¡°Se meten con nosotros por ser peque?os¡±
La poblaci¨®n se indigna con el impuesto a los ahorros y cree que se han saltado la ley
Nadie dir¨ªa que sobre Chipre acaba de caer el que algunos califican como el mayor desastre desde 1974, cuando los turcos invadieron la parte norte de la isla y obligaron a desplazarse a una cuarta parte de la poblaci¨®n. Paseando por el centro de Nicosia, todo parece tranquilo. Adolescentes disfrazados de carnaval charlan apoyados en la pared en la calle Lidras, centro comercial de la capital. Una pareja saca dinero tranquilamente de un cajero autom¨¢tico. Ni rastro de las colas ante las m¨¢quinas expendedoras de dinero de la ma?ana del s¨¢bado, cuando los ciudadanos se enteraron de que la contrapartida del rescate europeo era una parte de sus ahorros. En el Parlamento solo se ve a un guardia que habla de forma distra¨ªda con un repartidor. Los diputados se han ido y las calles aleda?as parecen las de una ciudad fantasma.
Pero la calma es solo aparente. Basta con acercarse para hablar con cualquiera para darse cuenta de que s¨ª, de que el desastre ha ca¨ªdo. Y que la gente arde de rabia.
¡°Nos han quitado m¨¢s de lo que logramos ahorrar en un a?o. Nosotros tenemos suerte porque mi mujer y yo tenemos trabajo. Pero hay jubilados que se han quedado sin una parte importante del dinero con el que esperan pasar los pr¨®ximos a?os¡±. Alexander Apostolides, profesor de Econom¨ªa en la Universidad Europea de Chipre, es calmado en las formas, pero muy duro en el discurso. Dice que la medida impuesta por Alemania es completamente injusta y que, como economista, no se la explica. Pone el ejemplo de un primo de su mujer, que acababa de pedir un pr¨¦stamo de 300.000 euros para comprarse una casa y que, nada m¨¢s recibir el cr¨¦dito, va a ver c¨®mo se evaporan en un chasquido de dedos 30.000 euros. ¡°Dinero que, evidentemente, ¨¦l s¨ª va a tener que devolver¡±, puntualiza.
Hay frustraci¨®n por una clase pol¨ªtica que ha permitido esta situaci¨®n, pero sobre todo se palpa la furia contra los l¨ªderes europeos que les han sometido a esta humillaci¨®n. ¡°El lunes es festivo aqu¨ª. Pero los mercados exteriores estar¨¢n abiertos y reaccionar¨¢n a las noticias que llegan de Chipre. Veremos si as¨ª el BCE capta el mensaje de que no se nos puede hacer esto¡±, comenta Alekos, gerente de hospital que rechaza dar su apellido. ¡°Los del norte quieren ser nuestros amos, y que los del sur seamos sus esclavos. ?No es as¨ª?¡±, aseguraba la noche anterior un hombre detr¨¢s de una cerveza, buscando la aprobaci¨®n de su interlocutor espa?ol. ¡°Se meten con nosotros por ser peque?os. Est¨¢n experimentando como si fu¨¦ramos animales¡±, dice el recepcionista del un hotel. Comentarios as¨ª, hasta el infinito.
M¨¢s all¨¢ de la rabia, queda el convencimiento de que este fin de semana ha pasado algo muy importante. Algo de lo que Europa se va a acordar durante mucho tiempo. ¡°Ha quedado claro que el sistema de garant¨ªa de dep¨®sitos es un desastre. Ya nadie en Europa va a sentir que su dinero est¨¢ seguro¡±, lanza Apostolides, el profesor universitario.
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