La verosimilitud cotiza
La pol¨ªtica presupuestaria, la formulaci¨®n de los presupuestos p¨²blicos, constituye la principal herramienta de pol¨ªtica econ¨®mica de los Gobiernos. A trav¨¦s de los mismos intentan influir en la actividad econ¨®mica, fortaleciendo las dotaciones de capital o concretando aquellos objetivos de distribuci¨®n del Gobierno que los formula. Idealmente, esa incidencia en la econom¨ªa trata de actuar de forma antic¨ªclica, compensando la actividad privada: atenuando los excesos de demanda, cuando la econom¨ªa crece por encima de su potencial, o estimul¨¢ndola cuando ocurre lo contrario y aumentan los riesgos de recesi¨®n y aumento del desempleo.
Los presupuestos que han llegado a las Cortes no podr¨¢n cumplir ninguna de esas funciones. En realidad, tampoco el Gobierno pod¨ªa aspirar a ello. Su objetivo fundamental es reducir el d¨¦ficit p¨²blico: la diferencia entre los gastos e ingresos p¨²blicos en 2013 no deber¨¢ superar ese 4,5% del PIB comprometido con las autoridades europeas. No es una pretensi¨®n f¨¢cil de satisfacer, en mayor medida si se a?aden desviaciones en el correspondiente saldo presupuestario de a?os anteriores. En la mano del Gobierno espa?ol esta reducir la mayor¨ªa de los componentes del gasto p¨²blico, pero no tanto conseguir los ingresos p¨²blicos previstos. Estos ¨²ltimos dependen en gran medida de la fortaleza de la actividad econ¨®mica, de la variaci¨®n en las bases sobre las que giran los impuestos: la generaci¨®n de rentas y la demanda de las empresas y de las familias. Y estas ser¨¢n menos favorables de lo que reflejan las hip¨®tesis macroecon¨®micas asumidas por el Gobierno, las mismas que defini¨® en junio.
Es altamente probable que el PIB de la econom¨ªa espa?ola contraiga su ritmo de crecimiento en 2013 bastante m¨¢s de ese 0,5% en que se basan los presupuestos. Las variaciones negativas de la demanda interna ser¨¢n probablemente superiores a las estimadas, entre otras razones por las contracciones en casi todas las categor¨ªas de gasto p¨²blico m¨¢s influyentes en la generaci¨®n de rentas, en un entorno nacional e internacional que se ha debilitado de forma significativa en los ¨²ltimos meses. Consecuente con esa debilidad a?adida, el desempleo ascender¨¢ hasta un nivel cercano al 26%, significativamente superior al estimado por el Gobierno. No hace falta insistir en la influencia que un desequilibrio de tal magnitud ejerce sobre la confianza y las decisiones de gasto de las familias y empresas, y sobre algunas partidas de gasto p¨²blico. Es en este contexto en el que cobra toda su significaci¨®n la repetida advertencia del FMI: la pretensi¨®n por sanear las finanzas p¨²blicas es un marat¨®n, no una carrera de velocidad. La consolidaci¨®n fiscal ha de acompa?arse de medidas que respalden el crecimiento econ¨®mico.
Las consecuencias de esas dudas que proyectan los presupuestos para 2013 podr¨ªan afectar a la principal partida de gastos, los intereses de la deuda, que ya supera los 38.600 millones de euros. La primera impresi¨®n que cabe deducir de las cotizaciones de los bonos p¨²blicos tras el conocimiento de estos presupuestos no es favorable. Lo ser¨¢ menos cuando se a?adan a la deuda p¨²blica las desviaciones en el d¨¦ficit publico de ejercicios anteriores al que ahora se presupuesta, as¨ª como las derivadas de la recapitalizaci¨®n que finalmente precisen los bancos espa?oles. Con todo, el factor que puede condicionar en mayor medida las cotizaciones de nuestra deuda p¨²blica es la prolongaci¨®n de la ambig¨¹edad en la que sigue inmersa la decisi¨®n de petici¨®n de ayuda financiera a las instituciones europeas para reconducir esos tipos de inter¨¦s a niveles soportables.
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