La uni¨®n necesaria
No podemos confiar solamente en el Gobierno la responsabilidad de sacar a Espa?a de esta dram¨¢tica encrucijada
Nuestra crisis econ¨®mica dura ya cuatro a?os y a¨²n no vislumbramos su fin. Espa?a ha incurrido en un endeudamiento tan excesivo que ahora necesitamos la ayuda de Europa para refinanciarlo y, con el tiempo, poder pagarlo. Cada vez es m¨¢s claro que esa situaci¨®n no se saldar¨¢ solo con elevados costes econ¨®micos, sino que acarrear¨¢ tambi¨¦n importantes consecuencias pol¨ªticas y da?ar¨¢ nuestro prestigio, ya disminuido.
No podemos confiar solamente al Gobierno la responsabilidad de sacar a Espa?a de esta dram¨¢tica encrucijada. Es cierto que el poder pol¨ªtico tiene mucho que hacer, y tambi¨¦n que, con mayor o menor ¨¦xito, ya lo va haciendo, pero no ser¨¢ suficiente. Desde luego, las medidas fiscales no bastar¨¢n y, adem¨¢s, no debe olvidarse que tienen bastantes efectos contraproducentes: los impuestos crecientes frenan la econom¨ªa y desaniman e irritan a los ciudadanos, y los recortes en ciertos gastos p¨²blicos generan sensaci¨®n de retroceso y derrotismo.
Los impuestos crecientes frenan la econom¨ªa e irritan a los ciudadanos, y los recortes en ciertos gastos p¨²blicos generan sensaci¨®n de retroceso y derrotismo
Hace a?os que somos conscientes de la necesidad de un profundo cambio del modelo productivo espa?ol, que deber¨ªa basarse menos en la construcci¨®n y la especulaci¨®n y m¨¢s en el emprendimiento de nuevas actividades, en la tecnolog¨ªa, la industria y los servicios de mayor valor a?adido. Ciertamente no es una transformaci¨®n f¨¢cil, pero resulta frustrante constatar c¨®mo, a pesar de algunas iniciativas legislativas y del apremio de la crisis, no se aprecian a¨²n avances esperanzadores. Un cambio de este tipo requerir¨¢ a?os y lo deber¨¢ liderar la sociedad econ¨®mica, no el Gobierno, que habr¨¢ de apoyarlo y no entorpecerlo.
La sociedad civil en general, y los trabajadores y empresarios muy especialmente, tenemos principal responsabilidad en el proceso de salida de este trance y en el cambio estructural necesario, puesto que la soluci¨®n real debe partir de la recuperaci¨®n de la moral y la confianza de todos, lo cual nos conducir¨ªa progresivamente a una mayor actividad econ¨®mica y a una renovada iniciativa.
El primer paso debe ser generar la determinaci¨®n colectiva de superar esta situaci¨®n, creando un clima de entusiasmo que lo propicie. No se hace nada que valga la pena sin entusiasmo. Recuerdo n¨ªtidamente cuando, tras la II Guerra Mundial, el profesor Stork, que nos ense?aba alem¨¢n en la Escuela de Ingenieros Navales, afirmaba apasionadamente que su pa¨ªs resurgir¨ªa de la destrucci¨®n porque los ciudadanos alemanes ten¨ªan la determinaci¨®n colectiva de hacerlo, de reconstruir su naci¨®n y de llevarla a ser nuevamente grande. Y as¨ª fue.
Los empresarios tenemos la vocaci¨®n y estamos obligados a buscar continuamente la creaci¨®n de riqueza, a generar empleo y a servir a la sociedad
Espa?a debe unirse como una pi?a alrededor de los proyectos econ¨®micos y empresariales que tenemos o seamos capaces de alumbrar. Los empresarios tenemos la vocaci¨®n y estamos obligados a buscar continuamente la creaci¨®n de riqueza, a generar empleo y a servir a la sociedad. Todas las dem¨¢s instituciones y personas deber¨ªan participar en el mismo esfuerzo, trabajar con profesionalidad, ayudar pragm¨¢ticamente desde la universidad, invertir el ahorro en el capital de nuestras empresas, elegir productos espa?oles, hablar m¨¢s de lo mucho bueno que tenemos y mucho menos de lo malo. Por cierto: de nada servir¨¢ la iniciativa gubernamental de mejorar la marca Espa?a si nosotros mismos seguimos criticando ¨¢cidamente todo lo que hacemos y los medios dedican una atenci¨®n desmesurada a las descalificaciones entre los pol¨ªticos y al esc¨¢ndalo de los casos de corrupci¨®n.
Cuando se trabaja hombro con hombro, cuando hay determinaci¨®n para lograr un objetivo com¨²n, se produce naturalmente la uni¨®n de las personas y se superan sus diferencias. Toda empresa debe ser una comunidad sin fricciones in¨²tiles. Salir de la crisis es un reto colosal que requiere del emprendimiento coordinado, unido, c¨®mplice, de todos los espa?oles.
Empec¨¦ a trabajar ya avanzados los a?os cuarenta, y part¨ªamos entonces de unos niveles econ¨®micos baj¨ªsimos. Todav¨ªa est¨¢bamos muy condicionados por nuestra posguerra, mientras que Europa atravesaba la suya y tampoco nos pod¨ªa ayudar. La riqueza y el bienestar eran una fracci¨®n de los que disfrutamos hoy. Faltaba de todo y todo estaba por hacer. Pero se trabajaba con ah¨ªnco, con entusiasmo, unidos en la superaci¨®n de innumerables problemas. Sab¨ªamos que no pod¨ªamos llegar a todos, pero finalmente tuvimos la satisfacci¨®n de haber realizado much¨ªsimos avances. Tras algunos a?os result¨® el milagro espa?ol, una de las ¨¦pocas mejores de nuestra historia econ¨®mica y empresarial.
No podemos dejar que nuestro des¨¢nimo actual nos impida ver las bases de partida buenas con las que contamos: el elevado nivel del PIB, las infraestructuras puestas al d¨ªa, la alta educaci¨®n de much¨ªsimos j¨®venes, nuestras grandes y medianas empresas con capacidad exportadora cada vez mayor, son activos important¨ªsimos con los que evidentemente contamos para construir ese futuro mejor que a¨²n no somos capaces de ver.
Si son otros quienes terminan sac¨¢ndonos del problema, ser¨¢ pagando un alto precio en t¨¦rminos no solo de prosperidad, sino tambi¨¦n de oportunidades y de libertad
Pero estos buenos mimbres debemos entrelazarlos en la uni¨®n, superando el individualismo que nos ha sumido en un mundo de excesivo c¨¢lculo y complej¨ªsima judicializaci¨®n de todo. Hemos hecho demasiados compartimentos estancos, en los que cada uno tiene sus funciones y objetivos, pero no atiende al entorno general, lo que redunda en una mala planificaci¨®n del conjunto. Valgan como ejemplos el grave descontrol de las finanzas p¨²blicas, la realizaci¨®n de algunas infraestructuras innecesarias motivada por pol¨ªticas auton¨®micas localistas, los excesos evidentes en la construcci¨®n de viviendas o la enorme sobrecapacidad de nuestro sistema el¨¦ctrico, que ahora acarrea costes muy dif¨ªciles de asumir.
Tenemos como ejemplo adicional la insostenible distancia que hay entre nuestro sistema educativo e investigador universitario y el mundo econ¨®mico. Como modelo de lo contrario, se me ocurre recordar el aprendizaje integrado en el trabajo de las viejas escuelas de aprendices. No solo aportaban conocimientos t¨¦cnicos necesarios, sino que integraban a las personas en la profesi¨®n, en la empresa, en los sistemas de calidad, en la cultura de cuidado en el trabajo y de la mejora continua. Se lograba la proximidad afectiva, el orgullo de pertenencia, la integraci¨®n en un proyecto econ¨®mico al servicio de la sociedad.
Nuestros problemas m¨¢s serios se llaman insuficiente uni¨®n, desconfianza, desesperanza. Son asuntos del esp¨ªritu y hay que arreglarlos desde el esp¨ªritu. No son limitaciones que se puedan superar con palabras: hacen falta impulso interior, hechos y la ejemplaridad de todos. Sin estos cambios de ¨¢nimo y actitudes ser¨¢ dif¨ªcil que salgamos adelante por nosotros mismos. Y si son otros quienes terminan sac¨¢ndonos del problema, ser¨¢ pagando un alto precio en t¨¦rminos no solo de prosperidad, sino tambi¨¦n de oportunidades y de libertad.
Soy optimista, primero porque tenemos una econom¨ªa con notables ingredientes positivos y, sobre todo, porque hay much¨ªsimas personas que est¨¢n reclamando las mismas ideas que aqu¨ª expongo. Aunque sea un t¨®pico, la crisis nos har¨¢ mejores y m¨¢s fuertes.
Enrique de Sendagorta Aramburu es presidente de honor de Sener.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.