Cada vez m¨¢s precarios contra el paro
Los Gobiernos insisten en flexibilizar la contrataci¨®n juvenil como panacea
Abrir un peri¨®dico publicado en Espa?a durante los ¨²ltimos 35 a?os es encontrarse a?o tras a?o una y otra vez con las mismas historias. ¡°El paro espa?ol es un paro fundamentalmente joven¡±, publicaba EL PA?S en junio de 1979. Seg¨²n la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA), en el ¨²ltimo trimestre de 2012, el 55% de los menores de 25 a?os que busca activamente trabajo estaba desempleado, muy por encima de la tasa para el conjunto de la Uni¨®n Europea, alrededor del 22,5%.
El paro juvenil ha sido una constante en la Historia espa?ola reciente, y todos los Gobiernos de la democracia se han puesto como objetivo, en alg¨²n momento, atajar el problema. Desde la primera gran reforma del Estatuto de los Trabajadores, en 1984, hasta la llamada Estrategia para el Emprendimiento y el Empleo Juvenil aprobada el viernes por el Consejo de Ministros, la soluci¨®n ha pasado por incentivar la temporalidad y la flexibilidad de los contratos para j¨®venes. La consecuencia es la creaci¨®n de un mercado laboral joven precario y mal pagado.
Las medidas incluidas en el real decreto-ley, que ha entrado en vigor el domingo, apuestan sin tapujos por reforzar el papel del contrato temporal como panacea del desempleo juvenil. Sindicatos y expertos dudan de la eficacia de estas medidas para solventar un problema que, con las previsiones econ¨®micas de la Comisi¨®n Europea en la mano, no har¨¢ sino aumentar a corto plazo.
Para Toni Ferrer, secretario de acci¨®n sindical de UGT, que el Ejecutivo vuelva a pulsar la tecla de la flexibilizaci¨®n como soluci¨®n al paro juvenil es ¡°persistir en el error de pol¨ªticas fracasadas¡±. Seg¨²n Ferrer, los sucesivos Gobiernos no reconocen que ¡°no hay un paro juvenil, sino varios¡±, y compara la situaci¨®n a un ¡°reloj de arena: arriba muchos j¨®venes muy formados y que no tienen salida en el sistema productivo, abajo j¨®venes muy poco formados y condenados a la precariedad, y en el centro un grupo muy peque?o de j¨®venes que han recibido formaci¨®n profesional¡±.
Jes¨²s Lahera, profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad Complutense de Madrid, coincide con las cr¨ªticas de Ferrer. ¡°En los a?os ochenta ya se tomaron medidas de este tipo y la experiencia fue muy negativa¡±. Lahera se refiere a la reforma laboral emprendida por el Gobierno socialista de Felipe Gonz¨¢lez, que introdujo la temporalidad como instrumento para integrar a los j¨®venes en el mercado laboral.
Jos¨¦ Ignacio P¨¦rez Infante, era director general de Empleo en 1984. ¡°Durante la crisis econ¨®mica que viv¨ªa Espa?a desde 1977 no hab¨ªa facilidad para contratar temporalmente. Con altas tasas de paro en las negociaciones con patronal y sindicatos se plante¨® la flexibilizaci¨®n, tanto de entrada como de salida, del mercado laboral. El Gobierno decidi¨® no tocar la salida y flexibilizar la entrada¡±, explica P¨¦rez Infante.
Durante los siguientes a?os se empezaron a observar los problemas causados por la introducci¨®n de incentivos a la contrataci¨®n temporal. ¡°Una fuerte fluctuaci¨®n del mercado laboral, una baja productividad por falta de inversi¨®n del empresariado en formaci¨®n, adem¨¢s de un mayor nivel de accidentes laborales entre este tipo de trabajadores¡±, recuerda P¨¦rez Infante, que sostiene que esta experiencia fue la que determin¨® que se abandonase este tipo de contrato entre las reformas de 1994, obra de un Gobierno socialista, y la de 1997, ya con el Partido Popular en el poder.
Por todo ello P¨¦rez Infante considera un error regresar a estas opciones, en especial a la eliminaci¨®n de la necesidad de que el empleador tenga que justificar la necesidad de un contrato temporal. ¡°Recurrir a la no causalidad del empleo temporal, lo perpet¨²a¡±.
Para Eduardo Rojo Torrecilla, catedr¨¢tico de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, la descausalizaci¨®n tambi¨¦n ¡°es muy importante¡±, pero a su juicio lo es porque ¡°puede ser la v¨ªa para un per¨ªodo de prueba ampliado para muchos j¨®venes¡±.
Rojo Torrecilla, no obstante, muestra sus reservas respecto a la nueva iniciativa del Gobierno que permite a las empresas formalizar contratos en pr¨¢cticas a continuaci¨®n de un contrato de formaci¨®n, porque la ¡°edad de un trabajador joven puede alargarse m¨¢s all¨¢ de los 30 a?os con sucesivos contratos temporales y con salarios reducidos¡±.
Un estar y no estar en el mercado laboral que ¡°refuerza la dualidad del sistema¡±, la separaci¨®n entre trabajadores indefinidos y aquellos abocados a una perenne temporalidad, se?ala Lahera. Adem¨¢s, estas medidas hacen que ¡°la transici¨®n hacia el empleo estable sea cada vez es m¨¢s dif¨ªcil¡±.
El profesor de la Universidad Complutense concluye que aplicar ¡°este tipo de pol¨ªticas supone no haber aprendido de la historia c¨®mo funciona el mercado laboral espa?ol¡±. P¨¦rez Infante a?ade que ¡°estas medidas son un reconocimiento impl¨ªcito de que el contrato de emprendedores ¡ª introducido en la reforma laboral de 2012 ¡ª no ha servido para nada¡±. En opini¨®n de Lahera, una salida a la situaci¨®n actual ser¨ªa ¡°el modelo de formaci¨®n dual, con colaboraci¨®n p¨²blico-privada¡±. El profesor, sin embargo, advierte contra la formaci¨®n en el trabajo que no se ajuste a las necesidades laborales.
¡°Mientras las prioridades del Gobierno sigan siendo los ajustes y la reducci¨®n del d¨¦ficit, Espa?a no va a crecer. Y no importa la legislaci¨®n que se apruebe: si no crecemos al 2% no se va a generar empleo, ni para j¨®venes, ni para nadie¡±, concluye.
La diferencia de este plan con aquel de 1984 es que se conjuga con la reforma laboral aprobada el pasado a?o, en la que s¨ª se facilit¨® y abarat¨® el despido. Las consecuencias de esta combinaci¨®n est¨¢n por ver.
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