La cacicada del gobernador
La norma escrita favorece el imperio de la ley. La instrucci¨®n verbal es fuente de arbitrariedad. Hubo un tiempo en que los d¨¦spotas, si eran ilustrados, resultaban eficaces. Sucedi¨® cuando la gran crisis bancaria de los ochenta. Las presiones telef¨®nicas del subgobernador Mariano Rubio disciplinaron a los banqueros y orquestaron fusiones. Hasta que un Rubio tard¨ªo se hizo trampas al solitario como gobernador y tuvo que dimitir, por tristes tr¨¢ficos de influencias verbales.
Es, ahora, otro tiempo. Miren c¨®mo quiere reformar el Banco de Espa?a su sistema de inspecci¨®n: con informes escritos a tutipl¨¦n. El An¨¢lisis de los procedimientos supervisores (www.bde.es, 16 de octubre de 2012) reclama una y otra vez en sus 35 p¨¢ginas la necesidad del formalismo escrito (p¨¢ginas 4, 5, 8, 17, 23, 30).
Los topes en los dep¨®sitos atentan a la competencia, discriminan al modesto y suponen un fraude de ley
Otros bancos centrales sostienen que la toma de decisiones sustentada exclusivamente en ese m¨¦todo es perentoria para evitar el relajo y la captura del regulador por los regulados (EL PAIS, 13 de enero). Algunos practican ese binomio documento / transparencia: la Reserva Federal publica res¨²menes de las discusiones de su ejecutiva, a las tres semanas; y de las intervenciones ¨ªntegras, a los tres a?os.
Por eso es m¨¢s lastimoso que el Banco de Espa?a no se aplique esa doctrina ?siempre! Y que la Comisi¨®n de la Competencia haya mirado a otro lado ante su reciente cacicada, por la que impone l¨ªmites a la remuneraci¨®n de los dep¨®sitos a plazo, del 1,75% a un a?o; del 2,25% a dos a?os y del 2,75% a tres a?os: salvo para un 15% del pasivo total. Bajo amenaza a los bancos de obligarles a aumentar su capital hasta una horquilla del 9,75%-10,25%. Una docena de bancos ya aplican esa instrucci¨®n verbal de Luis Linde, que igual sortea la persecuci¨®n porque no deja trazas escritas, ese atentado contra la transparencia.
Es verdad que esos l¨ªmites le sientan bien a los balances de los bancos, porque aumentar¨¢n sus m¨¢rgenes, aunque apostemos a que no ayudar¨¢n a incrementar el cr¨¦dito. Y es verdad que algo similar intent¨® la anterior vicepresidenta, Elena Salgado, bajo pena al banco d¨ªscolo de aumentar su cuota al Fondo de Garant¨ªas. No sirvi¨®, los banqueros buscaron productos alternativos para compensar a los clientes y sigui¨® la guerra del pasivo.
La cacicada, si no tr¨¢gica, es al menos irritante. Por su alevos¨ªa procesal, pues se ha impuesto clandestinamente para burlar controles, en claro fraude de ley. Porque favorecer¨¢ la solvencia de la banca, pero no la de la clientela, sometida a una restricci¨®n de la competencia cierta y real (compru¨¦benlo en su sucursal y pidan ¡°extratipos¡±, ?yuju!, como en la ¨¦poca del todo atado), en detrimento de las clases medias que a¨²n ahorraban. Porque discrimina entre clientes grandes y chicos: este a?o se renuevan 289.000 millones de dep¨®sitos a plazo: el 15% lograr¨¢ mejores condiciones que las est¨¢ndar. Lo que favorece a los fondos de inversi¨®n, que tienen m¨¢s capacidad de negociaci¨®n que usted, querido lector.
Y lo m¨¢s inquietante. Aunque la banca reorientar¨¢ buena parte de ese dinero hacia fondos de inversi¨®n garantizada de renta fija, existe el riesgo de que recomiende a sus clientes resituarlo en renta variable, Bolsa pura y dura. Riesgo puro y duro para un cliente de perfil modesto, popular y poco ducho en finanzas. Como el de las preferentes. Si llega el drama, Linde, como Pilatos, podr¨¢ lavarse las manos: ¨¦l no escribi¨® ni una m¨ªsera circular.
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