Llaguepulli, turismo ¨¦tnico en el coraz¨®n del territorio mapuche en Chile
La comunidad Llaguepulli, en pleno coraz¨®n del territorio mapuche en el sur de Chile, ha apostado por el turismo ¨¦tnico para preservar su ancestral cultura, que ha perdurado a lo largo de los tiempos.
A mediados del siglo XVI, el espa?ol Pedro de Valdivia lleg¨® a Chile. Tras fundar la ciudad de Santiago, continu¨® el proceso de conquista por el sur hasta el r¨ªo Biob¨ªo.
All¨ª, los colonizadores se encontraron con la etnia mapuche, "gente de la tierra", quienes frenaron el avance espa?ol y situaron el l¨ªmite fronterizo en la ribera del r¨ªo.
Casi cinco siglos despu¨¦s, descendientes de esos hombres viven de forma muy similar en estas tierras, en la regi¨®n de la Araucan¨ªa, a unos 600 kil¨®metros de Santiago.
Dieciocho familias de la comunidad lafquenche (gente de la costa, en idioma mapudugun) de Llaguepulli han elegido preservar su pervivencia, ¨ªntimamente ligada al respeto por la naturaleza, gracias al turismo ancestral.
La aventura del viajero comienza a orillas del oc¨¦ano Pac¨ªfico, en el lago Budi, uno de los pocos lagos salados en Am¨¦rica Latina, y donde se puede vivir una experiencia ¨²nica alejado de los ruidos de la urbe, as¨ª como apreciar la tranquilidad reinante.
Con el ritmo relajado de las apacibles aguas de Budi, que significa "sal", y subido a un kayak o a un bote, el turista se ve en la necesidad de hacer una parada para fotografiar o, simplemente, admirar la belleza del cisne de cuello negro y de las otras 129 especies de aves que habitan en el lago, orlado de copihues, la flor nacional de Chile, en sus riberas.
Para los que lo prefieran, tambi¨¦n se puede aprender la artesan¨ªa de la pesca de forma tradicional, junto con los miembros lafquenches, en una de sus principales actividades econ¨®micas en el pasado.
La sensaci¨®n del visitante de estar rodeado por un paraje ¨²nico es fruto del respeto de estos amerindios por el planeta tierra.
Seg¨²n las creencias de esta etnia, la vida surgi¨® del choque entre un Txen-Txen, serpiente que da origen a la tierra, y un Kai-Kai, el reptil creador de la vida en el mar.
Tras conocer los alrededores de la comunidad Llaguepulli es hora de adentrarse en el interior de la forma de vida de los araucanos, como los llamaban los conquistadores espa?oles.
Un buen modo de hacerlo es con la gastronom¨ªa de la comunidad, ya sea en un taller de comida mapuche o degust¨¢ndola.
Por ejemplo, con una tortilla al rescoldo, hecha con huevos azules de gallinas araucanas y enterrada en las cenizas del fog¨®n; acompa?ada de mudai, el trago mapuche; merk¨¦n, un ali?o preparado con aj¨ª seco ahumado; y ?achi, sangre de cordero adobada con un "pebre" tradicional (cebolla picada, aj¨ª, ajo y otras especias).
Adem¨¢s del taller gastron¨®mico, se puede aprender a tejer ropas araucanas con tintes naturales, o conocer las propiedades terap¨¦uticas de las hierbas medicinales procedentes del huerto.
Las actividades que ofrece este pueblo no se detienen en los talleres. Se puede elegir entre algo reposado como escuchar a los miembros de la comunidad Llaguepulli hablar mapudung¨²n, idioma mapuche; algo m¨¢s animado como verles danzar al son de la m¨²sica tradicional; o algo m¨¢s movido como jugar al pal¨ªn.
El pal¨ªn o chueca es un deporte similar al hockey, con la caracter¨ªstica de ser uno de los pocos deportes en el mundo, si no el ¨²nico, que no tiene ¨¢rbitro.
Dependiendo de la ¨¦poca del a?o, el visitante tambi¨¦n puede animarse a esquilar una oveja o cosechar cereales, patatas y legumbres en un huerto.
Justo despu¨¦s de visitar un Eltun o camposanto ind¨ªgena en una carreta, el ancestral modo de transporte de la etnia, el descanso llega con una fogata en el interior de una ruka o caba?a,
Con el reposo, el encuentro del turista llega a su fin, tras vivir una experiencia ¨¦tnica ¨²nica, en pleno coraz¨®n del territorio mapuche en el sur de Chile.
Borja Garc¨ªa de Sola Fern¨¢ndez
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.