le entra antes el miedo, y frena y se aparta dejando ganar al otro. Un juego que se conoce popularmente como ¡°el juego del gallina¡±, porque pierde aquel que antes se arruga.
Guindos ha reiterado en las ¨²ltimas semanas que ¡°el euro se juega su futuro en Espa?a¡±
La primera carrera tuvo lugar hace dos semanas. Bruselas y Alemania necesitaban alguna se?al de Espa?a antes de las elecciones griegas. El Gobierno lo sab¨ªa. En esa ocasi¨®n, ambos conductores decidieron frenar y evitar el encontronazo frontal. El Gobierno espa?ol anunci¨® que est¨¢ dispuesto a solicitar ayuda para el rescate de la banca espa?ola, pero sin condicionalidad para los presupuestos p¨²blicos. Intenta as¨ª separar el riesgo bancario del riesgo pa¨ªs. Las autoridades europeas aceptaron la petici¨®n de rescate solo para la banca, pero hablan de forma confusa sobre qu¨¦ condicionalidad tendr¨¢ el pa¨ªs.
El presidente Rajoy mostr¨® ese acuerdo como un triunfo. Es decir, que en este pulso hab¨ªa sido ¨¦l el que hab¨ªa retorcido el brazo a Bruselas. Este gesto fue visto como una actitud soberbia y altanera y fue duramente criticado, especialmente por gentes y medios pr¨®ximos al propio Gobierno. Pero entiendo su desahogo, y no veo por qu¨¦ tendr¨ªa que ser demasiado humilde en este juego de amenazas rec¨ªprocas.
Ahora se ha iniciado la segunda carrera de ese juego del gallina. Se trata de poner por escrito en el memor¨¢ndum a firmar por ambas partes el tipo de rescate y las condiciones a la banca y al propio pa¨ªs.
El Gobierno sigue siendo remiso a apurarse mientras no consiga su objetivo de separar el riesgo bancario del riesgo soberano. Su carta principal es el miedo de Bruselas al contagio y a los efectos sobre el euro. Adem¨¢s, se guarda en la manga algunas cartas a entregar, como la subida del IVA o la desaparici¨®n de la desgravaci¨®n a la vivienda, cosas que piden el FMI y la Comisi¨®n Europea.
Por su parte, Angela Merkel y Bruselas presionan de forma amenazante y urgen al Gobierno a solicitar ya el rescate. Para ello juegan la carta del BCE de no intervenir comprando deuda espa?ola en los mercados, dejando que los prestamistas lleven la prima de riesgo y el precio de la deuda espa?ola a l¨ªmites que lleguen a ser insoportables para el Gobierno.
?C¨®mo acabar¨¢ este juego suicida? Lo deseable es que ambos conductores frenen antes del encontronazo final y cedan algo en sus pretensiones. Lo veremos en las pr¨®ximas semanas. Mientras tanto, seguiremos sufriendo el v¨¦rtigo de esa monta?a rusa en la que estamos montados, a causa del fallo espectacular del sistema financiero que llev¨® el endeudamiento del sector privado espa?ol a niveles r¨¦cord. Por eso la condicionalidad del rescate debe recaer sobre los propios bancos, sus accionistas y prestamistas, porque fueron estos los que libremente, sin que nadie les obligase, dejaron el dinero a los bancos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.