Educaci¨®n versus ajustes
Un a?o m¨¢s de educaci¨®n significa un aumento del 10% del salario del trabajador
Casi todo el bienestar de una sociedad depende del crecimiento de la productividad de la econom¨ªa, como seguramente defender¨ªan casi todos los economistas, incluso los m¨¢s convencidos socialdem¨®cratas. M¨¢s all¨¢ de este punto, como dec¨ªan los mapas antiguos, ¡°hay monstruos¡±, es decir, se desatan las discusiones y, lo que es m¨¢s significativo, se ponen en pr¨¢ctica pol¨ªticas econ¨®micas de austeridad salarial cuyas virtudes se magnifican mientras se ocultan sus consecuencias. La recesi¨®n espa?ola se ha combatido hasta ahora con el ¨²nico ung¨¹ento de la moderaci¨®n salarial. Desde 2010, los salarios reales han ca¨ªdo en torno a un 7%, y es evidente que ese descenso se ha concentrado en las rentas medias y bajas. Hay grupos profesionales que no solo no han perdido ingresos, sino que los han aumentado. Al margen de la desigualdad, que suele acrecentarse durante las crisis prolongadas, una de las cuestiones sobre las que deber¨ªan pensar ahora, cuando la recesi¨®n econ¨®mica est¨¢ tocando fondo y no se sabe durante cu¨¢nto tiempo estar¨¢ en ¨¦l, tanto el Gobierno como las empresas es c¨®mo puede aumentarse la productividad del sistema sin exigir recortes salariales m¨¢s profundos.
La respuesta te¨®rica, de manual, es que la productividad crece cuando aumenta la calidad del capital humano de las empresas e incorporan nuevas tecnolog¨ªas. La repetici¨®n de esta f¨®rmula manida ha hecho escuela hasta convertirse en un estribillo gastado; pero es un estribillo muy cierto. Si se quiere aclarar un poco m¨¢s la cuesti¨®n, habr¨ªa que explicar que casi todo el aumento de la productividad de una econom¨ªa depende de cu¨¢nto invierta en educaci¨®n. Ni es una exageraci¨®n, ni un clich¨¦ gen¨¦rico, ni una conexi¨®n trivial. Los estudios de campo demuestran que un a?o m¨¢s de educaci¨®n significa, para el que se beneficia de ¨¦l, un aumento en torno al 10% de su salario real. As¨ª pues, ese es el camino m¨¢s seguro, si bien exige pensar a medio y largo plazo, para elevar la competitividad del sistema econ¨®mico.
Y exige tambi¨¦n seguir una pol¨ªtica de inversiones masivas en educaci¨®n. Que es justamente lo que este Gobierno no est¨¢ haciendo. En pol¨ªtica educativa, los recortes de inversi¨®n, por muy coyunturales que parezcan, se convierten siempre en estructurales, porque el retraso respecto a la eficiencia profesional de los pa¨ªses del entorno va acumul¨¢ndose en forma de diferencias de renta y de costes de producci¨®n menos eficientes.
Por estas razones, las perspectivas estructurales de la econom¨ªa espa?ola provocan una cierta preocupaci¨®n. A pesar de las recetas de ajuste, la productividad por empleado en la industria espa?ola est¨¢ m¨¢s de un 34% por debajo de la media europea. Las empresas, probablemente porque no disponen de margen, apenas invierten el 0,8% de su producci¨®n en I+D, la mitad que las empresas europeas. Ni las inversiones p¨²blicas ni las privadas hacen lo que deben para aumentar la productividad y la competitividad. Las consecuencias pueden ser nefastas y duraderas: que la econom¨ªa espa?ola quede resignada a crecer solo a trav¨¦s de patrones intensivos en mano de obra, como, por ejemplo, el inmobiliario. Que es, por cierto, el tipo de monocultivo que nos ha llevado a la recesi¨®n profunda.
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