?En qu¨¦ momento se jodi¨® la Uni¨®n Europea?
La situaci¨®n que vive la Uni¨®n Europea me trae a la memoria la pregunta que al inicio de Conversaci¨®n en La Catedral hace Santiago Zabala, Zabalita, el personaje de la novela de Mario Vargas Llosa, cuando se pregunta: ¡°?En qu¨¦ momento se jodi¨® el Per¨²?¡±.
Cuando vemos el enorme paro europeo (26,5 millones de personas en mayo de 2013), la falta de crecimiento, la ausencia de futuro para muchos j¨®venes, la desigualdad que no cesa de crecer, la pobreza que asola a muchos hogares o la desnutrici¨®n de ni?os, la pregunta de Zabalita es pertinente para la UE.
La respuesta m¨¢s obvia ser¨ªa decir que fue a mediados de 2010. En esa fecha, la Comisi¨®n Europea decidi¨® poner en marcha una pol¨ªtica de austeridad inclemente que asesin¨® la incipiente recuperaci¨®n que la econom¨ªa europea comenzaba a manifestar en aquellos momentos. El resultado ha sido una crisis autoinflingida que dura ya tres a?os.
En realidad, las cosas comenzaron a torcerse antes. El euro naci¨® con un pecado original. Sus creadores no le dotaron de los tres atributos necesarios para hacer de ¨¦l una verdadera moneda ¨²nica. Primero, un banco central como Dios manda, capaz de salir al rescate de la econom¨ªa en situaciones de crisis. Segundo, una uni¨®n bancaria que impida que las quiebras bancarias contaminen a la deuda p¨²blica y hagan pagar a los ciudadanos los desvar¨ªos y fechor¨ªas de algunos financieros. Tercero, un Gobierno federal de la UE.
El porqu¨¦ personas que hay que suponer inteligentes no dotaron al euro de esos atributos es cuesti¨®n no resuelta. Mi opini¨®n es que las ¨¦lites que apoyaron el euro simplemente quer¨ªan asegurar un mercado ¨²nico por el que los capitales y los bienes pudiesen circular libremente. Esto requer¨ªa dos condiciones. Primera, que nadie hiciese devaluaciones competitivas de sus monedas. Para ello, visto el fracaso del sistema monetario europeo (SME), lo mejor era suprimir las monedas nacionales y crear una moneda com¨²n. Segundo, que los pa¨ªses del euro controlasen la inflaci¨®n; para ello necesitaban una instituci¨®n com¨²n que hiciese esa funci¨®n. Se le llam¨® Banco Central Europeo, pero en realidad no ten¨ªa las funciones propias de tal.
El riesgo es que en alg¨²n momento cambie la tolerancia social a la desigualdad, especialmente en los pa¨ªses m¨¢s castigados por la crisis
El euro fue un proyecto de las ¨¦lites financieras y empresariales europeas, especialmente de las alemanas y francesas, en el que algunas ¨¦lites pol¨ªticas vieron un atajo para la uni¨®n pol¨ªtica. Pero, hay que reconocer que el atajo se ha convertido en un cul de sac.
Pero, a pesar de ese pecado original, el euro est¨¢ aqu¨ª. Por lo tanto, ?qu¨¦ hacer? Estamos en una encrucijada con cuatro caminos.
Primer camino. Ir m¨¢s r¨¢pido a la creaci¨®n de la Uni¨®n Bancaria y permitir que el BCE pueda ser un banco central digno de tal nombre. Pero esto es ilusorio. Este camino ser¨¢ inevitablemente lento. Tanto por la propia dificultad en poner de acuerdo a 17 pa¨ªses en c¨®mo repartir los costes y beneficios de la Uni¨®n Bancaria como por los prejuicios y visiones equivocadas acerca de cu¨¢l fue la causa de la crisis.
Segundo camino. Aceptar que el camino hacia una mayor integraci¨®n europea es lento, armarse de paciencia y, mientras tanto, hacer lo estrictamente necesario para salvar al euro de alg¨²n accidente inesperado. Este es el camino m¨¢s probable.
Las ¨¦lites pol¨ªticas de los pa¨ªses germ¨¢nicos defienden esta estrategia. Pero salvar el euro no es sin¨®nimo de salvar la econom¨ªa europea. Por lo tanto, habr¨¢ que hacerse a la idea de un escenario de estancamiento o bajo crecimiento prolongado y de aumento de la desigualdad.
Tercer camino. El riesgo es que en alg¨²n momento cambie la tolerancia social a la desigualdad, especialmente en los pa¨ªses m¨¢s castigados por la crisis. Estos cambios acostumbran a ser repentinos e inesperados. Sirva de ejemplo, lo que est¨¢ ocurriendo en Brasil. Si ocurren, pueden hacer descarrilar al euro. Surgir¨ªa as¨ª una tercera salida, como un efecto no querido pero realizado.
Cuarto camino. Poner en marcha un New Deal europeo, capaz de reformular el proyecto europeo para el siglo XXI, en funci¨®n de crecimiento, empleo, estabilidad macroecon¨®mica, igualdad y democracia. Este es el ¨²nico camino que puede garantizar la sostenibilidad del euro y del propio proyecto europeo.
Pero un New Deal de esas caracter¨ªsticas necesita de un nuevo liderazgo cooperativo y democr¨¢tico. As¨ª como de nuevos actores sociales y pol¨ªticos de ¨¢mbito europeo que lo apoyen. Alemania por s¨ª sola no puede, ni posiblemente quiere, liderar esa senda. Y el eje germano franc¨¦s tuvo sus mejores d¨ªas.
La historia estadounidense es ilustrativa. Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro, logr¨® comunitarizar las deudas de la Guerra Civil y crear una hacienda com¨²n. Pero lo logr¨® solo al a?o siguiente del nombramiento de George Washington como primer presidente federal de Estados Unidos. Un New Deal europeo necesita de una presidencia federal elegida libremente por los europeos, y dotada de recursos adecuados. Mientras no exista, es dif¨ªcil que de la simple suma de intereses nacionales pueda surgir un inter¨¦s general europeo que d¨¦ nuevo impulso a Europa.
No ser¨¢ f¨¢cil. Las pr¨®ximas elecciones europeas podr¨ªan ser un primer paso. Nos jugamos tanto, que necesariamente tenemos que ser optimistas. Aunque solo sea porque, como dice Daniel Kahneman, psic¨®logo y premio Nobel de Econom¨ªa, los optimistas se equivocan m¨¢s, pero les va mucho mejor en la vida.
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