El joven poder chino
La comunidad china en Espa?a se ha multiplicado por seis en una d¨¦cada. Y entra en juego una nueva generaci¨®n m¨¢s poderosa e influyente que el tradicional due?o de una tienda
Hacer un reportaje en agosto sobre la comunidad china en Espa?a no representa ning¨²n problema: los chinos no toman vacaciones. Y as¨ª es, salvo muy contadas excepciones. La facturaci¨®n de la empresa Don Pin es un fiel term¨®metro de ello: ingresa lo mismo en agosto que en cualquier otro mes del a?o. El dato no es despreciable teniendo en cuenta que Don Pin distribuye las mercader¨ªas a 4.300 establecimientos de alimentaci¨®n, mejor conocidos como tiendas de chinos, factura 50 millones de euros y crece casi al 20% en plena crisis. Si un estereotipo se cumple (los chinos no descansan en verano), la mayor¨ªa de las leyendas que rodean a la comunidad china en Espa?a se est¨¢n quedando anticuadas. El chino laborioso, pac¨ªfico y temeroso que apenas habla castellano y vive en un entorno cerrado ha dado paso a una nueva generaci¨®n que representa a un gigante econ¨®mico. Los chinos de hoy son doblemente poderosos. Tienen dinero. E influencia. Y la utilizan. Son los ojos y los o¨ªdos de China en Espa?a.
La nueva generaci¨®n pisa el terreno con seguridad, como lo hace Maodong Chen, uno de los propietarios de Don Pin, un joven de 32 a?os que lleg¨® con 18 a Espa?a y convirti¨® un negocio minorista en otro mayorista. Maodong es, sobre todo, un chino sin complejos: habla sin tapujos y hace uso de un tremendo sentido del humor. Tanto es as¨ª que empieza a ser asiduo conferenciante en escuelas de negocio. Hace unos meses, en la sede del IESE en Madrid, ante ejecutivos de multinacionales, Maodong no pas¨® inadvertido. Supo provocar la atenci¨®n. Primero, cuando afirm¨® que no quiere clientes espa?oles en su negocio. ¡°Los espa?oles no pagan¡±, dijo, ¡°no los quiero en mi negocio. Me quedo con los chinos, que son serios¡±. En otro momento ofreci¨® algunas im¨¢genes de lo que no debe hacer un chino en Espa?a: por ejemplo, vender un bal¨®n azulgrana con el escudo del Real Madrid. As¨ª de rotundo es este nuevo empresario.
Su empresa no es un reducto chino. ¡°Pongo en contacto a proveedores espa?oles con clientes chinos¡±, asegura. En Don Pin, el 60% de los trabajadores son espa?oles. Maodong trabaja para crear equipos que le permitan diversificar su negocio y expandirse. Su energ¨ªa es contagiosa. Responde cualquier pregunta y no est¨¢ dispuesto a perder el tiempo en ser pol¨ªticamente correcto, actitud que echa por tierra el clich¨¦ del chino temeroso. Reconoce que las dos cosas que m¨¢s le gustan a sus compatriotas son, adem¨¢s de trabajar, los art¨ªculos de lujo y el juego. Y reconoce m¨¢s cosas.
Por ejemplo, cuando afirma que una de las actuales preocupaciones de muchos empresarios chinos de su generaci¨®n, gente con alta capacidad adquisitiva, es la educaci¨®n de sus hijos en Espa?a. ¡°No queremos que nuestros hijos se conviertan en se?oritos espa?oles¡±, sostiene con una sonrisa oriental. ¡°Y estamos muy preocupados. Aqu¨ª no se desarrolla la cultura del trabajo y del esfuerzo¡±. Es cr¨ªtico con la sanidad espa?ola (¡°He tenido que ir a China para arreglarme un problema de la rodilla¡±) y con las asociaciones chinas que pululan por Espa?a: ¡°El chino es individualista y desconfiado. Muchos montan asociaciones para sus intereses. A m¨ª me gusta tener amigos pero no hacer pol¨ªtica. Soy un hombre de negocios, no un pijo¡±.
¡°No queremos que nuestros hijos sean se?oritos espa?oles¡±, sostiene un empresario con una sonrisa oriental
No es f¨¢cil que Maodong acepte entrevistas, pero va camino de convertirse en una voz autorizada del empresariado chino en Espa?a. A su ¨¦xito profesional se une su buena acogida en escuelas de negocio. Su estilo encaja con el de Juan Roig, propietario de Mercadona, el empresario que ha recomendado a los espa?oles trabajar como chinos y que tiene su escuela de empresarios (EDEM), donde se imparte un m¨¢ster denominado 15 por 15 (15 empresarios para 15 alumnos). No ser¨ªa extra?o que alg¨²n d¨ªa Maodong sea profesor. Pero que nadie se equivoque: tiene la humildad como para intentar durante un a?o que le acepten matricularse en un m¨¢ster sobre finanzas. ?Har¨ªa algo parecido un empresario espa?ol con ¨¦xito?
Maodong es de la misma generaci¨®n que la abogada Lidan Qi, de 34 a?os, fundadora de un despacho en Barcelona junto a su hermana Lilin Qi, que es economista. Ambas se dedican a la consultor¨ªa tanto para las empresas espa?olas como para las multinacionales chinas, tanto p¨²blicas como privadas, que quieren conocer Espa?a. Lidan Qi lleva 22 a?os en Espa?a y sabe lo que es trabajar en el negocio familiar. Han progresado con su trabajo. Crearon una incubadora de 40 empresas en Badalona. Poseen un centro comercial. Lidan Qi se expresa en un perfecto castellano, sin casi rastro de acento oriental: ¡°La imagen de Espa?a no es positiva¡±. Lo dice con tranquilidad, conocedora de los intereses de las grandes empresas chinas, para quienes no somos lo mejor de Europa.
Lidan Qi reconoce el problema generacional: ¡°La emigraci¨®n china en Espa?a es joven, pero ya estamos conociendo a la tercera generaci¨®n. Mis sobrinos se sienten catalanes. Los j¨®venes no quieren vivir como sus padres. Quieren vivir como espa?oles. Y asistimos a la lucha de los padres para que los hijos no se olviden de sus ra¨ªces. Hay un fen¨®meno hoy en d¨ªa: el de empresarios que mandan a sus hijos a estudiar a China¡±.
Es la comunidad extranjera con m¨¢s aut¨®nomos en Espa?a: en los ¨²ltimos tres a?os han crecido un 55,9%
Estos problemas son consecuencia de un colectivo que est¨¢ en pleno crecimiento. En una d¨¦cada, la comunidad china en Espa?a se ha multiplicado por seis, un crecimiento superior a la media de otras nacionalidades, que se multiplic¨® por cuatro. Y su perfil ha cambiado: aunque un 70% procede de una misma regi¨®n (Qingtian y Wenzhou), est¨¢n comenzando a entrar profesionales procedentes de otras regiones y estudiantes (se calcula que habr¨¢ unos 6.000 haciendo cursos en las universidades espa?olas). De su car¨¢cter emprendedor no hay duda alguna: en los ¨²ltimos tres a?os, el n¨²mero de aut¨®nomos entre los chinos ha crecido el 55,9% para convertirse en la comunidad extranjera con m¨¢s aut¨®nomos de Espa?a. Parte de su secreto, adem¨¢s del trabajo, reside en los pr¨¦stamos entre familiares y amigos. ¡°Hay un proverbio que dice: ¡®T¨² me das una gota de agua y yo te devuelvo una fuente¡±, explica Lidan Qi. ¡°Es un c¨®digo de honor: el dinero se presta sin inter¨¦s y sin papeles¡±.
En una d¨¦cada, los chinos se han hecho mucho m¨¢s visibles. Y su perfil se est¨¢ modificando. ¡°Hay nuevas generaciones¡±, explica el experto Joaqu¨ªn Beltr¨¢n, de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona: ¡°El 23% son menores de 15 a?os y est¨¢n escolarizados, y el 13% de los 178.000 chinos censados ha nacido en Espa?a¡±. ¡°En el tema de la segunda generaci¨®n¡±, apunta la experta Gladys Nieto, de la Aut¨®noma de Madrid, ¡°se suele dar por sentado que est¨¢n integrados, hablan bien espa?ol, conocen sus derechos y han completado la movilidad social respecto a sus padres. Tengo mis dudas de que este sea el cuadro general de los j¨®venes chinos en Espa?a. Tenemos muy poca investigaci¨®n sobre estos sectores, y lo que se detecta en otros pa¨ªses como Italia o Inglaterra es que muchos de estos chavales viven en un aislamiento que los vincula a los negocios de sus padres, sin posibilidad de salir de tales proyectos¡±.
Pero si el problema generacional interesa a los expertos, es su potencial econ¨®mico lo que empieza a saltar a la vista. Los chinos ya no son solo los tenderos. Ahora est¨¢n entre los mejores clientes.
Ejemplos los hay de todo tipo. Bankia organiz¨® un ¡°microevento¡± para 20 ciudadanos chinos el pasado 12 de julio, consistente en poner a su disposici¨®n una selecci¨®n de activos inmobiliarios del banco. ¡°Fue una primera experiencia¡±, afirm¨® un portavoz de Bankia, ¡°porque los chinos tienen nuestra cultura: no les interesa el alquiler¡±. Una empleada china hizo la presentaci¨®n. De la misma manera, El Corte Ingl¨¦s ha contratado vendedores chinos para sus tiendas de art¨ªculos de lujo y se tiene noticia de una constructora que ofrece en Fuenlabrada 22 viviendas unifamiliares siguiendo el estilo feng shui. Es decir, especiales para chinos. Del ¨¦xito de esta iniciativa este peri¨®dico no pudo obtener informaci¨®n: la empresa es espa?ola y cerr¨® en agosto por vacaciones.
Y a finales de noviembre se inaugurar¨¢ en Madrid el flamante edificio F¨¦nix. Ser¨¢ un centro comercial exclusivo para chinos, con supermercado, agencia de viajes, karaoke y sala de juegos. La fachada es de color dorado. Es el color predilecto de los chinos, un colectivo que no es homog¨¦neo. Puede que su poder adquisitivo sea elevado, pero se aprecia una brecha social entre los empresarios de la primera hornada y los profesionales de la segunda generaci¨®n. Aquellos abrieron camino. Los nuevos dominan.
Ese es el caso de Margaret Chen, algo as¨ª como la primera dama china en Espa?a. Se mueve en cualquier terreno con elegancia y no elude ning¨²n tema de conversaci¨®n, pese a que constantemente matiza que no habla en nombre de Telef¨®nica, donde trabaja como uno de los principales ejecutivos de la compa?¨ªa. Margaret es la viva encarnaci¨®n de la generaci¨®n china que ha asombrado al mundo: ingeniera inform¨¢tica formada en una de las mejores universidades de Estados Unidos. Debe su estancia en Espa?a al simple hecho de haberse casado con un espa?ol. De lo contrario, estar¨ªa en cualquier otra parte del mundo.
Cuando lleg¨® a Espa?a, se qued¨® embarazada y mont¨® una consultora, que termin¨® colaborando con Telef¨®nica hace 16 a?os. ¡°En 2004, Telef¨®nica quer¨ªa entrar en China¡±, recuerda, ¡°y no sab¨ªan que ten¨ªan un chino en su empresa. Quer¨ªan buscar un traductor de confianza. Alguien les avis¨® y me lo propusieron: ¡®No quiero ser traductor, soy ingeniero¡±, les respond¨ª, ¡®porque en China un traductor es como un miembro del servicio. Si quer¨¦is uno, os lo busco¡¯. Luego me dijeron que era para acompa?ar a Alierta [presidente de Telef¨®nica]. ¡®Bueno, si es ir con ¨¦l, le acompa?o¡¯. Fue muy gracioso¡±.
Su discurso es tranquilo, su castellano casi perfecto, se expresa con una naturalidad pasmosa como si todos los argumentos cayeran por efecto de la ley de la gravedad. Habla de Espa?a con la expresi¨®n con la que uno se refiere a un pobre enfermo al que respeta: nuestra imagen no es buena. En s¨ªntesis: no hemos hecho las cosas bien, seguimos sin aprender, quieren ayudarnos, les caemos simp¨¢ticos, pero debemos trabajar mejor. Ese es su mensaje.
¡°En cuatro o cinco a?os esto ha cambiado¡±, explica Margaret. ¡°Aqu¨ª la emigraci¨®n china se ha hecho con gente que ven¨ªa a la aventura, casi todos procedentes del mismo pueblo, gente que no ten¨ªa nada que perder. Gente que no habla espa?ol, pero tampoco mandar¨ªn, pero que son muy fieles entre ellos. No estaban integrados en la sociedad. Mi mundo es distinto¡±.
El mundo de Margaret es el de las relaciones. El del poder y la influencia. Por ello preside la asociaci¨®n China Club Spain, que pretende relacionar a directivos chinos y espa?oles. ¡°China ve a Espa?a como socio¡±, explica, ¡°posiblemente seamos ahora m¨¢s amigos que Francia, porque Sarkozy no nos trat¨® bien. Pero la relaci¨®n es fr¨¢gil. Francia recuperar¨ªa el terreno r¨¢pidamente porque es mucha su penetraci¨®n en China¡±.
La posici¨®n de Espa?a no es buena. Tampoco su imagen. Un occidental eludir¨ªa esta cr¨ªtica, pero Margaret, no. Es otra forma de diplomacia: ¡°Puede que exista una prepotencia mutua¡±, explica, ¡°pero los chinos piensan que Espa?a est¨¢ atrasada. Hace 15 a?os apenas se la conoc¨ªa por el f¨²tbol. Y ellos son l¨ªderes. El chino no dedica mucho tiempo para saber lo que est¨¢ pasando en el mundo. Es como el americano¡±.
Margaret habla de Espa?a como un alumno que debe progresar. ¡°El turismo¡±, dice, ¡°Espa?a no ha hecho nada. Un turista chino gasta entre 3.000 y 4.000 euros por cabeza en cada viaje. El a?o pasado hubo 50 millones de turistas chinos, este a?o habr¨¢ 70. ?No ha sido Espa?a capaz de capturar un mill¨®n? Los circuitos que se hacen por Europa visitan varios pa¨ªses excepto Espa?a. Y eso, entre otras cosas, por problemas de seguridad. En un viaje le dieron una paliza a un gobernador. Pasaba lo mismo con los japoneses, que ahora viajan con su propia seguridad¡±.
Espa?a va con retraso. Porque necesitamos que vengan m¨¢s chinos. Lo reconocen expertos espa?oles, entre los que est¨¢ el profesor Pedro Nueno, del IESE. Necesitamos turistas. Necesitamos ejecutivos. No hay vuelos diarios con Pek¨ªn y Shangh¨¢i. Se ha abusado de la promoci¨®n cutre de algunas autonom¨ªas, sin darse cuenta de que los chinos no distinguen entre Asturias o Catalu?a. No hay una estrategia nacional. Se falla en peque?os detalles. ¡°Aqu¨ª les ponemos todas las trabas del mundo para darles un visado de entrada¡±, dice otro experto.
China ha cambiado. Pero ha cambiado tambi¨¦n dentro de Espa?a. Ya no es una minor¨ªa anecd¨®tica. Es poderosa. En alg¨²n caso, selectiva. Y, desde luego, cada vez m¨¢s influyente.
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