Otro paso en la integraci¨®n europea
Conseguir que ciudadanos, empresas y Administraciones puedan hacer sus cobros y pagos en euros en las mismas condiciones y con los mismos derechos y obligaciones, sin importar en qu¨¦ pa¨ªs se realiza la operaci¨®n o hacia qu¨¦ lugar de la Uni¨®n Europea va dirigida. Este es el reto que ahora encaramos en los sistemas de pagos europeos. Puede parecer menor comparado con los grandes logros de la construcci¨®n europea, que en su m¨¢s de medio siglo de vida ha visto c¨®mo se derribaban las barreras al comercio interno, las fronteras f¨ªsicas para las personas e, incluso, c¨®mo 17 pa¨ªses eran capaces de renunciar a sus divisas nacionales para compartir una misma moneda, el euro.
Sin embargo, la meta que en su momento plante¨® la Zona ?nica de Pagos en Euros (SEPA, por sus siglas en ingl¨¦s) reviste una considerable importancia pr¨¢ctica para el d¨ªa a d¨ªa de todos los agentes econ¨®micos, ya sean particulares, aut¨®nomos, pymes, grandes corporaciones o Administraciones p¨²blicas, porque contribuye a simplificar y modernizar la operativa de cobros y pagos, unificando procesos y procedimientos sin importar en qu¨¦ pa¨ªs de la UE est¨¦ radicado el beneficiario. As¨ª, por ejemplo, una empresa espa?ola podr¨¢ girar recibos a cargo de cuentas abiertas en otro pa¨ªs del mismo modo que lo hace para cobrar recibos en el nuestro.
La SEPA naci¨® con una idea clara: conseguir que los pagos transfronterizos en euros fueran tan ¨¢giles y sencillos como lo son los nacionales. Es, en definitiva, el paso l¨®gico y necesario para llevar al mundo de los pagos electr¨®nicos europeos las ventajas que la uni¨®n monetaria report¨® a los pagos en efectivo desde que en 2002 comenzara a circular el euro. Pero sus beneficios se extienden tambi¨¦n a los pagos nacionales, ya que los clientes dispondr¨¢n de m¨¢s servicios, innovadores y competitivos, con mayor seguridad y certidumbre. Siguiendo con el ejemplo de las domiciliaciones bancarias, el pagador del recibo ver¨¢ notablemente reforzadas sus opciones para controlar los adeudos que se realicen en su cuenta.
Faltan menos de cinco meses para que llegue la fecha marcada como punto de no retorno, el 1 de febrero de 2014, cuando todas las transferencias y adeudos en euros deber¨¢n seguir las normas establecidas por la SEPA para los instrumentos de pago. Ser¨¢ el fin de una fragmentaci¨®n hist¨®rica entre territorios nacionales, dando paso a un mercado de pagos ¨²nico e indiferenciado en Europa.
Como es l¨®gico, en un proyecto en el que se modifican los mecanismos con los que operan los instrumentos de pago tradicionales, las entidades que ofrecen estos servicios (bancos y dem¨¢s proveedores de servicios de pago) desempe?an un papel protagonista durante la transici¨®n y, por ello, deben ser tambi¨¦n pioneros en adaptar su operativa a las nuevas reglas y est¨¢ndares. Pero la SEPA implica tambi¨¦n un esfuerzo para los usuarios, mayor o menor dependiendo de si son empresas, Administraciones p¨²blicas o particulares. Supone, en definitiva, un cambio de h¨¢bitos por parte de todos, para familiarizarse, por ejemplo, con el nuevo c¨®digo de identificaci¨®n de las cuentas bancarias (IBAN), que se deber¨¢ aportar a clientes y proveedores con los que se mantengan relaciones comerciales. No se trata, desde luego, de ninguna revoluci¨®n, pero s¨ª es necesario prepararse para el nuevo momento.
El objetivo merece la pena: contribuir a consolidar el mercado ¨²nico europeo
Las transformaciones en marcha son f¨¢cilmente asimilables, especialmente si se abordan con predisposici¨®n y se planifican con el tiempo suficiente. En este sentido, las entidades bancarias est¨¢n prestando ya la asistencia t¨¦cnica que precisen sus clientes para ponerles al corriente de las modificaciones pr¨¢cticas a las que deber¨¢n enfrentarse y, adem¨¢s, les apoyan en su despliegue efectivo. Queda, pues, que los beneficiarios ¨²ltimos de la SEPA, los usuarios, afronten sin aprensi¨®n una nueva operativa que les reportar¨¢ ventajas, comodidad y la oportunidad de poder dinamizar sustancialmente su actividad econ¨®mica, particularmente si realizan cobros y pagos con otros pa¨ªses de nuestro entorno. Es fundamental consultar con su entidad bancaria para conocer con m¨¢s detalle estos cambios operativos. En la p¨¢gina oficial (www.sepaesp.es) se puede encontrar toda la informaci¨®n necesaria.
La SEPA, que ech¨® a andar en 2002, es un proyecto de largo recorrido que durante estos a?os ha ido dando peque?os pasos, casi imperceptibles para el gran p¨²blico, como, por ejemplo, el despliegue de las tarjetas con chip y las primeras domiciliaciones transfronterizas. Ahora que se acerca a la recta final, la SEPA puede ser un ejemplo pr¨¢ctico de c¨®mo la cooperaci¨®n entre los pa¨ªses que integran la Uni¨®n es capaz de aportar frutos tangibles a sus ciudadanos. Entre todos sus protagonistas (bancos, autoridades y usuarios de los servicios de pago en general) debemos hacer lo necesario para garantizar que la adaptaci¨®n se complete sin sobresaltos. Para ello es preciso que todos nos informemos adecuadamente y que planifiquemos los cambios, sin dejar los deberes para el ¨²ltimo d¨ªa. Ignorar esta nueva realidad supondr¨ªa incurrir en unos riesgos operativos y de negocio que no conviene minusvalorar, pero que, desde luego, se pueden evitar con un m¨ªnimo de previsi¨®n.
El objetivo que afrontamos merece la pena: una zona com¨²n e integrada de pagos que contribuye a consolidar el mercado ¨²nico europeo y que es la base necesaria para que las transacciones se efect¨²en de manera ¨¢gil y eficiente, sin importar si la operaci¨®n tiene lugar entre Madrid y Barcelona o Valencia y Helsinki. Se trata de un paso m¨¢s en la construcci¨®n de una Europa que aspira a estar al servicio de sus ciudadanos.
Fernando Restoy es subgobernador del Banco de Espa?a.
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