Un nuevo banco de desarrollo para un mundo nuevo
La decisi¨®n demuestra la capacidad de los BRICS para cooperar en beneficio propio y del mundo
A la conclusi¨®n de su cumbre celebrada en marzo en Durban, los dirigentes de Brasil, Rusia, India, China y Sud¨¢frica (BRICS) anunciaron su intenci¨®n de crear un nuevo banco de desarrollo, encaminado a ¡°movilizar recursos para proyectos de infraestructuras y de desarrollo sostenible en los BRICS y en otras econom¨ªas en ascenso y pa¨ªses en desarrollo¡±. No se puede sobreestimar la importancia de esa decisi¨®n. Para empezar, refleja los enormes ¨¦xitos en materia de desarrollo sostenible de los cuatro ¨²ltimos decenios ¡ªel PIB agregado de los BRICS es ahora mayor que el de los pa¨ªses avanzados cuando fundaron las instituciones de Bretton Woods¡ª y el reequilibrio de la capacidad econ¨®mica mundial que entra?a. De hecho, esa decisi¨®n demuestra la capacidad y disposici¨®n de los BRICS para cooperar entre ellos en beneficio propio y del mundo entero. Los mercados en ascenso y los pa¨ªses en desarrollo est¨¢n tomando el futuro en sus manos en un momento en el que los pa¨ªses ricos se las arreglan como pueden para resolver sus problemas autoinfligidos.
La necesidad de un nuevo banco de desarrollo es evidente. Tan solo las necesidades en materia de infraestructuras en las econom¨ªas con mercados emergentes y los pa¨ªses de ingresos escasos son enormes: 1.400 millones de personas carecen a¨²n de electricidad fiable; 900 millones, de acceso a agua potable, y 2.600 millones, de saneamiento adecuado. Al mismo tiempo, unos 2.000 millones de personas se trasladar¨¢n a vivir a las ciudades en el pr¨®ximo cuarto de siglo. Y las autoridades deben velar por que las inversiones sean medioambientalmente sostenibles.
Para afrontar esos y otros retos, el gasto en infraestructuras tendr¨¢ que aumentar desde unos 800.000 millones de d¨®lares hasta, al menos, dos billones anuales en los pr¨®ximos decenios. De lo contrario, ser¨¢ imposible reducir la pobreza y el crecimiento no excluyente a largo plazo.
Si bien el sector privado puede atender algunas de esas necesidades, solo puede llegar a determinado l¨ªmite en particular, dada la naturaleza de los riesgos que entra?an los proyectos en materia de infraestructuras, los enormes costos iniciales y la gran sensibilidad c¨ªclica de los mercados financieros mundiales. El d¨¦ficit de recursos supera la capacidad de las instituciones financieras internacionales existentes y, en vista de las dificultades por las que atraviesan los pa¨ªses avanzados, hay que descartar una recapitalizaci¨®n importante. Es probable que la financiaci¨®n anual para infraestructuras con cargo a los bancos de desarrollo multilaterales y la asistencia oficial para el desarrollo no asciendan a m¨¢s de entre 40.000 y 60.000 millones de d¨®lares, es decir, entre el 2% y el 3% de las necesidades proyectadas.
La necesidad de un nuevo banco de desarrollo es evidente
Un banco de desarrollo bien integrado en los mercados en ascenso y en los pa¨ªses en desarrollo puede contribuir a colmar ese desfase y pasar a ser un poderoso catalizador del cambio, tanto en el mundo en desarrollo como ¡ªmediante la colaboraci¨®n, por ejemplo¡ª en las instituciones existentes. El mundo actual es muy distinto del de la ¨¦poca en que se fundaron el Banco Mundial y muchos de los bancos de desarrollo regionales. El nuevo banco de desarrollo propuesto por los BRICS representa una importante oportunidad para reflejar esos cambios, con los instrumentos financieros modernos, una gobernanza s¨®lida y un mandato amplio.
Por ejemplo, los cambios en los mercados financieros (incluidas grandes cantidades de dinero en fondos soberanos y fondos de pensiones p¨²blicos) brindan oportunidades para nuevas asociaciones en favor del desarrollo, que el nuevo banco de desarrollo puede catalizar y orquestar, como tambi¨¦n deber¨ªa desplegar una gran diversidad de instrumentos para permitirle afrontar la necesidad de proyectos diversos y garantizar, al tiempo, una gesti¨®n adecuada de los riesgos.
El nuevo banco debe aprovechar al m¨¢ximo sus efectos multiplicadores, compartiendo y reduciendo los riesgos con medidas colectivas y otras formas de financiaci¨®n. Y debe dar ejemplo al adoptar m¨¦todos innovadores eficaces en funci¨®n de los costos y mediante sus repercusiones normativas e institucionales, adem¨¢s de los proyectos que financie.
1.400 millones de personas carecen de electricidad fiable y 900 millones, de acceso a agua potable
Si bien las instituciones m¨¢s antiguas han intentado adaptarse, su direcci¨®n no est¨¢ en sinton¨ªa con las realidades econ¨®micas y pol¨ªticas actuales. A¨²n no se ha organizado la estructura directiva del nuevo banco, pero promete ser m¨¢s coherente con los mejores procedimientos contempor¨¢neos. Lo m¨¢s importante es que el nuevo banco de desarrollo tendr¨¢ m¨¢s en cuenta las perspectivas e intereses de los pa¨ªses en desarrollo y los mercados en ascenso.
Como en el caso de las disposiciones anticuadas sobre la direcci¨®n, los conceptos del desarrollo en que se basaron los mandatos de las instituciones multilaterales existentes son muy distintas del pensamiento moderno sobre el tema. Por ejemplo, no hab¨ªa conciencia de la amenaza representada por el cambio clim¨¢tico, ni de que todos los pa¨ªses (incluido el mundo en desarrollo) deben reducir sus emisiones de los gases con efecto invernadero y adaptarse a los cambios, que ser¨¢n particularmente desfavorables para los pa¨ªses m¨¢s pobres. Asimismo, no se entend¨ªa la innovaci¨®n y las oportunidades que entra?a la b¨²squeda de v¨ªas m¨¢s sostenibles de crecimiento econ¨®mico no excluyente.
Naturalmente, el Banco Mundial y los bancos de desarrollo regionales reconocen ahora esos imperativos, y el nuevo banco de desarrollo no debe exonerar a los pa¨ªses en desarrollo de sus obligaciones. Pero, en vista de la insuficiencia de la asistencia de los pa¨ªses desarrollados a los pa¨ªses en desarrollo, el nuevo banco puede prestar una ayuda esencial a estos ¨²ltimos y a los mercados emergentes cuando hagan inversiones m¨¢s id¨®neas y sostenibles en infraestructuras en favor del crecimiento y la reducci¨®n de la pobreza. En vista de la necesidad de medidas r¨¢pidas y de la lentitud con la que el mundo desarrollado ha estado respondiendo, esa instituci¨®n es a¨²n m¨¢s digna de benepl¨¢cito.
El nuevo banco puede hacer una contribuci¨®n importante a la salud de la econom¨ªa mundial, facilitando la transici¨®n a nuevos polos de crecimiento y demanda, contribuyendo a reequilibrar el ahorro y la inversi¨®n mundiales y encauzando el exceso de liquidez hacia un uso productivo. No solo ser¨¢ un motor para el crecimiento sostenible en el mundo en desarrollo, sino que, adem¨¢s, fomentar¨¢ las reformas en las instituciones multilaterales existentes, cambios de los que todos nosotros ¡ªen el mundo y en el desarrollado¡ª nos beneficiaremos.
Joseph E. Stiglitz es premio Nobel y profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Columbia; Nicholas Stern es presidente del Centro de Investigaciones sobre Asia de la Escuela de Econom¨ªa y Ciencia Pol¨ªtica de Londres; Amar Bhattacharya es director del G-24; Mattia Romani es subdirector del Instituto Internacional de Crecimiento Ecol¨®gico.
Traducido del ingl¨¦s por Carlos Manzano.
? Project Syndicate, 2013.
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