Galt, oro y Dios

Hasta ahora, la mayor parte de las conversaciones sobre Paul Ryan, el presunto candidato a vicepresidente de EE UU propuesto por los republicanos, se ha centrado en sus propuestas presupuestarias. Pero Ryan es un hombre con muchas ideas, lo cual normalmente ser¨ªa algo bueno.
En su caso, sin embargo, la mayor¨ªa de estas ideas parecen provenir de obras de ficci¨®n, concretamente de La rebeli¨®n de Atlas, la novela de Ayn Rand.
Para los que por alguna raz¨®n no la leyeron durante su juventud, La rebeli¨®n de Atlas es una fantas¨ªa en la que la gente productiva del mundo ¡ªlos creadores de empleo, por as¨ª decirlo¡ª retira sus servicios a una sociedad desagradecida. La parte m¨¢s importante de la novela es un discurso de 64 p¨¢ginas de John Galt, el enfadado cabecilla de la ¨¦lite; hasta Friedrich Hayek admiti¨® que nunca hab¨ªa conseguido leer esa parte. Sin embargo, el libro siempre es uno de los favoritos de los adolescentes. La mayor¨ªa finalmente lo deja atr¨¢s, pero algunos se mantienen fieles a ¨¦l durante toda su vida.
Y Ryan es uno de esos fieles. Es verdad que, en los ¨²ltimos a?os, ha tratado de restar importancia a su randismo, al llamarlo una ¡°leyenda urbana¡±. No resulta dif¨ªcil ver por qu¨¦: el ferviente ate¨ªsmo de Rand ¡ªy no digamos ya su declaraci¨®n de que el ¡°aborto es un derecho moral¡±¡ª no es lo que la base del Partido Republicano quiere o¨ªr.
Pero Ryan est¨¢ siendo poco sincero. En 2005 le dijo a la Atlas Society, que se dedica a promover las ideas de Rand, que la escritora inspir¨® su carrera pol¨ªtica: ¡°Si tuviese que atribu¨ªrselo a un pensador o a una persona, esa ser¨ªa Ayn Rand¡±. Tambi¨¦n declar¨® que la obra de Rand era una lectura obligatoria para sus empleados y su personal en pr¨¢cticas.
Ryan no solo busca formas de ahorrar dinero. Lo que tambi¨¦n pretende es hacerles la vida m¨¢s dura a los pobres
Y el programa fiscal de Ryan refleja claramente las ideas de Rand. Como document¨¦ en mi ¨²ltima columna, la reputaci¨®n de Ryan de ir en serio en cuanto al d¨¦ficit presupuestario es totalmente inmerecida; sus pol¨ªticas en realidad aumentar¨ªan el d¨¦ficit. Pero va muy en serio en lo que se refiere a la rebaja de impuestos a los ricos y a la disminuci¨®n de la ayuda a los pobres, muy en l¨ªnea con la adoraci¨®n de Rand por los que tienen ¨¦xito y con su desd¨¦n por los gorrones.
Este ¨²ltimo punto es importante. Al presionar para que se hagan recortes draconianos en Medicaid, en los vales de comida y en otros programas que ayudan a los necesitados, Ryan no solo est¨¢ buscando formas de ahorrar dinero. Lo que tambi¨¦n pretende, y de forma bastante expl¨ªcita, es hacerles la vida m¨¢s dura a los pobres, por su propio bien. En marzo, al explicar sus recortes en la ayuda para los desfavorecidos, declaraba: ¡°No queremos convertir la red de seguridad en una hamaca que sume a personas sanas en una vida de dependencia y complacencia que les prive de su voluntad y de su iniciativa para aprovechar al m¨¢ximo sus vidas¡±.
Por alguna raz¨®n, dudo que los estadounidenses obligados a depender de los subsidios de desempleo y de los vales de comida en una econom¨ªa deprimida sientan que est¨¢n viviendo en una c¨®moda hamaca.
Pero esperen, a¨²n hay m¨¢s: La rebeli¨®n de Atlas aparentemente determin¨® las opiniones de Ryan sobre pol¨ªtica monetaria, unas opiniones a las que se aferra a pesar de haberse equivocado por completo, y reiteradamente, en sus vaticinios.
A principios de 2011, Paul Ryan, que acababa de tomar posesi¨®n de su cargo de presidente del Comit¨¦ Presupuestario del Congreso, hizo pasar a Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, un momento dif¨ªcil por sus pol¨ªticas monetarias expansionistas. El aumento de los precios de las materias primas y de los tipos de inter¨¦s a largo plazo, afirmaba, hac¨ªan presagiar una inflaci¨®n elevada. ¡°Lo m¨¢s insidioso que un pa¨ªs le puede hacer a sus ciudadanos¡±, recitaba, ¡°es devaluar su moneda¡±.
Nos deber¨ªa preocupar el hecho de que mantenga unas opiniones que contribuir¨ªan a reproducir la Gran Depresi¨®n
Desde entonces, la inflaci¨®n se ha mantenido estable mientras que los tipos a largo plazo se han hundido, y la econom¨ªa estadounidense estar¨ªa seguramente en una situaci¨®n mucho peor si Bernanke hubiese sucumbido a las presiones para adoptar una restricci¨®n monetaria. Pero parece que Ryan se mantiene inflexible en sus opiniones monetarias. ?Por qu¨¦?
Bien, fue precisamente durante aquella disertaci¨®n de 2005 en la Atlas Society cuando afirm¨® que siempre volv¨ªa al ¡°discurso sobre el dinero de Francisco d¡¯Anconia¡± cuando reflexionaba sobre pol¨ªtica monetaria. ?Qui¨¦n? Da igual. Ese discurso (que ocupa solo 23 p¨¢rrafos) es un caso de una obsesi¨®n por una moneda fuerte que se convierte en locura. El personaje en cuesti¨®n, un secuaz de Galt, no solo exige un regreso al patr¨®n oro, sino que denuncia la idea del papel moneda y pide una vuelta a las monedas de oro.
Para que quede constancia, el dinero en circulaci¨®n estadounidense ha consistido en su inmensa mayor¨ªa en papel moneda, no en monedas de oro y de plata, desde principios de la d¨¦cada de 1800. Por eso, si Ryan piensa realmente que Francisco d¡¯Anconia ten¨ªa raz¨®n, quiere atrasar el reloj no uno, sino dos siglos.
?Importa todo esto? Bueno, si la candidatura republicana gana, Ryan ser¨¢ sin duda una fuerza influyente en el pr¨®ximo Gobierno, y tengan tambi¨¦n en cuenta que, como dice el t¨®pico, estar¨ªa a un paso de la presidencia. Por eso nos deber¨ªa preocupar el hecho de que Ryan mantenga unas opiniones monetarias que, si se pusiesen en pr¨¢ctica, contribuir¨ªan en gran medida a reproducir la Gran Depresi¨®n.
Y, m¨¢s all¨¢ de eso, piensen en el hecho de que a Ryan se le considera el gran pensador moderno del Partido Republicano. ?Qu¨¦ dice esto del partido cuando su l¨ªder intelectual extrae sus ideas en gran parte de novelas fant¨¢sticas poco realistas?
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa en Princeton y premio Nobel 2008.
? New York Times Service. Traducci¨®n de News Clips.
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