Escog¨¦is solo lo m¨¢s cruel
?Escoger¨¢ Mariano Rajoy solo lo m¨¢s cruel de la agenda de reformas de la Comisi¨®n Europea?
A ver qu¨¦ ocurre ma?ana, y los pr¨®ximos viernes. ?Escoger¨¢ Mariano Rajoy solo lo m¨¢s cruel de la ya cruel agenda de reformas que propone la Comisi¨®n Europea? Si esa es la apuesta, la tarea es sencilla, apta incluso para Crist¨®bal Montoro. Basta con ¡°abaratar el despido¡± (improcedente), provocar una ca¨ªda acelerada de los salarios (de los no-banqueros) y rebajar el poder adquisitivo de las pensiones (igual bajas que altas), atrasando la jubilaci¨®n.
Estos infaustos deberes son algunos de los que postula Bruselas, casi despojada ya de los ¨²ltimos designios econ¨®micos del equilibrio entre competitividad y equidad que preconiz¨® Jacques Delors en su Libro Blanco (1993) y que le valieron de los ecofines el estigma de keynesiano. Pero esta Bruselas, que muy a pesar de los federalistas empieza en algunos aspectos a ser la de nadie humilde, olvida cuestiones b¨¢sicas, no ya en clave de igualdad, sino de eficacia.
Si se aplican las reformas duras, en ausencia de las blandas, ni crecer¨¢ la econom¨ªa ni la igualdad
Veamos. Hasta ahora, poca gente digna se atrevi¨® a propugnar la rebaja salarial a pelo, en vez de una m¨¢s l¨®gica moderaci¨®n de rentas en general: sean generadas por los salarios o por el capital. Pero adem¨¢s, en una econom¨ªa cuya demanda depende demasiado estrechamente del consumo interno, y este de las rentas del trabajo, rebajarlas implica flagelar el crecimiento.
Tambi¨¦n la modernizaci¨®n del sistema de pensiones se enfoca a saco. Ser¨¢ necesaria en todo caso, pues la poblaci¨®n envejece y disminuyen los trabajadores en activo que financian las pensiones de sus mayores. Pero antes que rebajar directamente las pensiones o atrasar m¨¢s la jubilaci¨®n ¡ªque tambi¨¦n supone un recorte a su poder adquisitivo¡ª habr¨¢ que pensar en limitar el gasto como hizo Suecia en los noventa, eliminando duplicidades y reorganizando internamente el sistema. Cortar es simple; reformar de verdad, dif¨ªcil.
Hay otras reformas, las de liberalizaci¨®n de los mercados, atractivas para liberales y socialdem¨®cratas, y que costar¨ªan poco dinero, aunque s¨ª resistencias corporativas. Como la desregulaci¨®n profesional: ay, el ay de los registradores y todos los oficios burocr¨¢ticos del que est¨¢ ah¨ªto el Consejo de Ministros, a costa de empresarios, profesionales y trabajadores. O la de la creaci¨®n de una autoridad fiscal independiente, ya todos los esp¨ªritus subalternos corren a congraciarse para monopolizarla.
Y finalmente habr¨ªa otras, de impulso a la actividad econ¨®mica a la par que est¨ªmulo hacia una cierta igualaci¨®n social, que parecen figurar en ¨²ltima l¨ªnea: ojal¨¢ el Gobierno lo desmienta.
A saber. Uno, las pol¨ªticas activas de empleo (la pasiva es el seguro de desempleo) como el reciclaje, la formaci¨®n, los institutos de ocupaci¨®n. Figuran en el repertorio de consejas europeas al menos desde junio, y apenas nada se ha hecho: todo lo que se haga ser¨¢ enorme. Copien a Alemania.
Dos, el fomento de las exportaciones, de las que tanto se llenan la boca todos (el propio Rajoy en el debate sobre el Estado de la naci¨®n) como ¨²nico indicio feliz en esta recesi¨®n, y nadie hace nada nuevo en la Administraci¨®n. Lean las propuestas de El modelo de apoyo a la internacionalizaci¨®n de la empresa espa?ola, el documento 167 del Instituto de la Empresa Familiar (www.iefamilar.com). Hay materia.
Y tres, una reforma fiscal integral, en vez de la hist¨¦rica yenka ret¨®rica de subir / bajar impuestos. Lo primero es simplificar el bosque, cercenar la mayor¨ªa de deducciones que desnaturalizan y distorsionan el objetivo de cada impuesto, y acabar con las micromedidas sin visi¨®n de conjunto. Bastante de ello figura en el muy reciente proyecto socialista Bases para la reforma fiscal (www.psoe.es), que el Gobierno prefiere, de momento, ignorar. Har¨ªa mejor en leerlo, igual le da alguna idea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.