Colas moderadas frente a las oficinas bancarias pese a la expectaci¨®n medi¨¢tica
Las sucursales reabren sus puertas con pocas aglomeraciones
Las colas en Chipre son tan tupidas que tienden a engordar y parecer aglomeraciones. Si a decenas de personas amontonadas a las puertas de una sucursal bancaria puede llam¨¢rsele muchedumbre, sea, pero lo cierto es que los que el jueves se concentraban ante la mayor¨ªa de ellas no llegaban al medio centenar, siendo generosos en el c¨¢lculo. El resto eran representantes de medios de comunicaci¨®n, sobre todo internacionales, en una exhibici¨®n de fuerza ¡ªuna proporci¨®n 10 informadores por cliente de media¡ª que incomod¨® a algunos clientes. ¡°Vienen buscando im¨¢genes del tercer mundo; filas de gente en la miseria. ?Es que en su pa¨ªs no hay problemas? Esto sigue siendo Europa¡ De momento¡±, se quejaba ante una oficina del Laiki Bank el jubilado Tomas Kastoriadis.
La primera jornada de apertura de los bancos tras casi dos semanas de cierre revel¨® muchos detalles sobre las interioridades de la crisis chipriota. El primero, ni rastro de millonarios (ni rusos ni locales), y s¨ª muchos jubilados y gente de clase media tirando a baja, como Nefeli Kutsu, asistenta, que solo sac¨® 150 euros. ¡°A m¨ª el l¨ªmite de 300 euros me sobra, es el presupuesto de gastos comunes para un par de meses. Pero me da miedo qu¨¦ pueda pasar a corto plazo y por eso me llevo dinero a casa¡±, explicaba en una sucursal del Banco de Chipre.
Ante las oficinas tambi¨¦n aguardaban muchos inmigrantes extracomunitarios, en su mayor¨ªa asi¨¢ticos, mano de obra en construcci¨®n y servicio dom¨¦stico. Es decir, v¨ªctimas de carne y hueso del rescate, como un matrimonio de pensionistas que abandonaba una sucursal del Laiki con una bolsa de pl¨¢stico con billetes de 50 euros.
La segunda conclusi¨®n a la que muchos llegaban el jueves es que Chipre no es Grecia: todo ¡ªincluida la anormalidad¡ª se desarroll¨® con calma y sin un solo disturbio, salvo dos o tres empujones o alguna voz m¨¢s alta que otra.
Y la tercera, la mezcla de resignaci¨®n, cabreo e incertidumbre que anima ¡ªes un decir¡ª a los chipriotas. ¡°Tengo el ¨¢nimo por los suelos, pero ?qu¨¦ le vamos a hacer? Una bancarrota habr¨ªa sido algo mucho peor¡±, explicaba Mar¨ªa Ntisu, dependiente.
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