Productividad de la buena
Un obst¨¢culo para la mejora del valor a?adido de muchos sectores es su escasa especializaci¨®n
Las mejoras de productividad que est¨¢ consiguiendo la econom¨ªa espa?ola en estos a?os de retroceso del PIB tienen un acompa?ante siniestro: la destrucci¨®n de empleo. La eficiencia aumenta porque el tejido productivo que sobrevive es de mejor calidad, pero el precio pagado es reducir el tama?o de la econom¨ªa y el uso de los recursos disponibles. El crecimiento de la productividad deseable para una econom¨ªa tan alejada del pleno empleo de la poblaci¨®n que desea trabajar y del capital instalado se logra de otro modo. A corto plazo, captando demanda para aprovechar toda la capacidad productiva instalada, y a medio plazo, incrementando el valor a?adido por cada unidad de recursos utilizada.
En las empresas espa?olas, el margen de mejora en generaci¨®n de valor es muy grande, como prueban las diferencias de productividad existentes dentro del tejido empresarial. Sin duda, hay elementos macroecon¨®micos y de entorno desfavorables, pero si los bajos niveles de productividad de muchas empresas se aproximaran a los que otras han conseguido pese a todo en su mismo sector, el promedio se elevar¨ªa sustancialmente. Por consiguiente, parte de las mejoras est¨¢n condicionadas por caracter¨ªsticas de las empresas que dificultan el incremento del valor a?adido por unidad de trabajo o capital invertido.
El precio pagado es reducir el tama?o de la econom¨ªa y el uso de los recursos disponibles
La evidencia emp¨ªrica muestra que un obst¨¢culo para el avance de la productividad de muchos sectores es su escasa especializaci¨®n en productos o actividades por las que el mercado paga precios superiores. En un mundo de cadenas de suministros cada vez m¨¢s fragmentadas, el problema no es tanto la especializaci¨®n en la industria o los servicios, pues las fronteras entre los sectores se hacen borrosas al tiempo que se intensifican sus interconexiones. La clave es especializarse en sectores de demanda fuerte, sean terciarios o manufactureros, y participar en las tareas que generan mayor valor a?adido. Esto requiere capacidad de gestionar tecnolog¨ªas y entornos complejos, algo dif¨ªcil de hacer sin usar el conocimiento en abundancia.
Los grupos espa?oles m¨¢s eficientes se distinguen por poseer el tama?o adecuado ¡ªno siempre grande, pero rara vez peque?o¡ª, emplear mucho capital humano y tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n e informaci¨®n (TIC), tener una direcci¨®n profesionalizada y usar modelos de gesti¨®n avanzados. Son palancas en las que apoyarse para generar valor, innovar y tener presencia en los mercados din¨¢micos, est¨¦n donde est¨¦n. Los recursos necesarios no escasean en Espa?a, pero las empresas los aprovechan con muy distinta intensidad. Las que menos los emplean deber¨ªan revisar el argumento de que la causa de los problemas est¨¢ solo en el entorno y preguntarse por qu¨¦ otras compa?¨ªas responden a las mismas circunstancias de forma diferente.
Todas las econom¨ªas son heterog¨¦neas y su nivel medio de productividad depende del peso de sus partes. En Espa?a tambi¨¦n existe un tejido empresarial muy productivo, como muestra la elevada competitividad de muchas firmas, en particular las que son l¨ªderes internacionales en sus sectores. Pero estas empresas m¨¢s eficientes pesan menos en nuestra econom¨ªa de lo que necesitamos. Si el objetivo es aunar crecimiento y productividad, es fundamental extender esas buenas pr¨¢cticas empresariales por las v¨ªas que han probado dar buenos resultados.
Francisco P¨¦rez es catedr¨¢tico de la Universidad de Valencia y director de investigaci¨®n del IVIE.
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