En defensa de las casas econ¨®micas
La vivienda social m¨ªnima que atrae al turismo en Rotterdam, en Madrid se degrada Algunos arquitectos, administracion y sociedad no reconocen el valor patrimonial en Espa?a

C¨®mo economizar espacio, materiales, tiempo. Ese fue el reto de la vivienda social de principios del siglo pasado... Antes ya se habl¨® de sostenibilidad, austeridad y ahorro. Los mejores arquitectos se afanaron en los a?os veinte y treinta en Holanda y en los cincuenta y sesenta en Espa?a para proporcionar vivienda con la mayor econom¨ªa, en el menor tiempo y con la mayor dignidad posible a una cantidad ingente de trabajadores.
Los edificios resultantes albergan viviendas m¨ªnimas que no responden a las necesidades actuales pero que dieron car¨¢cter a la zona en que se levantan. ?Estas manzanas de vivienda son monumentos, como un palacio, una lonja o una iglesia? S¨ª porque dan de fe c¨®mo se viv¨ªa, se trabajaba o se pensaba.
Pero ?se puede adaptar a las nuevas necesidades de sus habitantes? ?Y pueden aplicarse los criterios tradicionales que se emplean en restauraci¨®n a estos bloques que fueron una respuesta urgente y provisional?
Estas preguntas, entre otras las han planteado e investigado en torno a ellas los arquitectos Sergio Mart¨ªn Blas e Isabel Rodr¨ªguez Mart¨ªn, del grupo de investigaci¨®n Nutac (Nuevas T¨¦cnicas, Arquitectura, Ciudad) de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid. Y se han basado en la experiencia de dos ciudades.
Madrid est¨¢ a tiempo de que se recuperen los poblados que aunque se dise?aron con urgencia merece la pena conservar
El Rotterdam de los ochenta quer¨ªa promover su imagen como ciudad de la arquitectura moderna y tom¨® como inspiraci¨®n la vivienda social de los veinte-treinta. No en vano, hab¨ªa situado la ciudad holandesa en la arquitectura internacional. Y a finales del siglo pasado se restauraron con mimo los barrios y edificios que se tomaron como referencia, caso del conocido Kiefhoek, del que se promov¨ªa su conocimiento y difusi¨®n como parte de la memoria colectiva.
En cuanto a Madrid, la investigaci¨®n se ha centrado en los poblados de los cincuenta y sesenta en los que se implicaron los mejores arquitectos del momento. El Poblado Dirigido de Entrev¨ªas al sur de Madrid -de Oiza, Sierra y Alvear- se ha enfrentado a modificaciones para adecuarlo a las necesidades actuales que, aunque podr¨ªan ser consideradas continuaci¨®n del proceso de autoconstrucci¨®n -los vecinos edificaban sus casas en domingo- , "se han producido sin control lo que ha llevado a que se pierda la idea de orden y dignidad que aportaba la imagen de conjunto inicial". No es un destino tur¨ªstico cultural como los barrios holandeses.
Mart¨ªn Blas y Rodr¨ªguez Mart¨ªn analizan tambi¨¦n el poblado de absorci¨®n de Fuencarral, de Alejandro de la Sota. A punto de derribarse se compone de casas bajas de tres dormitorios y 40 metros. "La adaptaci¨®n espont¨¢nea de las viviendas, la sustituci¨®n de elementos originales y la p¨¦rdida relativa de valores patrimoniales ha sido el preludio de operaciones de demolici¨®n".
De cara al concurso que se convoque para su reconstrucci¨®n ambiental, se preguntan si "en su sustituci¨®n, ?no se deber¨ªa emplear la soluci¨®n de De la Sota en lugar de otro proyecto que la evoque?" cuando, adem¨¢s, sistemas constructivos y materiales son hoy los mismos.
El concurso para la reconstrucci¨®n ambiental del poblado de Fuencarral deber¨ªa primar la? soluci¨®n original de De la Sota
En tercer lugar, estudian la Unidad Vecinal de Absorci¨®n de Hortaleza, proyectada por Higueras y Mir¨® en 1963. Se prev¨¦ conservar 12 de los 48 edificios con viviendas de 2,15 metros de altura libre interior. Un proyecto de 2009 agrega las viviendas m¨ªnimas en d¨²plex de 60 metros ¨²tiles con dos dormitorios. Y se incorporan como terrazas privadas las galer¨ªas de acceso.
Alaban el proyecto firmado por el propio Mir¨®, tambi¨¦n fallecido: "Es compatible con la conservaci¨®n del valor patrimonial m¨¢s reconocible: la profundidad de los aleros y corredores cubiertos de vegetaci¨®n que defini¨® la imagen hist¨®rica del conjunto" pero, por acertado que sea, "el espacio urbano que generaban los bloques ha desaparecido al conservar solo parte".
Los arquitectos proponen que para conservar el patrimonio de vivienda social moderna hay que empezar por identificar los valores a conservar y ver c¨®mo hacerlo compatible con demandas irrenunciables por seguridad, salubridad e higiene. Pero "los cambios tienen que apoyarse en la intervenci¨®n m¨ªnima: cambiar materiales no implica cambiar formas y si hay que cambiar estas no hay por qu¨¦ transformar los tipos de hueco o de escalera", sostienen.
Hay imposiciones que se podr¨ªan flexibilizar como los est¨¢ndares de distribuci¨®n o dimensiones actuales que llevan con frecuencia a tener que arrasar el interior. Y consideran que no hay que tener empacho en reproducir soluciones: "La investigaci¨®n moderna en vivienda econ¨®mica ten¨ªa como uno de los principios fundamentales que sus soluciones fueran reproducibles, quitando a la obra arquitect¨®nica el aura de pieza ¨²nica que tanto da?o ha hecho". Mart¨ªn Blas y Rodr¨ªguez Mart¨ªn piden que se recupere el inter¨¦s por la vivienda econ¨®mica "como compromiso pol¨ªtico y como campo de investigaci¨®n fundamental para los arquitectos".
Reivindican que sea reconocido el valor patrimonial de la vivienda social del siglo XX que est¨¢ "a¨²n lejos de ser asumido por la sociedad, las administraciones y por parte de algunos arquitectos". Madrid, dicen, tiene todav¨ªa la oportunidad de conservar y recuperar gran parte de este patrimonio como elemento de su identidad urbana. Rotterdam ser¨ªa el ejemplo.
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