Crecimiento y deuda p¨²blica
En las ¨²ltimas semanas se ha discutido mucho sobre la relaci¨®n entre el crecimiento y la deuda publica a ra¨ªz de un art¨ªculo publicado en 2010 por dos economistas norteamericanos, Reinhart y Rogoff, en el que, tras analizar miles de datos, llegaron a la conclusi¨®n de que cuando la deuda p¨²blica superaba el 90% del PIB de un pa¨ªs, el crecimiento se frenaba dr¨¢sticamente e incluso se tornaba negativo, y ello tanto en los pa¨ªses desarrollados como en los emergentes.
El art¨ªculo, y sus conclusiones, tuvieron un amplio eco y fueron abundantemente citados por personajes influyentes en la econom¨ªa mundial como el secretario del Tesoro norteamericano, el comisario europeo responsable de la Econom¨ªa o el ministro de Finanzas alem¨¢n.
Reinhart y Rogoff consultaron largas series hist¨®ricas que llegaban en algunos casos hasta mediados del siglo XIX y establecieron unos tramos de deuda p¨²blica en porcentaje del PIB que iban del 0 al 30, del 30 al 60, del 60 al 90 y del 90 en adelante. En cada uno de estos tramos calcularon el crecimiento medio de los pa¨ªses durante el tiempo en que permanecieron en ellos y compararon luego los resultados. En l¨ªneas generales, lo que observaron fue un crecimiento medio del 3,7% en la primera categor¨ªa, del 3,0% en la segunda, del 3,4% en la tercera y del 1,7% en la ¨²ltima. Si en vez de remontarnos al siglo XIX se considera solo el periodo 1946-2009, la cifra correspondiente al ¨²ltimo tramo reflej¨® una ca¨ªda del PIB del 0,1%. De ah¨ª concluyeron que el traspasar la barrera del 90% llevaba a una dr¨¢stica reducci¨®n del crecimiento econ¨®mico.
Pero sus resultados conten¨ªan fallos. En un art¨ªculo publicado en abril de este a?o, Herndon, Ash y Pollin demostraron que hab¨ªa errores en los c¨¢lculos y que la metodolog¨ªa utilizada conten¨ªa simplificaciones inaceptables en la ponderaci¨®n de las tasas de crecimiento de los grupos de pa¨ªses. Por ejemplo, contaba lo mismo, a la hora de calcular la media, el que un pa¨ªs hubiera permanecido un solo a?o en un tramo de deuda que el que hubiera estado durante 20 a?os o m¨¢s. Herndon, Ash y Pollin recalcularon los datos con una metodolog¨ªa m¨¢s s¨®lida y llegaron a la conclusi¨®n de que ¡°los errores [de Reinhart y Rogoff] transforman la realidad de una modesta reducci¨®n del crecimiento en los pa¨ªses con niveles altos de deuda p¨²blica en una falsa imagen seg¨²n la cual un porcentaje elevado de deuda p¨²blica entra?a inevitablemente una fuerte reducci¨®n del crecimiento del PIB¡±.
M¨¢s que justificaciones acad¨¦micas dudosas, lo que necesita la pol¨ªtica econ¨®mica de la eurozona es equilibrio y claridad
Merece la pena destacar algunos aspectos del problema. En los largos periodos considerados hubo guerras mundiales, coloniales o civiles, revoluciones, crisis (como la de 1929 o la actual) y otros fen¨®menos que dificultan las comparaciones y que pueden modificar en uno u otro sentido los resultados. Puede objetarse que en promedio, este ruido puede neutralizarse en la masa global de los datos, pero tambi¨¦n es probable que reduzca su fiabilidad o al menos aumente el margen de error estad¨ªstico. Y tambi¨¦n puede decirse que no est¨¢ clara la causalidad: ?es la deuda la que determina el crecimiento, o es el crecimiento el que determina la deuda?
En el caso de Espa?a hay razones para pensar que la causalidad ha actuado en los dos sentidos. En las primeras fases de la crisis, en 2008, se alzaron algunas voces para pedir una pol¨ªtica presupuestaria expansiva con un doble argumento: por una parte, se pens¨® que la desaceleraci¨®n o la eventual ca¨ªda de la actividad ser¨ªa de corta duraci¨®n, por lo que se podr¨ªa puentear la crisis; por otra, se dijo que la reducci¨®n de la deuda p¨²blica que hab¨ªa tenido lugar en los a?os de la burbuja inmobiliaria dejaba un margen para el endeudamiento. El primer argumento era menos convincente que el segundo, pero incluso este habr¨ªa que matizarlo, ya que lo que era razonable desde el punto de vista econ¨®mico pod¨ªa no serlo en la interpretaci¨®n de los actores pol¨ªticos.
Antonio Mu?oz Molina cuenta en su excelente ensayo Todo lo que era s¨®lido c¨®mo en una reuni¨®n de escritores con el anterior presidente del Gobierno (en 2004), este les dijo: ¡°Hay dinero. Hay mucho dinero este a?o. Y el a?o que viene habr¨¢ m¨¢s¡±. Es posible que este estado de ¨¢nimo influyera en lo que sucedi¨® despu¨¦s: de 2007 a 2009 pasamos de un excedente en las cuentas de las Administraciones p¨²blicas del 1,9% del PIB a un d¨¦ficit del 11,2%, un aut¨¦ntico r¨¦cord solo superado en dicho periodo por Islandia e Irlanda. Conocimos el Plan E y otros excesos que de poco o nada sirvieron entonces y que ahora pesan como una losa a la hora de devolver el dinero que entonces nos prestaron. En este caso, la causalidad parece ir del crecimiento a la deuda p¨²blica m¨¢s que a la inversa.
Actualmente, sin embargo, es probable que la direcci¨®n de la causalidad sea la inversa. El incesante aumento de la deuda p¨²blica, que se aproxima r¨¢pidamente al 90% del PIB, limita nuestro crecimiento al obligarnos a una dura pol¨ªtica restrictiva que solo ha conseguido reducir el d¨¦ficit hasta el 7% del PIB en 2012, a pesar del importante coste social del esfuerzo realizado.
Es obvio que tenemos que desendeudarnos, ya que si no lo hacemos tendr¨¢n que hacerlo nuestros hijos, pues alguien deber¨¢ hacer frente a unas deudas que no desaparecer¨¢n por milagro. El problema consiste en el ritmo al que debemos hacerlo para no da?ar, o da?ar lo menos posible, el crecimiento. Hacerlo con un 26% de paro no es una tarea sencilla, pero se ver¨ªa facilitada si los pa¨ªses que est¨¢n en condiciones de crecer, especialmente Alemania, relanzaran sus econom¨ªas y facilitaran de esta manera la tarea de nuestras empresas exportadoras, que, por otra parte, est¨¢n haciendo un esfuerzo considerable tanto en la eurozona como en el resto de los mercados. Gracias a ello compensan parcialmente los efectos de la ca¨ªda de la demanda interna que implican las pol¨ªticas de ajuste.
En la situaci¨®n actual, la salida de la crisis requiere pericia, reformas y solidaridad. Por el momento, nuestros gobernantes y los de la eurozona, con intereses pol¨ªticos a menudo divergentes, no han conseguido encontrar un camino aceptable para todos que permita adelantar la salida de la crisis. M¨¢s que justificaciones acad¨¦micas dudosas, lo que necesita la pol¨ªtica econ¨®mica de la eurozona es equilibrio y claridad.
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