Abierta la "temporada de huelgas" en Sud¨¢frica
Sud¨¢frica atraviesa un a?o m¨¢s su particular "temporada de huelgas", un per¨ªodo de sucesivos paros y protestas en el que los trabajadores ara?an subidas de sueldo mientras ciudadanos, empresarios e inversores se exasperan por la interrupci¨®n de los servicios y de la producci¨®n.
"Est¨¢n destruyendo poco a poco el pa¨ªs", se quejaba esta semana al repostar un fontanero aut¨®nomo, despu¨¦s de tener que conducir diez kil¨®metros para encontrar una gasolinera abierta en Johannesburgo.
Tras los paros de mineros, funcionarios y trabajadores de la metalurgia y del sector el¨¦ctrico, entre otros, era el turno de los empleados de gasolinera.
Cerca de 70.000 operadores en las principales ciudades del pa¨ªs dejaron de acudir hace cinco d¨ªas a sus puestos de trabajo para exigir un aumento de sus salarios.
"Pedimos un aumento de al menos el 10 por ciento de los 20 rands (algo m¨¢s de 1,5 euros) que los empleados cobran ahora por hora trabajada; hasta el momento no hemos llegado a un acuerdo", declar¨® a EFE Mphumzi Maqungo, del sindicato convocante, NUMSA.
Los transtornos cotidianos para los habitantes de Johannesburgo comenzaron la semana pasada, cuando el paro espont¨¢neo y los sabotajes de los trabajadores del sector el¨¦ctrico dejaron a oscuras a buena parte de la ciudad, en algunas zonas hasta durante tres d¨ªas.
Adem¨¢s de numerosos accidentes de tr¨¢fico -los sem¨¢foros dejaron de funcionar en muchos de los cruces m¨¢s concurridos de la urbe-, el apag¨®n provoc¨® p¨¦rdidas econ¨®micas de unos 220 millones de euros, seg¨²n la prensa local.
De acuerdo con datos del Instituto de Relaciones Raciales (SAIRR), en 2011 se dejaron de trabajar en Sud¨¢frica 6,2 millones de jornadas laborales por culpa de las huelgas, provocando p¨¦rdidas de miles de millones de euros.
El malestar de los peque?os empresarios es compartido por la gran patronal de las minas, la agricultura y de todas las ramas de la econom¨ªa sudafricana, que consideran las demandas de sus empleados de exageradas e irrealizables, especialmente en tiempos de crisis global.
"Las huelgas constantes destruyen la confianza del inversor", asegura a EFE Frans Cronje, del SAIRR.
Cuando la electricidad volvi¨® a la mayor¨ªa de barrios de Johannesburgo, regres¨® tambi¨¦n a la faena la mayor parte de los 80.000 trabajadores de las minas de oro que se negaron a bajar a las galer¨ªas subterr¨¢neas durante tres d¨ªas, aunque finalmente aceptaron la propuesta de la patronal.
Nada m¨¢s volver a ponerse el casco, el sindicato rival amenaz¨® con una nueva protesta para conseguir un mayor incremento salarial.
Los sindicatos sudafricanos son acusados a menudo de anteponer sus intereses econ¨®micos, pol¨ªticos y personales a los de los propios trabajadores, que en algunos casos ya han empezado a actuar por libre.
"Los trabajadores ya no conf¨ªan en los sindicatos; en la ¨²ltima huelga del sector el¨¦ctrico los empleados hicieron cosas que nunca antes hab¨ªan hecho, como los sabotajes", se?ala a EFE David van Wyk, del grupo de responsabilidad corporativa Bench Marks Foundation.
Van Wyk, que combati¨® el r¨¦gimen del 'apartheid" desde el Partido Comunista, denuncia que, veinte a?os despu¨¦s del final del segregacionismo, Sud¨¢frica sigue apostando por un modelo productivo insostenible basado en la mano de obra poco cualificada y barata (compuesta en su inmensa mayor¨ªa por negros).
En este sentido, se pregunta por qu¨¦ las mismas empresas de miner¨ªa o agricultura ofrecen a sus asalariados en Australia hasta diez veces m¨¢s dinero que en Sud¨¢frica por el mismo trabajo.
La fuerza de trabajo en Sud¨¢frica es menos productiva, reconoce Wyc, que no obstante remarca que "nadie puede ser productivo viviendo bajo techos de cinc y con el agua corriente limitada, como muchos mineros sudafricanos".
"En Sud¨¢frica existe una cultura de confiar en la mano de obra barata negra. Los empresarios tienen muchos empleados porque les resulta barato, y pueden permitirse su mala gesti¨®n. La alternativa es contratar a una persona que cobre 10.000 rand en vez de a cinco que cobren 2.000", se?ala Cronje a EFE.
En su opini¨®n, la presi¨®n sindical y las crecientes protestas autogestionadas de los trabajadores empujan a caminar hacia esta alternativa, que redoblar¨¢ los ya de por s¨ª elevados porcentajes de paro sudafricanos y el riesgo de inestabilidad.
"Mi experiencia, al hablar con inversores, es que quieren alejarse todo lo posible de la mano de obra, mecanizar el trabajo todo lo posible, suspender futuras inversiones y no emplear a nadie si no es completamente necesario", advierte Cronje.
Marcel Gasc¨®
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