El lado oscuro del ajuste
Hay una mayor¨ªa que no est¨¢ de acuerdo en el reparto de los recortes que aplica el Gobierno
El ministro de Econom¨ªa, Luis de Guindos, declar¨® algo de sentido com¨²n la semana pasada en el Congreso: si no se consigue crecimiento econ¨®mico en los pr¨®ximos trimestres no se podr¨¢n mantener las prestaciones sociales. Pero es tal la desconfianza que generan las declaraciones de los miembros del Gobierno, incluido su presidente, que todo el mundo interpret¨®: preparan una nueva oleada de recortes. M¨¢xime cuando unos d¨ªas despu¨¦s, en la escuela de verano del PP de Gand¨ªa, la otra cara del equipo econ¨®mico, Crist¨®bal Montoro, dijo: no vayamos a enga?arnos, no hemos llegado ni a la meta volante de las reformas.
Pero es que, adem¨¢s, sigue sin haber nada a favor del crecimiento econ¨®mico y la creaci¨®n de empleo a corto plazo en la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno. No se vislumbra la recuperaci¨®n. Ni una esperanza en la entrevista de Rajoy en TVE. En la reuni¨®n de los ministros de Econom¨ªa de Nicosia (Chipre) estos d¨ªas atr¨¢s, un funcionario europeo se pregunt¨® en alto: "?Tienen derechos los pa¨ªses? S¨ª, exactamente los que puedan pagar" El consenso ciudadano es mayoritario en que cualquier soluci¨®n permanente a la crisis actual pasa por un proceso de ajustes y sacrificios que corrijan los desequilibrios acumulados en la ¨¦poca de la burbuja, pero ese consenso se rompe en mil pedazos con los m¨¦todos elegidos para repartir sus costes entre acreedores y deudores, entre pagadores (te¨®ricos muchas veces) de impuestos y receptores de los servicios p¨²blicos que provee el Estado, entre ciudadanos de rentas altas, medias y bajas, entre los sectores econ¨®micos (financieros y productivos), entre las distintas zonas geogr¨¢ficas del pa¨ªs, entre los factores de producci¨®n (capital y trabajo), entre las generaciones (mayores y j¨®venes), etc¨¦tera.
El 40% de los asalariados ya paga m¨¢s impuestos que sus jefes, seg¨²n los datos de Hacienda
Ello es lo que explica la masiva manifestaci¨®n del pasado s¨¢bado en Madrid: una mayor¨ªa no est¨¢ de acuerdo en el reparto del ajuste. Las palabras m¨¢s incomprensibles de la entrevista de Rajoy fueron aquellas que se refirieron a un "reparto equitativo" de los sacrificios y a que la reforma laboral iba bien. Aunque se supone que las leyes en una democracia deben proteger a los d¨¦biles frente a los poderosos, a veces logran exactamente lo contrario y el efecto es una enorme transferencia de riqueza desde la parte baja y media hacia la alta. Ello es lo que est¨¢ ocurriendo con el abaratamiento del despido en los ¨²ltimos nueve meses.
La ausencia de una reforma fiscal entre las prioridades del Gobierno es clamorosa: si se asumen las reformas estructurales como soluci¨®n al problema de competitividad de nuestro pa¨ªs una estrategia inteligente ser¨ªa usar la pol¨ªtica fiscal para combatir las consecuencias distributivas m¨¢s negativas de aqu¨¦llas y para lograr que fueran aceptables socialmente, compensando as¨ª a los grupos afectados. Aquellos que retrasan o logran excluirse de los planes de ajuste y de las reformas, como algunas ¨¦lites econ¨®micas, se beneficiar¨¢n de las ganancias reales producidas por el hecho de que el resto de la econom¨ªa reduce sus intereses, y ellos no. Seg¨²n la ¨²ltima Memoria Tributaria, el 40% de los asalariados paga ya m¨¢s impuestos que sus jefes (Carlos S¨¢nchez, en El Confidencial). En materia fiscal hay tres variables que contemplar: la desigualdad de ingresos antes de los grav¨¢menes y las transferencias, la desigualdad despu¨¦s de pagarlos, y la desigualdad de rentas y, sobre todo, de patrimonios.
Guindos ha anunciado un plan de reformas. El diablo de las mismas est¨¢ en los detalles y no en las declaraciones de buena voluntad (son para aumentar la productividad y mejorar la competencia). Incluso en el que caso de que la mayor parte de estas reformas se desarrollara a un ritmo sin precedentes hist¨®ricos, har¨ªan falta a?os antes de que hiciesen realidad sus beneficios. En la mejor de las hip¨®tesis (que est¨¢n bien dise?adas, lo que no ocurre con la laboral), estas reformas mejorar¨¢n el lado de la oferta. Pero hoy en d¨ªa la debilidad de la econom¨ªa espa?ola est¨¢ en la ausencia de demanda; una reducci¨®n de los ingresos de los asalariados, sea a consecuencia de despedirlos, de bajar sus salarios, de reducir los servicios sociales (y que tengan que abonarlos),¡ disminuye la demanda total, reduce el crecimiento y debilita la capacidad de llevar a cabo las transformaciones estructurales que se precisar¨ªan.
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