Sin noticias de Draghi
El BCE estudia nuevas medidas para ayudar a Espa?a e Italia
La gesti¨®n de la crisis europea es m¨¢s que discutible. En Bruselas y en Berl¨ªn, pero tambi¨¦n en Fr¨¢ncfort. Mientras el resto de bloques econ¨®micos del mundo van saliendo ¡ªa trancas y barrancas¡ª de la Gran Recesi¨®n, la eurozona sigue sumergida en un c¨®ctel venenoso que mezcla ca¨ªdas del PIB, paro en m¨¢ximos, desaceleraci¨®n industrial, desconfianza y, sobre todo, dogmatismo (¡°las ideas neoliberales est¨¢n integradas en la infraestructura b¨¢sica de la UE y sobre todo de la eurozona¡±, critica el Nobel Joseph Stiglitz). Tampoco falta alg¨²n que otro error grave, como la gesti¨®n del rescate a Chipre.
Los datos empeoran a diario, pero la receta europea sigue siendo la misma contra viento y marea: austeridad y reformas, y alguna ayudita del Banco Central Europeo si las cosas se ponen verdaderamente feas. Nadie entre los dirigentes admite que puede que Europa est¨¦ equivocada. Nadie mueve una ceja a la espera de las elecciones alemanas de oto?o. Y menos que nadie el presidente del BCE, Mario Draghi, que en una posici¨®n extremadamente delicada por el peso espec¨ªfico de Alemania dentro del banco central ha sabido navegar por aguas turbulentas apenas con declaraciones, con palabras. Pese a esos conjuros, los resultados no llegan. Y el BCE est¨¢ cada vez m¨¢s se?alado a causa de una desesperante pasividad de la que sale mal parado en la comparativa con los dem¨¢s grandes bancos centrales.
La ¨²ltima vez que Draghi hizo algo m¨¢s que hablar fue hace mucho: a finales del pasado verano. En plena tormenta en los mercados, en agosto, dijo que har¨ªa todo lo necesario para salvar el euro, y al mes siguiente lanz¨® un programa de compra de deuda p¨²blica que nadie se ha atrevido a solicitar. Ah¨ª se acab¨® el activismo. Desde entonces la recesi¨®n de la zona euro no ha hecho m¨¢s que empeorar, y con ella todos los indicadores econ¨®micos salvo la inflaci¨®n, la gran obsesi¨®n de Fr¨¢ncfort.
Draghi y el BCE obtienen matr¨ªcula de honor en el control de los precios. Y sin embargo no consiguen que los impulsos de su pol¨ªtica monetaria lleguen a alguna parte: en los ¨²ltimos meses se ha intensificado la fragmentaci¨®n financiera de la eurozona, un fen¨®meno tan sencillo de explicar como complicado de resolver. A parecidos niveles de solvencia, las peque?as empresas italianas y espa?olas pagan por sus pr¨¦stamos muchos m¨¢s intereses que las alemanas o las francesas, algo que ha provocado el nerviosismo del Gobierno espa?ol, que aduce que as¨ª es mucho m¨¢s dif¨ªcil invertir, crear empleo y salir de la crisis. ?Qu¨¦ hace Draghi al respecto? Prepara alguna que otra medida, y en general se lava las manos: asegura que eso es problemas de las autoridades nacionales.
Draghi y el BCE sacan matr¨ªcula de honor en el control de la inflaci¨®n, pero sus impulsos no llegan a ninguna parte
El BCE estudia desde el pasado enero la posibilidad de poner en marcha nuevas medidas extraordinarias. Fuentes pr¨®ximas al Eurobanco afirman que puede haber alguna medida en mayo ¡ªotras fuentes aseguran que no habr¨¢ nada hasta junio o mientras no haya un Gobierno en Italia¡ª para calmar las aguas. No habr¨¢, en todo caso, una bala de plata: no saldr¨¢ un conejo de la chistera de Draghi. Si alguien esperaba que el Eurobanco adoptara medidas parecidas a las de la Reserva Federal estadounidense, el Banco de Inglaterra o el Banco de Jap¨®n, puede darse por decepcionado.
¡°La eurozona ha hecho progresos considerables¡±, aseguraba Draghi esta semana en ?msterdam, pero lo que queda por delante ¡°no es responsabilidad de la pol¨ªtica monetaria, que lo m¨¢ximo que puede hacer es evitar un desapalancamiento brusco y garantizar la estabilidad de precios¡±. Son los Gobiernos quienes deben abordar ¡°dolorosas medidas¡± para equilibrar sus cuentas p¨²blicas, hacer las reformas estructurales imprescindibles para recuperar competitividad y resta?ar las debilidades que a¨²n se detectan en el sistema financiero.
¡°Es muy dif¨ªcil hacer pron¨®sticos, pero creo que, por desgracia, el BCE va a hacer muy poco¡±, vaticina Paul De Grauwe, de la London School of Economics. ¡°Lo m¨¢s probable es que en mayo o junio reduzca el tipo de inter¨¦s un cuarto de punto, hasta dejarlo en el 0,5%, pero esta medida ser¨ªa simb¨®lica, sin pr¨¢cticamente ning¨²n impacto. La ¨²nica medida efectiva es comprar bonos de los pa¨ªses del sur para rebajar los rendimientos de su deuda; y no creo que vayamos a ver esto por la oposici¨®n de Alemania¡±, sostiene. De Grauwe aboga por la compra de todo tipo de activos en Espa?a ¡ªun quantitative easing a la europea¡ª y en los pa¨ªses en los que se han deteriorado las cosas.
El BCE guarda un silencio sepulcral. En las ¨²ltimas semanas ha circulado un informe interno sobre las posibilidades que hay sobre la mesa. El problema es el de siempre: Alemania. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ha abierto la puerta a una rebaja de tipos, pero no quiere o¨ªr hablar de otras cosas. Alemania no quiere que el BCE asuma m¨¢s riesgos: cree que el resto de bancos centrales pagar¨¢ en su d¨ªa los experimentos en los que se han embarcado. Y se agarra al riesgo moral: la tesis preferida del establishment europeo consiste en que si el BCE pone las cosas f¨¢ciles, Espa?a o Italia no har¨¢n las reformas imprescindibles.
El BCE estudia desde enero la posibilidad de adoptar nuevas medidas. El problema es el de siempre: Alemania
¡°El frustrante servilismo ib¨¦rico, la ingobernabilidad italiana, la impotencia francesa y la irrelevancia de Bruselas dejan a Alemania sola con sus propias rigideces y limitaciones, incapaz de asumir el liderazgo y salir del atolladero¡±, se?ala Jordi Vaquer, del Cidob. ¡°S¨®lo el abandono de un discurso de virtud y moralidad abrir¨ªa la puerta a una revisi¨®n pragm¨¢tica que lleve a una nueva manera de aproximarse a la crisis de la deuda, basada no en la virtud intr¨ªnseca de las pol¨ªticas, sino en sus efectos reales. Se trata de abandonar la est¨¦ril contraposici¨®n de valores (austeridad contra crecimiento, responsabilidad contra solidaridad, lo correcto contra lo justo) que est¨¢ dificultando la salida del c¨ªrculo vicioso que corroe el proyecto europeo¡±, cierra.
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