Vidas ¡®versus¡¯ beneficios
Un sistema de patentes mal dise?ado puede inhibir la investigaci¨®n basada en avances previos
La Corte Suprema de Estados Unidos comenz¨® a deliberar recientemente en un caso que resalta una cuesti¨®n tremendamente problem¨¢tica relacionada con los derechos de propiedad intelectual. La Corte debe responder la siguiente pregunta: los genes humanos ¡ªsus genes¡ª, ?pueden patentarse? Dicho de otro modo, ?debe permitirse esencialmente a alguien poseer el derecho, digamos, a evaluar si usted tiene un conjunto de genes que implica una probabilidad mayor al 50% de desarrollar c¨¢ncer de mama?
Para quienes est¨¢n fuera del arcano mundo de los derechos de propiedad intelectual, la respuesta parece obvia: No. Usted es due?o de sus genes. Una empresa puede poseer, como mucho, la propiedad intelectual subyacente a una prueba gen¨¦tica; y, como la investigaci¨®n y el desarrollo necesarios para dise?ar la prueba pueden haber costado cantidades considerables, la firma puede justamente cobrar por administrarla.
Pero una empresa con base en Utah, Myriad Genetics, reclama m¨¢s que eso. Reclama los derechos por todas las pruebas que eval¨²an la presencia de dos genes cr¨ªticos asociados con el c¨¢ncer de mama ¡ªy ha hecho valer ese derecho despiadadamente, aun cuando su evaluaci¨®n es inferior a otra, que la Universidad de Yale estaba dispuesta a proporcionar con un coste mucho menor¡ª. Las consecuencias han sido tr¨¢gicas: las pruebas rigurosas y asequibles que identifican pacientes de alto riesgo salvan vidas. Limitar esas pruebas cuesta vidas. Myriad es un ejemplo de una corporaci¨®n estadounidense para la cual los beneficios est¨¢n por encima de todos los dem¨¢s valores, incluido el de la propia vida humana.
Este es un caso particularmente penoso. Normalmente los economistas hablan sobre las disyuntivas: unos derechos de propiedad intelectual m¨¢s d¨¦biles, se sostiene, socavar¨ªan los incentivos a la innovaci¨®n. La iron¨ªa aqu¨ª es que el descubrimiento de Myriad se hubiese logrado de todas formas, debido a un esfuerzo internacional con financiamiento p¨²blico para decodificar el genoma humano completo, que constituy¨® un logro extraordinario de la ciencia moderna. Los beneficios sociales del descubrimiento apenas m¨¢s temprano de Myriad han sido eclipsados por los costes que impuso a trav¨¦s de su insensible b¨²squeda de beneficios.
El sistema actual impone costes sociales inefables y es incapaz de maximizar la innovaci¨®n
En t¨¦rminos m¨¢s amplios, hay un reconocimiento creciente de que el sistema de patentes, seg¨²n su dise?o actual, no solo impone costes sociales inefables, sino que adem¨¢s es incapaz de maximizar la innovaci¨®n ¡ªcomo lo demuestran las patentes gen¨¦ticas de Myriad¡ª. Despu¨¦s de todo, Myriad no invent¨® las tecnolog¨ªas utilizadas para analizar los genes. Si esas tecnolog¨ªas hubiesen sido patentadas, es posible que Myriad no hubiese efectuado sus descubrimientos. Y su f¨¦rreo control sobre el uso de sus patentes ha inhibido el desarrollo por terceras partes de pruebas mejores y m¨¢s precisas para detectar la presencia del gen. La cuesti¨®n es simple: todas las investigaciones se basan en investigaciones previas. Un sistema de patentes mal dise?ado ¡ªcomo el actual¡ª puede inhibir la investigaci¨®n basada en avances previos.
Por eso no permitimos que se patenten los descubrimientos b¨¢sicos en matem¨¢tica. Y por eso la investigaci¨®n muestra que patentar los genes en realidad reduce la producci¨®n del nuevo conocimiento sobre ellos: el insumo m¨¢s importante en la producci¨®n del nuevo conocimiento es el conocimiento anterior, y las patentes impiden el acceso a ¨¦l.
Afortunadamente, lo que motiva los avances m¨¢s significativos del conocimiento no son los beneficios, sino la b¨²squeda del conocimiento en s¨ª. Esto se ha verificado en todos los descubrimientos e innovaciones transformadores: ADN, transistores, l¨¢seres, Internet, etc¨¦tera.
Otro caso legal estadounidense ha destacado uno de los mayores peligros del poder monop¨®lico impulsado por patentes: la corrupci¨®n. Con precios que exceden por mucho el coste de la producci¨®n, pueden obtenerse, por ejemplo, enormes beneficios a trav¨¦s de la persuasi¨®n de farmacias, hospitales o m¨¦dicos para que desplacen las ventas hacia los productos propios.
El fiscal federal de EE UU para el Distrito Sur de Nueva York acus¨® recientemente al gigante farmac¨¦utico suizo Novartis de hacer exactamente eso al dar sobornos, honorarios y otros beneficios ilegales a m¨¦dicos ¡ªexactamente lo que prometi¨® no hacer cuando resolvi¨® un caso similar tres a?os atr¨¢s¡ª. De hecho, Public Citizen, un grupo estadounidense para la protecci¨®n de los consumidores, ha calculado que tan solo en EE UU la industria farmac¨¦utica ha pagado miles de millones de d¨®lares como resultado de fallos judiciales y acuerdos financieros entre los fabricantes farmac¨¦uticos y los gobiernos estatales y federal.
EE UU ha contribuido a endilgar su sistema al resto del mundo a trav¨¦s de los acuerdos internacionales
Tristemente, EE UU y otros pa¨ªses avanzados han presionado para instaurar reg¨ªmenes de propiedad intelectual m¨¢s duros en todo el mundo. Esos reg¨ªmenes limitar¨ªan el acceso de los pa¨ªses pobres al conocimiento que necesitan para su desarrollo ¡ªy les negar¨ªan drogas gen¨¦ricas capaces de salvar vidas a cientos de millones de personas que no pueden pagar los precios monop¨®licos de las empresas farmac¨¦uticas¡ª.
La cuesti¨®n est¨¢ llegando a un punto ¨¢lgido en las negociaciones en curso de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC). El acuerdo sobre propiedad intelectual de la OMC, llamado TRIPS, originalmente previ¨® la extensi¨®n de ¡°flexibilidades¡± para los 48 pa¨ªses menos desarrollados, donde el ingreso anual promedio per c¨¢pita se encuentra por debajo de los 800 d¨®lares. El acuerdo original parece sorprendentemente claro: la OMC extender¨¢ esta ¡°flexibilidades¡± ante la solicitud de los pa¨ªses menos desarrollados. Si bien esos pa¨ªses han efectuado la solicitud, EE UU y Europa se muestran vacilantes a la hora de cumplir.
Los derechos de propiedad intelectual son reglas que nosotros creamos ¡ªsupuestamente para mejorar el bienestar social. Pero los reg¨ªmenes desequilibrados de propiedad intelectual dan como resultado ineficiencias ¡ªincluidos beneficios monop¨®licos y la incapacidad de maximizar el uso del conocimiento¡ª que obstaculizan el avance de la innovaci¨®n. Y, como lo demuestra el caso Myriad, pueden incluso llevar a la p¨¦rdida innecesaria de vidas.
El r¨¦gimen de propiedad intelectual estadounidense ¡ªy el r¨¦gimen que EE UU ha contribuido a endilgarle al resto del mundo mediante el acuerdo TRIPS¡ª est¨¢ desequilibrado. Esperemos que, con su decisi¨®n sobre el caso Myriad, la Corte Suprema contribuya a la creaci¨®n de un marco de trabajo m¨¢s sensato y humano.
Joseph E. Stiglitz recibi¨® el premio Nobel de Econom¨ªa. Se desempe?a como catedr¨¢tico en la Universidad de Columbia.
Traducci¨®n al espa?ol por Leopoldo Gurman.
? Project Syndicate, 2013.
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