Espa?a m¨¢s all¨¢ de la crisis
Independientemente de la coyuntura econ¨®mica, el pa¨ªs necesita replantear su modelo productivo
A pesar de sus muchas deficiencias, el modelo de industrializaci¨®n fordista de Espa?a durante el periodo de 1960-1980 transform¨® una econom¨ªa rural con amplias diferencias socioecon¨®micas en una sociedad industrializada y urbanizada formada por una amplia clase media. En consecuencia, mejoraron las condiciones de trabajo, aumentaron los niveles de educaci¨®n, sanidad y urbanidad. Pero durante la d¨¦cada de 1990 estaba claro que un modelo de producci¨®n basado en la fabricaci¨®n, organizado alrededor de una estructura fordista, con fuerte protecci¨®n en los sectores de servicios, ya no pod¨ªa ser la base para las crecientes aspiraciones de la econom¨ªa espa?ola, que con la irrupci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y comunicaci¨®n, los avances en transporte, log¨ªstica, distribuci¨®n y menores barreras a la circulaci¨®n de bienes, servicios y capital, impulsaban una nueva transformaci¨®n de la producci¨®n incorporando mayor valor a?adido a las industrias, aunque a¨²n distantes de los pa¨ªses avanzados europeos.
Por otra parte, nuevos riesgos entraban en escena desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Estos se concentraban en la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea hacia Europa oriental, que incorporaba un conjunto de pa¨ªses competidores en manufacturas y servicios de bajo valor a?adido y, por otro, la liberalizaci¨®n de las industrias de servicios de la UE, lo cual significaba que las grandes empresas espa?olas del sector corr¨ªan el riesgo de ser adquiridas por competidores m¨¢s poderosos que buscaban operaciones para expandirse en el sur de Europa. La cuesti¨®n era que Espa?a pod¨ªa perder la producci¨®n de mercanc¨ªas de bajo costo a expensas de los nuevos competidores de Europa oriental y tambi¨¦n pod¨ªa perder el control de importantes empresas de servicios en beneficio de inversores internacionales. Para contrarrestar estos riesgos, la ¨²nica alternativa viable fue mejorar la estructura productiva y, con ello, mejorar su nivel competitivo, al mismo tiempo que se iniciaba una expansi¨®n internacional. Esta estrategia significaba entrar en segmentos de nuevos productos y mercados, que impon¨ªan mejorar la producci¨®n, los procesos y las operaciones que junto con un mayor tama?o, capitalizaci¨®n y presencia internacional, permit¨ªan neutralizar y superar a compa?¨ªas m¨¢s sofisticadas.
Como he expuesto en detalle desde mis libros y publicaciones, la clave de esta audaz estrategia se encontraba en la internacionalizaci¨®n. Iniciados los a?os 1990, un decidido pu?ado de empresas y bancos comenz¨® su expansi¨®n internacional en Am¨¦rica Latina para escapar a los riesgos subyacentes y crecientes que les transmit¨ªan especialmente los grupos europeos, por lo cual se impon¨ªa adoptar una estrategia defensiva cuyo objetivo era alcanzar r¨¢pidamente una mayor dimensi¨®n y capitalizaci¨®n para hacer m¨¢s complicada una posible adquisici¨®n y, mientras tanto, ganar posiciones en t¨¦rminos de eficiencia y competitividad. Esta estrategia ofreci¨® unos frutos mayores de los proyectados e, iniciado el siglo XXI, empresas y bancos que penetraron velozmente en sectores estrat¨¦gicos para el desarrollo y la modernizaci¨®n de los pa¨ªses lideraban las m¨¢s altas clasificaciones locales e internacionales en t¨¦rminos de capitalizaci¨®n burs¨¢til, n¨²mero de clientes y cuotas de mercado. Sin duda, un proceso profundo de imagen y cambios organizativos les ayud¨® a convertirse en empresas l¨ªderes regionales y mundiales, consiguiendo desprenderse del fantasma de la adquisici¨®n extranjera.
La presi¨®n para actualizar el modelo productivo debe verse como una oportunidad
Tambi¨¦n estas empresas en Espa?a fueron las gacelas que dinamizaron la competitividad, la calidad y la modernidad, incorporando mayor calidad, salarios y oportunidades de carreras profesionales. Por consiguiente, el surgimiento de las multinacionales espa?olas en sectores localizados preferentemente en los servicios necesitaron de firmes estrategias organizativas, tecnol¨®gicas y productivas que incorporaron ventajas comparativas para fortalecer la cadena de valor global. En definitiva, como bien dice el profesor Garc¨ªa Delgado, como los dem¨¢s pa¨ªses de Europa occidental, Espa?a ha conocido a lo largo de los dos ¨²ltimos siglos, y al comp¨¢s de la afirmaci¨®n del capitalismo como orden social y econ¨®mico, un vasto proceso de crecimiento y cambio.
Ahora bien, situ¨¢ndonos en la actualidad m¨¢s inmediata, teniendo en cuenta que los modelos de producci¨®n en las econom¨ªas capitalistas son por naturaleza din¨¢micos, cabe preguntarse c¨®mo ser¨¢ superada la crisis del modelo productivo que la econom¨ªa espa?ola requiere para poder competir exitosamente y c¨®mo se configurar¨¢n organizativa, productiva y tecnol¨®gicamente los diferentes sectores, especialmente el de servicios, donde se encuentran localizadas nuestras m¨¢s emblem¨¢ticas multinacionales. Y c¨®mo se incrustar¨¢n en la nueva geograf¨ªa econ¨®mica de la globalizaci¨®n, donde los pa¨ªses emergentes, preferentemente los asi¨¢ticos y latinoamericanos adquieren un creciente protagonismo. De c¨®mo ser¨¢n las estrategias que les permitan, por un lado, afianzar sus importantes posiciones y, por otro, mejorarlas globalmente. De c¨®mo se establecer¨¢ internacionalmente la cooperaci¨®n con las peque?as y medianas empresas que son responsables de la mayor creaci¨®n de empleo y exportaciones (nivel micro) con las grandes multinacionales responsables de las mayores inversiones, avances tecnol¨®gicos, productivos y comerciales (nivel macro), y de c¨®mo se relacionaran con la nueva gobernanza mundial (nivel institucional), que conlleva ajustes globales desconocidos hasta el momento, pero que ser¨¢n los que imperen muy posiblemente a lo largo del siglo donde la internacionalizaci¨®n ser¨¢ el escudo de la supervivencia.
Por tanto, Espa?a en t¨¦rminos de pa¨ªs, debe dise?ar una estrategia multinivel bajo la luz micro, macro e institucional, lo cual indudablemente requiere reforzar y afinar la colaboraci¨®n y cooperaci¨®n p¨²blica-privada para superar con ¨¦xito las transformaciones profundas y de largo alcance que requiere la estructura productiva espa?ola y la posici¨®n en t¨¦rminos de marca pa¨ªs. Definitivamente, deben vincularse las trayectorias de las peque?as y medianas empresas con las grandes y ambas acoplarse a los cambios institucionales para conseguir unas m¨¢s seguras y amplias perspectivas internacionales y globales. Y todo ello sin perder de vista que, si bien el proceso de cambio productivo es la piedra angular de la econom¨ªa espa?ola, tambi¨¦n debe integrar la alta repercusi¨®n social que conlleva, pues en ¨²ltima instancia el modelo productivo debe satisfacer las aspiraciones de mejora y bienestar para el conjunto de la sociedad espa?ola.
La presi¨®n sobre la econom¨ªa espa?ola para actualizar su modelo productivo y recuperar la fuerza de su industrializaci¨®n, modernizaci¨®n y competitividad en la econom¨ªa mundial debe verse como una nueva oportunidad que resonar¨¢ exitosamente como lo hizo en d¨¦cadas pasadas, si bien, somos conscientes de que la crisis representa un crudo y dur¨ªsimo episodio econ¨®mico, social y humano, que una vez superado debe cristalizar en un sistema productivo competitivo internacionalmente que permitir¨¢ a Espa?a ocupar nuevamente su lugar como pa¨ªs avanzado, moderno y solidario.
Ram¨®n Casilda B¨¦jar es profesor del Instituto de Estudios Latinoamericanos (IELAT) de la Universidad de Alcal¨¢.
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